TFZ, Zona Temporalmente Fraternal

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Flux biota

Hace un tiempo nos ocupábamos de las TAZ de Hakim Bey, lo citábamos así:

Brevemente: no proponemos el TAZ como un fin exclusivo en sí mismo, reemplazando todas las otras formas de organización, tácticas y objetivos. Lo defendemos porque puede proveer la clase de intensificación asociada con la revuelta sin conducir necesariamente a su violencia y sacrificio. El TAZ es como una revuelta que no se engancha con el Estado, una operación guerrillera que libera un área -de tierra, de tiempo, de imaginación- y entonces se autodisuelve para reconstruirse en cualquier otro lugar o tiempo, antes de que el Estado pueda aplastarla. Puesto que el Estado tiene más que ver con la Simulación que con la substancia, el TAZ puede ocupar estas áreas clandestinamente y llevar adelante sus propósitos subversivos por un tiempo en relativa paz. Puede que incluso algunos pequeños TAZs hayan durado vidas enteras, y ello gracias a su capacidad de permanecer ignorados, como pequeños enclaves rurales que nunca se han cruzado con el Espectáculo, que nunca han aparecido fuera de la «vida real» que resulta invisible a los agentes de la Simulación.[…]

El TAZ es un campamento de guerrilleros ontológicos: golpean y corren. Mantén en movimiento a la tribu entera, aunque sólo se trate de datos en el Web. El TAZ tiene que ser capaz de defensa: pero tanto su ataque como su defensa deben, siempre que puedan, eludir la violencia del Estado, que es una violencia sin sentido. El ataque se hace contra estructuras de control, esencialmente contra las ideas; y la defensa es la invisibilidad -un arte marcial- y la invulnerabilidad -un arte oculto entre los marciales. La «máquina de guerra nomádica» conquista antes de ser notada, y se desplaza antes de que el mapa pueda ser reajustado. Por lo que concierne al futuro, sólo los autónomos podrán planificar la autonomía, organizarla, crearla. Es una operación que se autoinicia, fundacional. El primer paso tiene algo de satori: la realización del TAZ comienza con el simple acto de su realización.

Llevamos este concepto hasta sus límites y lo extrapolamos a toda Zona que se diera en los bordes de sistemas definidos desde la centralidad. Decíamos aquí:

Tradicionalmente los estado se han dividido territorialmente en Naciones que ocupan la totalidad del globo terráqueo.  Estos estado nacionales se dividen  entre sí mediante límites fronterizos a veces bipartitos, otras multipartitos. Por trabajos recientes sabemos que estas líneas imaginadas, a veces trazadas por la naturaleza, otras por el capricho de alguna línea  trazada sobre el mapa, no son tales sino fajas o tal vez zonas fronterizas a partir de la cuales una nación- estado deja de ser tal pera transformarse en otra. También sabemos que en los límites de los estados, entre sus pliegues, pueden instalarse  Zonas Temporalmente Autónomas, que serán tan temporales, tan angostas o tan autónomas como los Estados que se la disputan lo permitan,  mientras tanto las posibilidades de la TAZ serán infinitas.

Llevando este razonamiento in extremis, podríamos decir que tradicionalmente las fronteras del Objeto Político Estado han podido estar mas o menos definidas: cuanto mas angostas o diminutas hayan sido las TAZ que pudieron instalarse entre sus bordes.

Lo que propongo es considerar al mundo jerarquizado como un conglomerado de agrupamientos de bordes rígidos definidos desde una centralidad. Las TAZ llevadas a su última (o primer) acepción pueden concebirse como los espacios vacíos que dejan, o quedan entre los espacios jerarquizados, una especie de espacio “vacío”, sin definición central, o si se quiere un espacio de disputa. Luego comienza un movimiento dinámico entre espacio TAZ y espacio jerarquizado. TAZ es en última instancia una porción de lo que tradicionalmente se ha llamado “desierto” según historiadores como Navarro Floria y otros.

Hernández es uno de los primeros cronistas de la frontera, ese territorio oscuro de nuestro país en su etapa de unificación. La frontera es una línea difusa que marca inclusiones y exclusiones, adentros y afueras, padentranos y pajueranos, ciudadanos y marginales, civilización y barbarie. Aquellos excluidos de la civilización eran los que habitaban más allá de esos territorios. Indios, negros, viajeros, algunos inmigrantes, gauchos y partidas militares eran sus transeúntes. Una tierra amorfa dominada por lo que Sarmiento, siguiendo una tradición europea, llama “barbarie”. Allí también iban a parar las lacras de la ciudad: los excluidos, los prófugos y los marginales. Algunos optaban por cruzar la línea, a veces escapando, otras para hacer más soportable una vida miserable y así se internaban en el “desierto”.

Refiere Moyano que la “metáfora del desierto” como estrategia territorializadora

se articuló sobre la idea de vacío: de nada, de pura negatividad, de espacio de tránsito y de tierra de nadie, espacio en blanco que el cuerpo de la patria no puede precisar como línea de continuidad civilizada. Como tal, ese vacío representaba un desafío que el Estado debía asumir, porque crear el mapa significaba crear la Nación.”[…] “La nada y el vacío, lo inmodificable, son las formas que ese espacio asume en el marco heredado del saber europeo configurado en las textualidades del recorrido, la descripción y el viaje en procura de marcar y nominar para acumular conocimiento que articule de algún modo una apropiación territorial sobre esos espacios”. (en definitiva como relato lineal[3])[…] “Tras la metáfora del desierto lo que se oculta en realidad es una frontera interna en el proceso de constitución del Estado y la nación”, (que en nuestro país aún persisten hasta hoy ),”que se perfila como una muestra de la asimetría estructural entre una sociedad y un orden estatal que pretende proyectarse frente a una otredad radical, la de la población gaucha excluida de ese proyecto y la idea de sociedad aborigen no reconocida como tal, que como no pueden instituir un orden cultural y jurídico reconocible desde la perspectiva civilizada no existen sino como obstáculo y rémora de la amorfa barbarie…”.

Hasta aquí habría un paralelo entre las modernas TAZ y la antigua “metáfora del desierto”. A la comunidad de cientistas políticos modernos también les gusta rescatar el concepto de “la Barbarie” como una consigna que pretende rescatar los transeúntes del antiguo desierto ahora definidos por Denis Merklen como los habitantes de los márgenes que utilizan la lógica del cazador

Esto puede ser aplicado a los estados nacionales a otros espacios jerarquizados centralmente como la escuela, las religiones, el arte, la cultura, etc. Toda regionalización definida desde una centralidad abre la puerta para que crezca una TAZ en sus bordes. De hecho los imperios colapsan cuando llegan a un límite que no pueden abastecer desde la centralidad, como el imperio romano que se derrumba cuando no puede asistir a los bordes con su único medio de comunicación y locomoción de entonces, el caballo.

Por eso arriesgaría que entre dos Imperiums necesariamente se instalará una TAZ, por ser sus bordes una zona difusa que se arma justamente entre dos muros y se apropia de los flujos sin represión que por allí circulan.

Cuando los TAZ le ganan espacio a los Imperium no es porque los Imperium se los permitan, sino porque no pueden atender debidamente sus límites. Por lo que el florecimiento de las TAZ es un síntoma necesario de decadencia del Imperio.

Recordemos a Negri –Hardt y su concepto de imperio

de acuerdo a Imperio de Hardt y Negri,  el surgimiento del imperio es el fin del conflicto nacional, el "enemigo" ahora, quien quiera que sea, ya no puede ser ideológica o nacional. El enemigo ahora debe entenderse como una especie de criminal, como alguien que representa una amenaza, no a un sistema político o de una nación, sino a la ley. Este es el enemigo como terrorista .... En el "nuevo orden que envuelve todo el espacio de la civilización ...", donde los conflictos entre las naciones se han vuelto irrelevantes, el "enemigo" es a la vez "banal" (reducido a un objeto de la represión policial de rutina) y absolutizado (como el enemigo, una amenaza absoluta al orden ético "[2]). [3]

Por eso antes “la barbarie” y ahora la Triple Frontera anidan el huevo de la serpiente del mal y no tardará el momento en que los imperios vuelvan a atender sus bordes como ha sucedido recientemente en el norte de África. Por eso ante esta situación se hace imprescindible dar una nueva respuesta a la tradicional para estos conflictos, la represión.

Desde aquí no anulamos las posibilidades de las TAZ pero si cuestionamos firmemente su “Autonomía” dado que el concepto de autonomía está fuertemente ligado al de anarquismo o al del un individualismo fuertemente egoísta y desde aquí desde siempre hemos combatido esa posibilidad y hemos compartido la visión de Michel Onfray en su Política de un rebelde cuando dice:

Del sujeto podemos decir, desgraciadamente, que ha sido exacerbado en esta época y en estos lugares. Define al ser por la relación y la exterioridad, negándole una identidad propia que se le atribuye solamente por y en la sumisión, la subsunción a un principio trascendente, superándolo: la ley, el derecho, la necesidad o cualquier otra cosa que incita a hacer la economía de sí en provecho de una entidad estructurado por su participación, su docilidad. El sujeto es siempre de algo o de alguien. De modo tal que siempre encontramos un sujeto menos sujeto que otro, en la medida en que, apoyado sobre el principio en cuestión, uno se siente incesantemente autorizado para someter a otro: el juez, el político, el docente, el prelado, el moralista, el ideólogo, todos aman tanto a los sujetos sometidos que temen o detestan al individuo, insumiso. El sujeto se define en relación con la institución que lo permite, de ahí la distinción entre los buenos y los malos sujetos, los brillantes y los mediocres, es decir: aquellos que consienten el principio de la sumisión y los otros. Con su preocupación por la conciencia que se rebela y no acepta, Antelme recuerda que un sujeto no se define por su conciencia libre sino por su entendimiento sometido, fabricado para consentir la obediencia.La persona tampoco me agrada. Aquí también la etimología, etrusca en este caso, recuerda que la palabra proviene de la máscara utilizada en la escena. Que el ser sea con relación a lo que se somete o por su modo de presentarse, no me convence, ni en uno ni en otro caso. La metáfora barroca del teatro, la vida como sueño o novela, la necesidad de la astucia o de la hipocresía, del juego social que presupone la persona del teatro, implican también el recurso al artificio: el ser para el otro no es el ser en su resplandor, ni en su miseria. El campo de concentración olvidó al hombre, celebró al sujeto, tornó improbable a la persona y puso de manifiesto al individuo. Las tres figuras de la sumisión funcionaron en la juridicidad, el humanismo y el personalismo. Quedan por formular las condiciones de posibilidad de un individualismo que no sea egoísmo.

Y también desde aquí venimos proponiendo una forma de individualismo que no sea egoísta, hablamos naturalmente de La Fraternidad que resuelve el problema al pactar una institucionalidad entre pares. Por lo que esas TAZ podrían dejar de ser unidades cazadoras recolectoras autónomas,  para convertirse en agricultoras. En Zonas Temporalmente Fraternales. Si la fraternidad no ha de convencer a nadie a la hora de analizarla desde el punto de vista de su mantenimiento en el tiempo, pues hagámosla temporal.

Finalmente si la escancia de los Imperiums es inhibir la libre circulación de los flujos: tanto sean de mercaderías como de personas, culturales, etc.; en reiteradas oportunidades se ha constatado que los TAZ son una herramienta eficaz para restituirlos a sus cauces normales. Sin embargo hay formas y formas de fluir y no todas son Fluzz. Fluzz es aquel flujo que propenda a la conservación, tanto en el mantenimiento como en la continuidad de una red social. De allí que Institución sería un Pacto Temporalmente Fraternal que se constituiría alrededor de un Fluzz. Sería una TAZ conservacionista, no anárquica, con un diseño tal que posibilite la conservación ecológica del sistema.

Se pone interesante todo esto

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Egberto Gismonti 09 - Infância - Fuga y misterio (Piazzolla)

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Salutación republicana en estas navidades para el 54% del país

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La República Líquida

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El siglo XX se ha caracterizado por una lucha centrada en el estado. Tanto el liberalismo (para anularlo) como el socialismo (para extenderlo), Disputaron el tamaño y el tipo de Estado en una pelea encarnizada.

Sin embargo en Latinoamérica y especialmente en Argentina esta puja no tuvo como centro al estado como en Europa, mas bien las luchas fueron por la República, un agonismo mas amplia que involucró a la totalidad de las instituciones públicas. A partir de la segunda mitad de ese siglo, esta discusión en el país tuvo  como protagonista principal al peronismo que estableció un modus operandis de cómo hacer la política y que se terminó por imponer masivamente en la primera década de este nuevo siglo. El mismo consistió en sacar al Estado, o mejor dicho la propiedad y amplitud del estado de la disputa entre derechas e izquierdas y avanzó sobre una estructuración de la sociedad en un complejo entretejido de nodos autoorganizados que prescindieron de las instituciones del estado para funcionar. Las fuerzas tradicionales de principio de siglo tanto el socialismo, como el conservadurismo liberal fueron perdiendo espacio en esta disputa hasta llegar a desintegrarse por completo luego del fracaso en la imposición del modelo neoliberal cuyo pico de conflicto ocurrió exactamente hace diez años atrás con la caída del gobierno de De la Rua.

Esto pudo ocurrir gracias a que estas fuerzas basadas en el estado, fueran de derecha como el Liberalismo y sus diferentes corrientes, como el socialismo- comunismo tradicionalmente de izquierda, como las izquierdas mas ortodoxas; siempre coincidieron en la necesidad de un Estado verdaderamente existente, ergo objeto de sus disputas. Al ser el peronismo una fuerza pragmática, prescindente de las instituciones republicanas y motor de las dos reformas constitucionales que tuvieron lugar el siglo pasado, pero sobretodo populista a la hora de tomar decisiones, era lógico que las otras fuerzas coincidieran en oponérsele a fin de restaurar la República perdida.

En esa lucha se les fue la vida, al unirse “en contra de” y no a favor de nada, (porque de esta manera tampoco se defiende la cosa pública sino los intereses que se pretenden a partir del reparto de lo público), perdieron su identidad pero sobre todo perdieron toda su injerencia sobre el Estado, objeto y razón de su existir. A partir de la mitad del siglo XX la política se dividió entre peronistas y antiperonistas, estos últimos envestidos de una túnica republicana.

Esto es lo que en Europa se llaman estado de descomposición. Sin embargo este fenómeno no ocurre solamente en nuestro país, Bolivia sin ir mas lejos es el paradigma de estado post republicano, o de republicanismo líquido. Bolivia es una confederación de naciones articulada bajo un mismo gobierno donde se ha formado una microglobalización armada entre culturas indígenas y europeas que pretende sostenerse en el tiempo (no se sabe hasta cuando) . Ya ha habido intentos de secesionismo por parte de la Medialuna que conforman los departamento de Beni, Santa Cruz de la Sierra y Pando que sumada a Tarija producen el 44% del PBI Boliviano, pero hasta ahora el gobierno de Evo Morales mantiene unida lo que otrora supo ser el Estado Nación Bolivia.

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Tradicionalmente los estado se han dividido territorialmente en Naciones que ocupan la totalidad del globo terráqueo.  Estos estado nacionales se dividen  entre sí mediante límites fronterizos a veces bipartitos, otras multipartitos. Por trabajos recientes sabemos que estas líneas imaginadas, a veces trazadas por la naturaleza, otras por el capricho de alguna línea recta trazada sobre el mapa, no son tales sino fajas o tal vez zonas fronterizas a partir de la cuales una nación- estado deja de ser tal pera transformarse en otra. También sabemos que en los límites de los estados, entre sus pliegues, pueden instalarse  Zonas Temporalmente Autónomas, que serán tan temporales, tan angostas o tan autónomas como los Estados que se la disputan lo permitan,  mientras tanto las posibilidades de la TAZ serán infinitas.

Llevando este razonamiento in extremis, podríamos decir que tradicionalmente las fronteras del Objeto Político Estado han podido estar mas o menos definidas: cuanto mas angostas o diminutas hayan sido las TAZ que pudieron instalarse en sus bordes. Si los estados nacionales les pudieron ganar a las TAZ tendremos instituciones republicanas tan fuertes y duraderas  como sus estados, si las TAZ le ganaron a los estados, tendremos en consecuencia menos instituciones estables y mas conglomerados de regiones no controladas por los Estados. Nuevamente Bolivia se nos muestra hoy con su nueva constitución como que esto fuera posible.

Por lo que en una situación de República Líquida los estados no serán nacionales sino que otras identidades menos abstractas definirán esas fronteras por cuestiones de etnia, género, raza, religión, economía o cultura. El peronismo es una herramienta lo suficientemente precisa para poder permitir estos enclaves en los márgenes. De allí ha avanzado sobre en centro, en general ocupado por el Estado.

También aprendimos que la gestión tradicional de los territorios se hacía en sentido inverso desde los centros hacia las periferias. Recordemos a Marisa Moyano[2]en su trabajo “Escritura, frontera y territorialización en la construcción de la nación”:

“Configurar el cuerpo de la patria, su historia y sus trazos definitorios para hacer del espacio un territorio, y de éste una Nación, implicará incursionar en la frontera con la “barbarie”: la zona que une y separa a la vez el mundo conocido del desconocido, lo perfilado de lo amorfo, el “yo” del “otro”, la identidad de la diferencia; la zona donde se tocan y trafican las dimensiones del presente y del pasado, de un espacio sin marca, de una naturaleza sin saber, de un territorio sin propiedad, de monstruosas otredades sin asimilar que los habitan y transitan.” […]

Afirma que el proceso discursivo era una “operación ideológica de invención social del espacio y las fronteras, como mecanismo previo al plan político de apropiación material del espacio en el proceso de conformación del territorio de un Estado Nacional”. Dice que la avanzada discursiva” prepara el proceso de apropiación efectiva del espacio y de configuración del mapa político real del Estado.]…[Ese procedimiento territorializador, en el proceso de inventar un espacio nacional, define sus límites y explora sus fronteras para exorcizar la barbarie y apropiarse discursivamente de ese cuerpo. Una estrategia eficaz que configuró y legitimó ese procedimiento fue la utilización de lo que Navarro Floria denomina metáfora del desierto, como un doble movimiento discursivo que consistía primero en operar conceptualmente un “vaciamiento del desierto” – a partir de las textualizaciones que lo configuraron como imagen de la negatividad y de la nada absoluta, de espacio sin límite ni propiedad, pura “naturaleza bárbara”- para procesarlo después, en un segundo movimiento, como espacio potencialmente productivo para la mano de hombres civilizados. Con ello se produce la apropiación discursiva del espacio que precede a la apropiación política posterior”.

La reversión del proceso descripto por Moyano con tanta precisión es justamente el avance de la TAZ sobre el centro, es el repliegue de las fronteras hacia sus núcleos definitorios, es en definitiva una desterritorialización de la política.

Finalmente como republicanistas nos preguntamos sobre las posibilidades de una República inmersa en esta liquidez de los territorios y la primera conclusión que surge a simple vista es que una reinstitucionalización republicana nada tendrá que ver con los procesos tradicionales que generaron los Estados Nacionales, ergo, de nada sirven todos aquellos mecanismos históricos que se usaron para defenderlos.

La otra pregunta necesaria es sobre el rol del Estado en una República Líquida. Si las luchas por la igualdad basadas en la puja por el Estado habían sido las banderas del siglo XX, como dijimos en reiteradas oportunidades, las posibilidades de la República en el siglo XXI estarán necesariamente unidas a la Fraternidad en donde la institución no estará sometida al paradigma de lo imaginado, como el de la igualdad con base de sustentación en el Estado, tampoco tendrá mas chances de replegarse hacia el individualismo liberal dado que el fin del siglo pasado (para nosotros) y el principio de este (para Europa) han demostrado que una globalización basada en el mercado a la larga no es sostenible en el tiempo.

Finalmente la tercer divisa, la que falta, la que se postergó por doscientos años desde la primavera de los pueblos tendrá que venir a restituir la convivencia real entre pares, no para acrecentar la diferencia de las diferencias y atomizar al conjunto, todo lo contrario, para posibilitar la convivencia en la diversidad.

Los flujos harán el resto, cautivos o liberados, autónomos o dirigidos, materiales o inmateriales, serán en definitiva los que posibilitarán la reinstitucionalizacion. ¿Por qué? Porque sin un aparato político capaz de mantener vivo los flujos, estos se estancarán, se cercenarán, finalmente se cortarán generando demandas insatisfechas que devendrán en nuevas formas de organización, dado que la organización es hija de la necesidad. El viejo “te corto el chorro” no tendrá más sentido sin un estado militar que lo ejecute, a partir de allí siempre habrá posibilidades para que las fronteras se hagan más porosas y que los flujos se encaucen ecológicamente.

Nosotros, los republicanistas estaremos allí, dinamitando muros, agujerando fronteras, uniendo puntos afines, estableciendo paridades mas allá de donde éstas se ubiquen. Desde ese lugar será posible la reconstrucción de una nueva institucionalidad, también líquida, que no tenga que ver con las rigideces ni con las centralidades tampoco con los derechos adquiridos. Tendrá que ver con los flujos, con el cómo hacerlos más fluidos, cómo hacerlos más distribuidos, cómo hacerlos mas tecnológicos, cómo hacerlos mas sustentables en el tiempo, en definitiva cómo hacerlos mas ergódicos.

No serán las instituciones la que deban durar eternamente, sino los flujos que la atraviesen.

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Taz, Zona temporalmente autónoma

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Los piratas y corsarios del siglo xviii crearon una «red de información» que envolvía el globo: primitiva y dedicada primordialmente a los negocios prohibidos, la red funcionaba admirablemente. Repartidas por ella había islas, remotos escondites donde los barcos podían ser aprovisionados y cargados con los frutos del pillaje para satisfacer toda clase de lujos y necesidades. Algunas de estas islas mantenían «comunidades intencionales», completas mini-sociedades que vivían conscientemente fuera de la ley y mostraban determinación a mantenerse así, aunque fuera sólo por una corta -pero alegre- existencia.

Hace algunos años investigué un montón de material secundario sobre piratería, intentando encontrar algún estudio sobre estos enclaves, pero parece que todavía ningún historiador los había encontrado merecedores de análisis serio. (William Burroughs había mencionado el tema, como lo hizo el anarquista inglés Larry Law -pero no se había hecho ningún estudio sistemático). Me remití a la fuentes directas, y construí mi propia teoría, algunos de cuyos aspectos analizaré aquí. Decidí llamar a aquellos asentamientos «utopías piratas». […]

Creo que extrapolando las historias del pasado y el futuro sobre las «islas en la red» podríamos acumular suficientes evidencias como para afirmar que una especie de «enclave libre» no sólo es en nuestro tiempo posible, sino de hecho ya existente. Toda mi investigación ha cristalizado en el concepto de «Zona temporalmente autónoma» (que a partir de aquí abreviaré TAZ2). Pese a su carácter sintético forzado por mi propio pensamiento, no pretendo que el TAZ sea tomado como un ensayo -en el sentido también de «intento»-, una propuesta o una fantasía poética. Pese al entusiasmo oratorio de mi lenguaje, no pretendo elaborar ningún dogma político. De hecho, renuncio a definir el TAZ: planeo alrededor del concepto, pasando de reflejos exploratorios. Al final, el TAZ es prácticamente auto-explicativo. En el contexto del mundo contemporáneo, podría ser entendido sin dificultad ... entendido en la acción.

¿Cómo es que todo mundo puesto patas arriba siempre termina por enderezarse? ¿Por qué siempre a toda revolución sigue una reacción, como una temporada en el infierno?

La revuelta, o la forma latina insurrección, son palabras que los historiadores utilizan para describir las revoluciones fallidas -movimientos que no completan la curva prevista, la trayectoria consensuada: revolución, reacción, traición, fundación de un estado aún más fuerte y opresivo, la vuelta de la tortilla y el retorno de la historia una y otra vez a su más alta forma: el látigo en el rostro de la humanidad por siempre.

Al fallar en el cumplimiento de la curva, la revuelta sugiere la posibilidad de un movimiento que escapa y va más allá de la espiral hegeliana del progreso, que secretamente no es sino un círculo vicioso. Surgo -levantamiento, aparición. Insurgo -levantamiento, rebelión de uno mismo. Una operación de comienzo, de toma de las riendas. Un adiós a la maniatada parodia del círculo del karma, de la fútil revolución histórica. La consigna «¡revolución!» se ha convertido de proclama en veneno, un maligno hado pseudognóstico, una fantasmagoría en la que sin importar cuánto luchemos quedamos siempre atrapados por el demonio de Aión, el íncubo del estado, de un Estado tras otro, cada paraíso regido por un ángel más maligno.

[…] La Historia pregona que la Revolución quiere permanencia, o cuando menos duración, mientras que la revuelta es temporal. En ese sentido una revuelta es como una experiencia límite, lo contrario del estándar de la conciencia y experiencia ordinaria. Como la fiesta, la revuelta no puede ocurrir cada día -de otra forma no sería extra-ordinaria. Pero tales momentos de intensidad dan forma y sentido a la totalidad de una vida. El chamán retornará -no puedes permanecer a tope siempre-, pero todo habrá cambiado, una diferencia se ha instaurado.[…]

Brevemente: no proponemos el TAZ como un fin exclusivo en sí mismo, reemplazando todas las otras formas de organización, tácticas y objetivos. Lo defendemos porque puede proveer la clase de intensificación asociada con la revuelta sin conducir necesariamente a su violencia y sacrificio. El TAZ es como una revuelta que no se engancha con el Estado, una operación guerrillera que libera un área -de tierra, de tiempo, de imaginación- y entonces se autodisuelve para reconstruirse en cualquier otro lugar o tiempo, antes de que el Estado pueda aplastarla. Puesto que el Estado tiene más que ver con la Simulación que con la substancia, el TAZ puede ocupar estas áreas clandestinamente y llevar adelante sus propósitos subversivos por un tiempo en relativa paz. Puede que incluso algunos pequeños TAZs hayan durado vidas enteras, y ello gracias a su capacidad de permanecer ignorados, como pequeños enclaves rurales que nunca se han cruzado con el Espectáculo, que nunca han aparecido fuera de la «vida real» que resulta invisible a los agentes de la Simulación.[…]

El TAZ es un campamento de guerrilleros ontológicos: golpean y corren. Mantén en movimiento a la tribu entera, aunque sólo se trate de datos en el Web. El TAZ tiene que ser capaz de defensa: pero tanto su ataque como su defensa deben, siempre que puedan, eludir la violencia del Estado, que es una violencia sin sentido. El ataque se hace contra estructuras de control, esencialmente contra las ideas; y la defensa es la invisibilidad -un arte marcial- y la invulnerabilidad -un arte oculto entre los marciales. La «máquina de guerra nomádica» conquista antes de ser notada, y se desplaza antes de que el mapa pueda ser reajustado. Por lo que concierne al futuro, sólo los autónomos podrán planificar la autonomía, organizarla, crearla. Es una operación que se autoinicia, fundacional. El primer paso tiene algo de satori: la realización del TAZ comienza con el simple acto de su realización.

La idea del TAZ surge en principio de una crítica de la de Revolución, en favor de la de Insurrección. La primera etiqueta a la segunda como fracaso, pero para nosotros la revuelta representa una posibilidad mucho más interesante -desde la perspectiva de una psicología de la liberación- que las revoluciones «cumplidas» de la burguesía, los comunistas, los fascistas, ...[…]

El «mapa» es un sistema político abstracto de coordenadas, un gigantesco fraude reforzado por la zanahoria condicionadora del estado experto, hasta que al final para la mayoría de nosotros el mapa deviene el territorio -no más la «isla de la tortuga», sino los USA. Y justamente porque el mapa es una abstracción, no puede cubrir la tierra -con precisión 1:1. En el contexto de complejidad fractal de la geografía actual, el mapa sólo puede abarcar coordenadas dimensionales. Sin embargo inmensas extensiones plegadas escapan al patrón mesurador. El mapa no es preciso, no puede ser preciso.

Por ello -la Revolución está clausurada, pero la insurgencia abierta. En nuestro tiempo no cabe sino concentrar nuestra fuerza en «poderes insurgentes», eludiendo todo entrampamiento en cualquier «solución permanente».

Y el mapa está clausurado -pero la zona autónoma está abierta. Metafóricamente, se esconde plegada bajo las dimensiones fractales invisibles para una cartografía de Control. Y aquí es donde debemos introducir el concepto de psicotopología (y psico-topografía), como una ciencia alternativa -a la vigilancia y cartografiado del Estado y su «imperialismo psíquico». Sólo una psicotopografía puede trazar mapas a escala 1:1 de la realidad, porque sólo la mente humana posee la complejidad suficiente como para reproducir lo real. Y un mapa 1:1 no puede controlar su territorio -por la sencilla razón de que es virtualmente idéntico a él. Sólo puede ser usado para sugerir determinadas actuaciones. Buscamos en él «espacios» -geográficos, sociales, culturales, imaginarios- con fuerza potencial para florecer como «zonas autónomas» -y buscamos tiempos en los que estos espacios se encuentren relativamente abiertos, bien por desinterés del estado en ellos, bien porque hayan pasado desapercibidos a los cartógrafos, o por la razón que sea. La psicotopología es el arte de la prospección de nuevos TAZs potenciales. […]

1. En primer lugar, podemos hablar de una antropología natural del TAZ. La familia nuclear es la unidad base de las sociedades del consenso, pero no del TAZ («Familias: ¡cómo las odio! Miserias del amor» -Gide). La familia nuclear, con sus «miserias edípicas», parece ser un invento neolítico, una respuesta a la «revolución agrícola» con la escasez y la jerarquía impuestas. El modelo paleolítico era a la vez más primario y radical: la banda. La típica banda nómada o seminómada de cazadores en grupo reunía a unos 50 miembros. En las sociedades tribales mayores, la estructura de bandas se completaba por los clanes de la tribu, o por agrupamientos tales como sociedades secretas o iniciáticas, de caza o guerra, de género, «repúblicas infantiles» etc. Si la familia nuclear tiene su origen en la escasez -y se resuelve en miseria- la banda resulta de la abundancia y es pródiga. La familia es cerrada, por lo genético, por la posesión machista de la mujer y los niños, por la jerárquica totalización de la sociedad agrícola/industrial. La banda en cambio es abierta -no a todos, por supuesto, pero sí a todo el grupo de los afines: los iniciados se comprometen por lazos de amor. La banda no es parte de ninguna jerarquía superior, sino parte de un modelo horizontal de relaciones, lazos de sangre extendidos, contratos y alianzas, afinidades espirituales, etc. (La sociedad Indio-americana conserva ciertos aspectos de esa estructura incluso ahora).[…]

2. El TAZ como «festividad». Stephen Pearl Andrews ofreció en una ocasión, como imagen de una sociedad anarquista, la descripción de una cena-fiesta, en la que toda estructura de autoridad quedaba disuelta en la convivencia de la celebración. También podríamos invocar a Fourier y su idea de la sensualidad como base del devenir social -»tactilidad» y «grastrosofía» como himnos de respuesta a la denegación social de las implicaciones del olfato y el gusto. Los antiguos conceptos del julibeo y las fiestas saturnales se originaban en la convicción de que ciertos eventos sucedían fuera del orden del «tiempo profano», bajo la medida del Estado y la Historia. Estas festividades literalmente ocupaban vacíos en el calendario -eran intervalos intercalados. Durante la edad Media cerca de una tercera parte del año era consagrado a festividades. Es posible que las razones de la resistencia a la reforma de los calendarios tuvieran menos que ver con los «once días perdidos» que con la sospecha de que la ciencia imperial conspiraba para eliminar esos vacíos en el calendario que acumulaban la libertad de las gentes -un golpe de estado, un cartografiado de los años, un someter a medida al tiempo mismo, convirtiendo el cosmos orgánico en un universo mecánico. La muerte de lo festivo.[…]

La esencia de la fiesta: el cara a cara, el grupo de humanos que pone en común sus esfuerzos para realizar sus deseos, se trate de comida y bebida, baile, conversación o el arte de vivir; puede que incluso para el placer erótico, o para crear obras de arte colectivas, o para atraer el puro circular de la alegría. En síntesis, la «unión de los egoístas» -en el sentido de Stirner- o acaso -en términos ahora de Kropotkin- una base biológica que conduce a la ayuda mutua. También aquí cabría mencionar la «economía del derroche» bataillana y su teoría de la cultura potlach.

3. Fundamental para dar forma a una realidad TAZ es el concepto de nomadismo psíquico -o, como humorísticamente lo llamamos, un «cosmopolitanismo del desarraigo». Algunos aspectos de este fenómeno han sido analizados por Deleuze y Guattari en «La nomadología y la máquina de guerra», por Lyotard en Deriva, y por diversos autores en el número sobre el «Oasis» de la revista Semiotext(e). Utilizamos el término «nomadismo psíquico» mejor que el de nomadismo urbano, nomadología, deriva, etc., simplemente para aglutinar todos estos conceptos en un único complejo difuso, para estudiarlo a la luz del advenir del TAZ.

El nomadismo psíquico como táctica, lo que metafóricamente Deleuze & Guattari llamaron la máquina de guerra, transforma la paradoja de pasiva en activa -e incluso violenta. Los últimos estertores de dios se han prolongado durante tanto tiempo -en las formas del Capitalismo, Comunismo y Fascismo, por ejemplo- que todavía queda mucha «destrucción creativa» por hacer, para ser satisfecha por los comandos post-bakunianos y post-nietzscheanos, o por los apaches -literalmente, «enemigos»- del viejo Consenso. Estos nómadas practican la razzia, son corsarios, virus. Necesitan y desean TAZs, campos de tiendas oscuras bajo las estrellas del desierto, interzonas, fortificados oasis escondidos en las rutas de las caravanas, pedazos liberados de jungla y tierras baldías, áreas prohibidas, mercados negros y bazares underground.

Estos nómadas guían sus movimientos por estrellas extrañas, que pueden ser clusters luminosos de datos en el ciberespacio, o quizás meras alucinaciones. Coloca un mapa de la tierra; sobre él superpón un mapa de los cambios políticos; sobre él, otro de la red, particularmente de la antired que enfatiza el flujo de información clandestina -y finalmente, sobre todos ellos, el mapa 1:1 de la imaginación creativa, de los valores, de la estética. Las coordenadas resultantes cobrarán vida, animadas por gotas y olas de energía inesperada, coágulos de luz, secretos túneles, sorpresas.

[…]El TAZ tiene localizaciones temporales -pero efectivas- en el tiempo y en el espacio. Y también ha de tener una «localización» en el Web, y esa localización es de distinto tipo, no efectiva sino virtual, no inmediata pero sí instantánea. El Web no sólo proporciona soporte logístico para el TAZ, ayuda a que aparezca. Hablando crudamente: puede decirse que el TAZ existe tanto en el espacio de la información como en el «mundo real». El Web puede compactar grandes cantidades de tiempo -como hace con los datos- en espacios infinitesimales. Ya hemos apuntado que, por su carácter temporal, el TAZ debe necesariamente renunciar a las dimensiones de la libertad que significan duración y una localización más o menos fija. El Web ofrece una especie de sucedáneos de esas ausencias -puede informar al TAZ, desde su mismo inicio, con enormes cantidades concentradas de tiempo y espacio «sutilizadas» como datos.

En este momento de evolución del Web, y considerando nuestras demandas de sensualidad y encuentro directo, debemos considerar el Web en primer lugar como un sistema de soporte, capaz de llevar información de un TAZ a otro, de defenderlos, de convertirlos en invisibles o agresivos si la situación lo requiere. Pero es más que eso: si el TAZ es un campo nómada, el Web puede ofrecer la épica, las canciones, las genealogías y las leyendas de la tribu; revela las rutas de las caravanas y las ocasiones de asalto que alimentan la economía de la tribu; incluso contiene muchos de los caminos que recorrerán, muchos de los sueños que experimentarán como signos y portentos.

El Web no depende para su existencia de la tecnología informática. El boca-a-boca, el correo, la red marginal de fanzines, los árboles telefónicos y cosas de ese tipo ya constituyen una Web de información. La clave no es el tipo o el nivel de la tecnología implicada, sino la apertura y horizontalidad de su estructura. En todo caso, el concepto de red implica el uso de ordenadores. En toda la imaginería de la ciencia ficción, la Red de ordenadores opera como condición del ciberespacio (como en Tron o Neuromancer) y la pseudotelepatía de la realidad virtual. Como fan del cyberpunk no puedo sino imaginar la hacker reality como algo con un papel fundamental en la creación de TAZs. Como Gibson y Sterling, asumo que la red oficial nunca conseguirá clausurar la Web o la antired -la piratería de datos, las transmisiones no autorizadas y el libre flujo de la información nunca podrá ser detenido. De hecho, y tal y como yo la entiendo, la teoría del caos establece justamente que ningún sistema de control universal es posible[…]

Quizás la escuela neo-paleolítica tiene razón cuando defiende que toda forma de alienación y mediación debe ser destruida o abandonada antes de que nuestros objetivos puedan realizarse -o quizás la verdadera anarquía sólo pueda realizarse en el espacio exterior, como defienden algunos libertarios futurísticos. Pero el TAZ no tiene realmente que ver con lo que «fue» o «será». Sino con resultados, con ataques efectivos y realidad consensuada, rupturas hacia una vida más intensa y abundante. Si el ordenador no sirve para ello, entonces no prosperará. Mi intuición sin embargo es que la antired se está constituyendo, e incluso que quizás en efecto existe ya -pero no puedo demostrarlo. Toda mi teoría del TAZ se basa en parte en esta intuición. Por supuesto que el Web es más amplia que la mera red de ordenadores, e incluye por ejemplo al samizdat o el mercado negro. Pero el gran potencial de una red de información no jerárquica, lógicamente, reposa en el ordenador como herramienta por excelencia. Ahora, queda esperar que el trabajo de los hackers demuestre que estoy en lo cierto. ¿Dónde están mis rizomas?

Hakim Bey

“tanto interés en nosotros, que vivimos como cualquier pobre”

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Bella Unión, el rincón de la rinconada

No es la primera vez que nos ocupamos del tema Frontera, Límite, no hace mucho Rib inauguraba una serie de posts que desde acá seguimos y cuyo eje se desarrolla a partir de los trabajos de Eduardo Gudynas y Alejandro Grimson y consiste en diferenciar el límite territorial que demarca una frontera de lo que los autores dan por llamar zona fronteriza. Si el primero está precisamente definido (o no) por la autoridad política o por algún hito geográfico, la segunda es mas difusa, comprende todas las divisiones políticas y sociales que tengan que ver con la frontera a ambos lados de la misma.

Grimson recomienda e incentiva el concurrir a esa zona de frontera y corroborar in situ los términos del límite que separa la frontera, de otra manera quedarían ocultos muchos ribetes que desde adentro de la zona en cuestión quedan fácilmente reconocibles.

Estudiar identificaciones es estudiar sus límites. Es decir, los grupos y las identificaciones no pueden comprenderse en sí mismos, sino en relación con otros, en un entramado de relaciones que repone una situación de contacto, una situación de frontera.

Extendiendo este procedimiento podríamos trasladarlo a otros ámbitos fronteras adentro, fronteras internas, fronteras húmedas, bordes, civilización y barbarie. Si la aproximación a la frontera es la concepción del acercamiento a un límite que demarca un borde, también caben las consideraciones matemáticas del concepto de límite. Para ello solo basta imaginarnos caminando hacia una pared real de a pasos en donde el paso siguiente es la mitad de largo que el anterior. Es evidente que nunca llegaremos a la pared pero estaremos tan cerca de la pared (real) tanto como nos lo propongamos. La pared en este caso es el límite. En el trayecto quedará un gradinte de acercamiento que se definirá por lo aceptable mas allá que por lo verdadero  o lo real.

En esta oportunidad es Silvina Merenson la que sigue las recomendaciones de Grimson y se tralada la frontera tripartita  entre Brasil, Uruguay y Argentina, mas precisamente a la población uruguaya de Bella Unión,  para tratar de revelar los distintos modos en que los habitantes de una zona limítrofe, el discurso estatal, la historiografía y los medios de comunicación en Uruguay significaron y significan la frontera.

Se propone identificar y comprender cuatro formas de dar cuenta de las fronteras territoriales y simbólicas que articulan la condición de triple frontera territorial de Bella Unión y de sus habitantes. La primera se hace eco de un “discurso de hermandad” (Grimson 2000) entre Uruguay, Brasil y la Argentina y resalta la integración entre los habitantes de las fronteras. La segunda lectura subraya el carácter “débil”, “blando” o “indefinido” que “históricamente” tuvo la frontera norte uruguaya y condena la “penetración” o “invasión” que experimenta Bella Unión por parte de los países vecinos. La tercera lectura tiene por sujeto un sector socioeconómico específico de la sociedad bellaunionense –los peludos– y está vinculada a un relato político de continuidad histórica que hunde sus raíces en el siglo XIX. Finalmente, la cuarta y última lectura regresa sobre los peludos de Bella Unión, pero esta vez para testimoniar de otro modo “lo marginal que habita en el margen” –los pobres que habitan la frontera– y para representar a Bella Unión como la máxima expresión territorial y simbólica de la “frontera de la frontera”. Esta idea concibe un Uruguay que, por su ubicación y extensión territorial, funciona como “límite entre dos gigantes” o como “Estado tapón”, del que Bella Unión sería el “rincón de la rinconada”.

Sintetizando lo expuesto en dicho trabajo, Merenson hace una deducción casi histográfica en donde de una definición de frontera deviene la otra. Siempre nos debemos situar en ese contexto de “zona de frontera” , la rinconada, más que en la frontera misma. Es lógico que sea así ya que encara su trabajo desde el conceto fronterizo de “hermandad” y describe una serie de acontecimientos sociales que se autodenominan como “… de frontera” diferenciando los mismos de los mismos eventos que se dan mas al centro. En ellos enrola a la comida, al carnaval incluso a las mismas nacionalidades, como la de uruguayo de frontera. Sabemos que esto es así por estudios como los de Gudynas o Grimson, el habitante de la zona de frontera no se ve diferente a sus hermanos del otro lado, lo considera un par mas allá de las identidades que en este caso se vuelven totalmente difusas y complejas. Lo cierto es que todo un protocolo de interelación caracteriza estas zonas de borde, hombres que se casan con mujeres de la otra orilla y tienen hijos que habitan aquí y allá. Merenson aclara que este entrecruzamiento también está sesgado por la clase y el género.

Entonces por qué si desde dentro de la zona fronteriza se percibe el límite como una idealización de las relaciones humanas, desde la centralidad se la contrapone con calificaciones como territorio “débil”, “blando” o “indefinido” que “históricamente” tiene “penetración” o “invasión”. Ambas concepciones son antagónicas: o es un lugar asimilable a lo que Hakim Bey llama Zona temporalmente autónoma (TAZ en inglés) o es un punto de vulnerabilidad y penetración desde el punto de vista nacionalista.

Lo que nos pone frente al tercer enfoque con que Merenson mira la triple frontera de Brasil, Argentina y Uruguay es una óptica casi romántica de un sector de la población rural, los peludos, que describe así:

Al encarnar lo “autóctono”, los peludos serían una suerte de “bastión patriótico” del “ser uruguayo” que los identifica con las luchas por la independencia, el  proceso que derivó en la formación del Estado-nación y el proceso de radicalización y violencia política en los años sesenta y setenta.
Antes de que los peludos fundaran la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA), el sindicato que los reúne desde 1961, considerado el antecedente directo del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), como hombres de campo ellos fueron sujeto de un relato sobre el Uruguay que los identificó como patriotas. Por su trabajo en la tierra vinculado al esfuerzo y el sacrificio diario, lejos de las comodidades de la ciudad, los trabajadores rurales integran en este relato la descripción del “Uruguay profundo” o “real” en la medida en que contribuyeron a poblar la campaña, haciéndola producir.

Una especie de interioridad que da legitimidad a estos pobladores que se entremezclan con los comerciantes y habitante que uno usualmente advierte por las zonas de frontera. Los peludos hacen patria allí, por eso se los considera patriotas.

Sice Merenson:

La lectura de la frontera y de sus habitantes que expusimos en el acápite anterior sería inviable sin la esencialización y la exotización de los peludos y los usos estratégicos de esta identidad. Este rasgo, aunque con un objetivo diferente, constituye la base de la cuarta y última lectura de la frontera que desarrollamos en este trabajo. En gran parte, la diferencia que media entre la lectura que vimos en el acápite anterior y ésta es la que media entre “las luchas setentistas basadas en concepciones clasistas contra el ‘sistema’”  “la politización de las identidades en el lenguaje de la inclusión” que, a fines de los años ochenta, dieron lugar a un “nuevo formato de la política” (Segato 2007).

La representación de los peludos como “lo marginal que habita en el margen” –como los pobres que habitan la frontera– y de Bella Unión como la máxima expresión territorial y simbólica de la “frontera de la frontera” constituye un modo específico de dar cuenta de la nación.

Denis Merklen analiza el mismo tema de vivir en los márgenes, esta vez en los márgenes de la ciudad, también él señala los márgenes como una “frontera de la frontera” vivir en el margen siempre lo pone a uno del otro lado en un rol de cazador en una situación de extrema vulnerabilidad en donde

la vulnerabilidad favorece la cultura del cazador. Quienes caen en una situación de vulnerabilidad como consecuencia de la persistencia de los problemas de integración se mueven en el mundo mucho más como cazadores que como agricultores. No proyectan sus vidas en función de cosechas anuales que deberían programarse en armonía con los ciclos de la naturaleza. Refugiados en sus barrios, perciben a la ciudad como un mundo extraño y que puede ser hostil. Por otra parte, salen cotidianamente a la ciudad como si ésta fuera un bosque que ofrece un repertorio variado de posibilidades. Hoy quizás obtengan una buena pieza, mañana tal vez no. Juegan su suerte en la oportunidad que le ofrecen los intersticios de unas instituciones cuyos márgenes no están definidos por una línea nítida, son difusos. La informalidad de la economía y la laxitud de los reglamentos ofrecen espacios en los que se puede encontrar de qué vivir. Unos con un espíritu de resignación y rechazo hacia los valores dominantes, otros pensando que un lugar estable puede estar aguardándolos o que tienen derecho a él.” […]

“El cazador no puede acumular, tiene que salir a diario a cobrar una presa nueva. No puede reproducir el recurso del que vive. El cazador sale con el arco y la flecha y debe volver con algo. Va al municipio, a la sociedad de fomento, a la iglesia y debe volver con algo, un plan o un sachet de leche o remedios para la abuela. Algo que no se sabe cuánto durará.”

Volviendo a Merenson reseña sobre estos habitantes del rincón de la rinconada:

Entre los pobladores, la representación de Bella Unión como “emblema de la injusticia social” motivó una serie de interpretaciones que fueron de la “vergüenza” a la exaltación de la miseria constatada por la prensa nacional. Mientras quienes pertenecen a las clases medias locales se lamentaban por “ser noticia” por razones como ésas, el sector socioeconómico que integran los peludos osciló entre la reacción y la demanda. No fueron pocos los que indicaron que la propia pobreza no sólo era igual a la del resto del país, sino que en algunos casos era “mejor”, “porque acá no tenemos las drogas ni las delincuencias que hay en los cantegriles de Montevideo”. Molestos por la atención mediática suscitada, adjudicaron al tiempo de la política –la campaña electoral- las razones de “tanto interés en nosotros, que vivimos como cualquier pobre”. Otros, en cambio, explicaron la situación a partir de la histórica relegación y marginación de la frontera norte y de sus habitantes.

Ambas posiciones constituyen formas de pensarse en relación con el Estado y la nación. Si la primera supone una operación de generalización y la segunda el registro de la diferencia, ambas apelan al lenguaje de la inclusión. Y es que contextos críticos y hechos como los expuestos parecen iluminar los modos en que los uruguayos se piensan a sí mismos, se asignan valores y se presentan ante los otros.

Finalmente Merenson deja tres ejes abiertos para la discusión a modo de conclusión:

Someter al análisis las cuatro lecturas presentadas, vinculándolas con los modos en que los diversos actores las integran en relatos de mayor alcance nos permite señalar tres ejes que podrían constituir el punto de partida de futuras indagaciones. La primera se vincula a la centralidad que adquiere la frontera territorial y simbólica a la hora de abordar los relatos con que los uruguayos se piensan a sí mismos y a los otros. La segunda indica el modo en que la frontera y sus habitantes son, en estos relatos, conductores de los rasgos que permiten construir “formaciones nacionales de alteridad”, reforzadas por parte de la  historiografía y los medios de comunicación de Uruguay. Finalmente, las páginas que integran este texto pretenden indicar que los procesos de identificación y representación vinculados a la nación despliegan una trama compleja de discursos “productores de hegemonía” que, sin embargo, no escapan al “tiempo heterogéneo” que caracteriza a sus sentidos y apropiaciones.

Donde se lee uruguayos bien podría leerse argentinos o brasileños. El último párrafo resaltado es muy interesante porque hace referencia a la trama compleja que despliegan los discursos productores de hegemonía, hoy donde se supone y donde también algunos creen que la construcción de hegemonías se basa solo en establecer políticas agonales o antagónicas simplificando esa trama compleja que oculta capas de significados ocultos y profundos; se hace necesario revisar esta concepción desde la óptica fornteriza .

Argentina posee una frontera en cada metrópoli, no solo Buenos Aires tiene la suya, Rosario, Córdoba, Tucumán, Neuquén, y tantas otras conourbanidades trazan fronteras en sus límites, las apreciaciones de Merenson son perfectamente transportables a las fronteras adentro de nuestros países. También nos ocupa que las fronteras entre las naciones del cono sur son muy nuevas, sin ir mas lejos recién cumplimos los primeros cien años del cierre del último paso abierto con Chile. Aquella metáfora del desierto vacío de significados que debía ser cartografiado y nombrado para poder apropiarse de él, de a poco se está subdividiendo y densificando en fronteras de diverso índole. 

Podemos remitirnos a las conclusiones de este post “La solución a la que se arriba es densificar, distribuir lazos de interconexión. Del Clústering hay que pasar a la etapa del  Swarming para lograr sinergia y resiliencia. Siempre caemos en la misma receta.”

NOTA: Señala Merenson que: El término nativo peludo, producto de la analogía con un roedor de la zona llamado de este modo, comprende tanto a los actuales como a ex cortadores de caña de azúcar, a los miembros de sus familias y a quienes sin saber trabajado en el corte de caña, se autodenominan de este modo, ya sea porque pertenecen al mismo sector sociodemográfico o porque trabajan la tierra, aunque en otra rama productiva.

Fronteras, estados e identificaciones en el Cono Sur

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Alejandro Grimson*

Los procesos fronterizos constituyen una entrada estratégica para la comprensión de los procesos socioculturales contemporáneos. Hace varias décadas, al menos desde Barth (1976) y Cardoso de Oliveira (1976 y 1996), sabemos que estudiar identificaciones es estudiar sus límites. Es decir, los grupos y las identificaciones no pueden comprenderse en sí mismos, sino en relación con otros, en un entramado de relaciones que repone una situación de contacto, una situación de frontera. Estudiando límites podemos saber aquello que un grupo o una identificación incluyen y excluyen, así como los dispositivos a través de los cuales construyen esas diferencias, articulándolas en la mayor parte de los casos con formas de desigualdad.

Una parte de los nuevos procesos y problemas que proliferaron en los estudios socioculturales durante la década del ‘90 fue conceptualizada a través de términos como identidades, fronteras, territorios. Esos términos se convirtieron en “metáforas comodines”, útiles para hacer referencia a las más variadas dimensiones y situaciones. La expansión de esos usos metafóricos se combinó en ciertos casos con una perspectiva que enfatizaba excesivamente la textualidad de “lo real” y la estética de lo social, muchas veces en detrimento de analizar conflictos de intereses que se expresaban no sólo en identidades políticas, sino también en políticas de identidad. En diversas regiones del mundo, nuevas formas de agrupamiento, así como la reaparición o el fortalecimiento de otras más antiguas, expresan luchas contra la desigualdad y por los derechos de la diferencia. A través de estos procesos, algunos conceptos centrales para comprender nuestra época se convirtieron en problemas –“no problemas analíticos, sino movimientos históricos que todavía no han sido resueltos” (Williams, 1980: 21). Cuando esto sucede “no tiene sentido prestar oídos a sus sonoras invitaciones o a sus resonantes estruendos” (ibíd.), ya que esa resonancia no es más que una convocatoria a la reproducción de un cierto saber, de una cierta práctica, de un cierto campo.[…]

Las fronteras son espacios de condensación de procesos socioculturales. Esas interfaces tangibles de los estados nacionales unen y separan de modos diversos, tanto en términos materiales como simbólicos. Hay fronteras que sólo figuran en mapas y otras que tienen muros de acero, fronteras donde la nacionalidad es una noción difusa y otras donde constituye la categoría central de identificación e interacción. Esa diversidad, a la vez, se encuentra sujeta a procesos y tendencias. Paradójicamente, cuando se anuncia el “fin de las fronteras”, en muchas regiones hay límites que devienen más poderosos.

En los últimos años, una parte sustancial de las investigaciones sobre fronteras en el Cono Sur se vinculó a una disconformidad teórica y política respecto de una importante corriente del estudio de las identidades y las culturas. Se trata de aquella vertiente que enfatiza la multiplicidad de identidades y su fragmentación, ocluyendo las relaciones de poder en general y la intervención del estado en particular. Las fronteras políticas constituyen un terreno sumamente productivo para pensar las relaciones de poder en el plano sociocultural, ya que los intereses, acciones e identificaciones de los actores locales encuentran diversas articulaciones y conflictos con los planes y la penetración del estado nacional. La crisis del estado, como se ha visto en diversas fronteras, se expresa fundamentalmente en términos de protección social, pero los sistemas de control y represión (del pequeño contrabando fronterizo, de las migraciones limítrofes) tienden a reforzarse. Por ello, el estado continúa teniendo un rol dominante como árbitro del control, la violencia, el orden y la organización para aquellos cuya identidad está siendo transformada por fuerzas mundiales. Por ello, es riesgoso subestimar el rol que el estado continúa jugando en la vida cotidiana de sus propios y otros ciudadanos. En diferentes países del Cono Sur, los estados nacionales guiados por hipótesis de conflicto bélico construyeron dispositivos para intervenir masivamente en la vida cotidiana de los pobladores fronterizos (Vidal, 2000).

Las zonas fronterizas constituyen espacios liminales donde se producen a la vez identidades transnacionales, así como conflictos y estigmatizaciones entre grupos nacionales. Como zonas de expansión y de límite, se reconfiguran para cumplir nuevas funciones en el nuevo orden global y regional. En diversas regiones se manifiestan dos procesos aparentemente contradictorios: la construcción de distinciones identitarias, y la construcción de elementos o rasgos compartidos por sus habitantes más allá del límite político existente. Estas zonas de frontera del Cono Sur están siendo analizadas no sólo como localizaciones de conflictos interestatales o del desarrollo de hermandades inmemoriales, sino como espacios estratégicos donde las tensiones entre estos aspectos se debaten y se procesan.

En estas zonas se desarrollan relaciones interculturales que no plantean necesariamente la “pérdida de identidad” nacional. En muchos casos, por el contrario, esas identificaciones se encuentran exacerbadas, atravesadas por el mandato nacionalista de “hacer patria”. Una incógnita pendiente se refiere a la persistencia de la noción de frontera como límite que establece roles sociales diferentes para los actores a uno y otro lado de la línea, en el marco de procesos como el Mercosur u otros que se anuncian para el futuro, y que supuestamente implicarían la desaparición de esos límites. En la actualidad, estos procesos tienden a resignificar y recrear las asociaciones de la noción de frontera no sólo con categorías de diferencia, sino con otras que se refieren a superior- i n f e r i o r, pobres- ricos, orden-desorden.

 

*Instituto de Desarrollo Económico y Social (Argentina). Doctorando de Antropología, Universidad de Brasilia. Becario del CONICET. Publicó los siguientes libros: Relatos de la diferencia y la igualdad, Interculturalidad y comunicación, Fronteras, naciones e identidades y Audiencias, cultura y poder (con Mirta Varela).

Gracias Rib

Muchachismo, un post machista

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Al tradicional Partido Militar en los último cuarenta años se le se venido oponiendo un nuevo partido que lo terminó por derrotar, hablo  del partido de las Madres. Todo muy líquido, muy posmo en este nuevo siglo pero dentro de mi hay un enano machista que me dicta que no todo está bien.

No es casual que Cristina Kirchner sea nuestra presidenta y no Carrió. Las dos son Madres sin embargo la primera logró lo que la segunda no pudo pese a que en más de una oportunidad arrimó el bochín bastante cerca.  Si analizamos un poco ambas se parecen en que son las políticas que más han mantenido su forma femenina a la hora de practicarla pese a sus estilos muy distintos. Mientras Cristina besa y abrasa en una clave demasiado familiar en concordancia con la  tradición argentina, Lilita ( y estuve tentado a poner Carrió) conserva eso de las madres aristócratas de los pueblos del interior. Mirtha Legrand es el emblema de esas madres, madres distante disciplinadora que jamás besan dado que su lugar es funcional al del varón que la acompaña. Dos tipos muy distinto de cariño.

Aquí vemos a una Cristina ganadora de las primarias, sola sin su hombre, sin su hijo (por problemas familiares no había podido asistir) que imperiosamente necesita abrazar a alguien. Por eso la llama a Florencia que estaba entre el público y la convoca a que la acompañe en el estrado. Carrió manda sus hijos a estudiar fuera del país para que se formen,seguramente les hará estudiar piano  y se junta con ellos una vez al año para veranear en Punta del Este.

Por favor que estas diferencias de estilo no se coman el post. No estoy juzgando el tipo de cariño, no, no, sino su relación con los otros desde su lugar de mujer, especialmente con los jóvenes.

Porque tanto Lilita, como Cristina, como mi mujer, como todas las madres de la Argentina practican muchachismo, algo que en lo particular es nuevo para mi. Y si el Macho Potsmo de Rolando Hangling existe y es el estereotipo del nuevo hombre argentino, mucho han tenido que ver esas madres en que esto así suceda.

Ellas como las Madres del Partido se plantan ante la vida con un reclamo: proteger a sus hijos ante viento y marea. Sus hijos son la fuente de su amor, sin embargo hay diferencias, mientras las madres tradicionales de antaño, mi vieja, compartía esa tarea con el hombre que la había acompañado en ese proceso creador, hoy la mayoría de las madres están solas o si tienen hombre al lado es muy probable que no sea el padre de sus hijos.

El Partido de las Madres, el Mamy Party, también se llevó puesta a la sociedad patriarcal y con ella a nosotros los macho proveedores. Si antes los hijos eran de las madres y el dinero de los padres, hoy liberadas en lo económico, para lo único que nos necesitan es para procrear, del resto se las arreglan solas. La otrora fuente de felicidad se ha convertido en remedio contra la soledad. Demasiada carga, a mi gusto, sobre las espaldas de esos adolecentes.

A un varón, pongamos de veintipico, con casa, comida, abrigo, ropa limpia, poco trabajo para no decir nada, lo único que necesita es ponerla cada tanto y para eso necesita una compañera casual que prolongue su irresponsabilidad al terreno de lo sexual, del resto se encarga el Mamu Party.

Entonces las madres practican el muchachismo, una una especie de exaltación de la juventud y las virtudes de los adolescentes que las Madres dicen encontrar entre los más jóvenes, a su vez es la herramienta ideal para ocultar las propias frustraciones de lo que ellas mismas no pudieron lograr durante sus propias juventudes. Y pese a sus esfuerzos su soledad vuelve a aflorar porque de nada sirve esclavizar al otro para no sentirse solo. Así más de la mitad de las mujeres en la CABA llegan a los cuarenta o más solas, sin un hombre que la acompañe en la convivencia y ese es un dato que no se debería despreciar.

Porque el muchachismo tanto en lo social como en lo político es una discriminación positiva en donde el descrinando queda expuesto por exaltación y celebración sin haber hecho nada para ser celebrado o exaltado salvo el ser hijo de la señora tal o cual, de la aristocracia o de la plebe. Lo que se exalta es la propia juventud y no la virtud, de esta manera se connota se diferencia y consecuentemente se discrimina. ¿Para qué? Como cualquier discriminación, la positiva también es una marginación. Uds. quédense en ese lugar de jóvenes bellos que el mundo sigue siendo feo y de mamita, los papás no existen, son unos zánganos vagos que no se merecen el nido.

El muchachismo arribado a la política tiene muchísimas consecuencias sociales, por ejemplo para mencionar alunas y no ahondar en ellas, la asignación de viviendas sociales, la tenencia de los hijos, la herencia, etc. Por lo que el muchachismo no es gratis ni para nosotros los hombres, ni para los hijos que lo padecen, ni para las propias Madres que lo administran.

Lejos quedaron las practicas de intercambiarse los hijos entre padres para que aprendan un oficio, o el servicio militar, o lo que supo llamarse “el respeto a la casa” que era una moral que cada familia dictaba en cuanto a lo que se podía hacer y lo que no dentro de las inmediaciones de la casa familiar.

Sin embargo leemos:

Según la Encuesta Mundial de Valores, en 1995 sólo el 10% de la población de la Argentina consideró que la política era un aspecto “muy importante” en su vida, lejos de la familia (87%), el trabajo (70%), los amigos (49%), la religión (35%) y el tiempo libre (27%). La proporción de entrevistados que “nunca” habla de política con los amigos subió del 36% en 1995 al 49% en 1999 (7).

Si en el ideario simbólico de los argentinos formar una familia sigue siendo una de las prioridades en sus preferencias,  junto al trabajo y a los amigos, por qué el muchachismo se empecina en contradecir esta voluntad popular que atraviesa a la sociedad en un corte vertical. Que tampoco se entienda que estoy defendiendo a la familia en el sentido liberal, tradicional y cristiano de la palabra. Simplemente defiendo a aquellos jóvenes que como yo idealizan: formar una paraje, tener hijos y poder criarlos en un hogar todos juntos y en armonía. El muchachismo atenta contra eso porque subvierte la carga del esfuerzo que dicha tarea requiere.

Finalmente el muchachismo como política de estado tampoco sirve porque crea una burbuja y como toda burbuja algún día explota y para entonces ya todo será tarde. Todo un ejercito de lúmpenes sencillamente no sabrá que hacer con sus respectivas osamentas. El mundo se está achicando y  se nos está  está haciendo cada vez más difícil encontrar nuestro propio lugar en el mundo, sin embargo en sus 70.000 años de historia sobre esta tierra, el hombre siempre cuidó dos aspectos para su supervivencia, al afirmación y la permanencia. La primera la aportaron los hombres con sus luchas contra otros hombres o contra la adversidad y el hambre. La mujeres  se ocuparon del resto, minimizar nuestra propia actividad en la tarea creadora de la vida es minimizar la propia existencia del hombre sobre la tierra

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