Carta Rede Social 171 (28/08/08)
Autor Augusto de Franco
Traducción Reflexiones Siesteras
Todo lo que es sustentable en el tiempo tiene el patrón de red.
Todo lo que es sustentable en el tiempo tiene el patrón de red. Todas las evidencias disponibles corroboran esa afirmación. Ecosistemas, organismos vivos y partes de organismos, son los mejores ejemplos de entidades sustentables de las que disponemos. Ahora, todos esos tipos de sistemas tienen el patrón de organización de red: se estructuran y funcionan como redes.
Para iniciar la transición de una organización-mainframe para una organización-network es necesario aprender a hacer netweaving en redes sociales, quiere decir, aprender cómo articular y animar esas redes.
Para articular redes, en primer lugar, es necesario conectar personas (o redes propiamente dichas, quiere decir redes distribuidas de personas). La conexión horizontal de instituciones jerárquicas no genera redes distribuidas, por la simple razón de que el flujo puede ser interrumpido (controlado, filtrado) en cada nodo. Si eso sucede, la topología pasa a ser descentralizada (quiere decir, multicentralizada).
En segundo lugar, para articular redes es necesario conectar las personas entre sí y no sólo con un centro articulador o coordinador (aunque este centro se llame de equipo de animación de la red).
Fracasamos frecuentemente en nuestro objetivo de trabajar con redes porque, en general conectamos instituciones jerárquicas y no personas (o redes distribuidas de personas, lo que es la misma cosa). Entonces, cuando conectamos personas, instituimos – con el pretexto de realizar el trabajo de animación de la red – un centro coordinador, que mantiene, de hecho, una conexión directa y transitiva con cada nudo de la red, pero que, en la práctica, acaba funcionando como una especie de dirección que decide lo que se va a hacer en términos colectivos. Decide por la red. Decide para toda la red.
Quienquiera articular y animar redes sociales debe resistir a estas cuatro tentaciones: de hacer redes de instituciones (en vez de redes de personas), de quedarse haciendo reuniones para discutir y decidir lo que los otros deben hacer (en vez de, simplemente, hacer), de tratar a los otros como “masa” a movilizar (en vez de amigos personales ser persuadidos) y, por último, de querer monopolizar el liderazgo (en vez de estimular la emergencia de la multidirigencia).
Finalmente, quienquiera usar las redes porque está en la moda, o porque imagina que, así, conseguirá ampliar su poder, en general esto no llega a concretar. Incluso quienquiera usar las redes para promover transformaciones en nombre de una causa, muchas veces se decepcionará. ¿Por qué? Porque la red no es un instrumento para hacer el cambio. Ella misma ya es el cambio.
Pero ese cambio no es la transformación de lo que existe en una cosa que no existe y sí la libertad para que lo que ya existe pueda ser capaz de regularse a si misma.
Una red solo funciona cuando existe, o sea, cuando se configura según una morfología de red (distribuida) y manifiesta la dinámica de red.
Es necesario, por lo tanto, que exista un conjunto de personas dispuestas a conectarse en red. Aunque las redes, en sí, no tengan un propósito instrumental, pues materializan un modo-de-ser colectivo, si quisiéramos articular una red con un propósito cualquiera será necesario que tal propósito sea asumido por un conjunto de personas que la integran.
Eso no puede ser aportado por ninguna tecnología de información y comunicación. Las tecnologías pueden ayudar a articular y animar una red, pero no pueden crearla. Las redes sociales – no cuesta repetir – son sociales (como el nombre está diciendo) y no tecnológicas. Así, intentar comenzar creando una lista de e-mails, dando de alta las personas en una web de interrelación de la Internet u ofreciendo a cada persona un blog, agregando esos blogs en una misma dirección virtual y denominando ese conjunto de blogs de blogosfera, no tiene sentido. Si las personas quisiesen conectarse en red, todas esas herramientas pueden ser útiles; si no lo quisieran, no tiene sentido inscribirlas, suministrar login y seña para cada una de ellas o aún mas diseñar para esas personas un curso de adiestramiento en el uso de tales herramientas.
La constitución de un propósito colectivo, sin embargo, no puede hacerse en asamblea, a partir de la presentación y de la defensa de propuestas seguidas de votación y, ni aún, por la aplicación de técnicas o dinámica para producir consensos circunstanciales. Para que un conjunto de personas asuma un mismo propósito – válido para los efectos de articulación de red – es necesario que cada persona decida interaccionar por sí misma.
Las redes harán las cosas que sus miembros quieran hacer; o mejor, sólo harán cosas en conjunto aquellos de sus miembros que quieran hacer aquellas cosas.
Se trata, sí, de un proceso consensual, pero no forzado por la aplicación de algún artificio “pedagógico” o por cualquier tipo de “facilitación” profesional (a los cuáles los llamamos facilitadores o mediadores que echan mano de sus “técnicas” para conducir las reuniones hacia un fin esperado). Esa es una de las razones de tanto fracaso en los procesos de organización o educación de base que pretenden llevar al pueblo de la mano: cuando los facilitadores o mediadores no están presentes la cosa no anda, y de vuelta a cero.
El llamado consenso no es, por lo tanto, un mecanismo artificial de deliberación o de regulación de conflictos, usado para pasar la impresión de que todos están de acuerdo con las propuestas con las que queremos que ellos estén.
Es el resultado de un proceso emergente, abierto, libre y, así pues, con desenlace es imprevisible. Es por emergencia que se forma una red y no por la inmersión del ímpetu organizador top dow proveniente de alguna organización jerárquica.
La jerarquía no puede construir una red. Si una organización jerárquica (como una empresa o una organización de la sociedad civil) esta convencida de que es necesario articular una red, – incluso para iniciar la transición de su patrón de organización centralizado para un patrón distribuido – lo primero que tendrá que facilitar es la autonomía al grupo de personas que van organizarse en red para comenzar a intentar articular la red deseada.
Las personas que vayan a comenzar el trabajo, aunque ya estén siendo rentadas por alguna otra función que desempeñen en una organización jerárquica, deben adherirse voluntariamente al proyecto. Una vez constituido ese grupo seminal o genético de la red, la dirección de la organización jerárquica ya no puede intentar controlarlo o teledirigirlo. Ese es el paso fundamental y necesario para comenzar a articular cualquier red. Muchas organizaciones no quieren arriesgarse a dar ese paso, por miedo de que pierdan el control y por eso es por lo que frecuentemente fracasan en su intento de trabajar con redes. En algunos casos, los órganos dirigentes de organizaciones jerárquicas quieren componer un grupo inaugural sólo con personas de su más estricta confianza, infiltrando sus agentes para intentar controlar “por dentro” las redes que vayan a nacer y, también por eso, sus esfuerzos acaban igualmente fracasando.
Un grupo inicial como ese – llamado a veces como equipo o comisión de articulación de la red (pero en verdad tal denominación no es la más adecuada ya que es la propia red en su forma embrionaria) – puede ser grande o pequeño. Si quisiéramos articular una red social debemos tener un fin, pero no podemos preocuparnos mucho por el número inicial de interesados (pues que a partir de tres personas conectadas horizontalmente ya tenemos una red).
El trabajo de ese grupo inicial comienza con una invitación – para que se conecten a la red – a las otras personas del medio que se quiera alcanzar. Para articular una red de personas tal invitación debe ser personal. Y la adhesión de las personas debe ser voluntaria. Si estuviésemos intentando articular una red de operarios de una empresa, por ejemplo, no avanzaríamos en nada si los jefes mandan a sus subordinados a que se conecten a la red. No es así que funciona.
Para articular una red social (una red voluntariamente construida, por lo tanto) la invitación es siempre se hace a partir de un propósito. Ese propósito debe estar bien claro, tanto para los que van a hacer la invitación, cuanto para los que van a recibirlo.
La red es el medio, el ambiente. No produce ningún efecto por sí misma, independientemente de los estímulos que reciba de sus nodos. Su papel es amplificar y procesar en paralelo miradas de estímulos, transformarlos al recombinarlos en incontables variaciones, reverberando, pulsando, para establecer una regulación emergente. Siendo así, es necesario animar la red, provocarla, proveerla con estímulos que posibiliten su actuación reguladora, dando pretexto, a sus nudos, para que establezcan – por medio de sus múltiples interacciones – nuevos caminos, nuevas conexiones, por donde traficando nuevos mensajes. Si quisiéramos articular una red e inducir su expansión, tenemos que tener una pauta de acciones regulares de animación de la red. Esas acciones - y a decir seguro, el más importante - deben ser sistemáticas, repetitivas, iteradas (de 'iteración', la repetición ad nauseam de una misma operación). Además de eso, es necesario suministrar "metas iniciales" (la expresión, si bien aparentemente contradictoria, quiere decir que las personas deben movilizarse en la red en torno a un propósito declarado, que ellas sean capaces de entender, pero que no será, probablemente, el resultado que obtengan; o sea, los "fines finales" serán constituidos por la propia dinámica de la red).
En el trabajo de animación de red, se deben tener en cuenta algunas directivas importantes:
a) Que haya siempre motivaciones y metas. Las campañas pueden ser propuestas en torno a alguna acción colectiva que deba ser realizada. Entonces, teniendo el objetivo claro (el "fin inicial"), será posible conectar más personas a la red para alcanzar tal objetivo.
b) Que haya siempre devolución o retorno. Cualquier acción colectiva propuesta a la red por el núcleo inicial y realizada por la red debe ser registrada y la información debe ser devuelta a la red. Ese debe ser un proceso permanente, recurrente, sistemático.
c) Que haya disponibilidad de las informaciones. Los conectados deben recibir regular. Lo importante es que la regularidad no se reompa. El e-mail, el teléfono y el SMS (“mensajito de texto”) deben ser usados sistemáticamente para la comunicación en la red. Cada persona conectada debe recibir e-mails, llamadas telefónicas y torpedos (mensajito de texto de los miembros del grupo inicial, cuando menos para animar la charla o para preguntar cómo le va, lo que está pensando sobre algún asunto, para invitarla para una fiesta, para un evento... Sí, es eso: conexión es relación. Articular y animar una red es aumentar lo relacional entre las personas! Por lo menos una llamada semanal es deseable: "Hola, ¿como va? ¿Yo estoy en marcha y usted? ¿Todo bien?" En la red estamos haciendo nuevos amigos.
d) Estimular siempre la conexión P2P. La red debe ser usada para divulgar las informaciones. Cada vinculado a la red debe ser un nudo y un eslabón, simultáneamente un centro de recepción y de difusión. Por lo tanto, en vez de distribuir por los medios un mensaje cualquiera - un documento, una cartilla, un periódico - es necesario estimular la replicación "por dentro" de la red.
Todo lo que hemos venido diciendo hasta aquí vale sólo como un esfuerzo inicial para comenzar la animación de la red. Es cómo empujar un coche que está parado. Pero la red sólo va a existir de hecho, independientemente del activismo articulador y animador del grupo inicial; quiere decir, ella sólo va a “acontecer” si el coche “arranca de golpe”, dejando atrás a la multitud que está intentando empujarlo.
Las medidas sugeridas hasta ahora no son suficientes para que una red pueda “acontecer”. Y de aquí de allí en adelante ya no existe una fórmula, una metodología capaz de producir redes sociales. Se puede, sin embargo, contribuir a incrementar las oportunidades a una red realmente sea una realidad, echando mano, por ejemplo, de medios distribuidos de conexión.
Hoy nadie más imagina dejar de usar la Web para articular y animar redes sociales. Algunos hablan en usar la llamada Web 2.0 (ejemplificada por la ‘era wiki’, que permite que cualquier uno pueda publicar cualquier cosa en la Web usando programas wiki). Pero eso tampoco es suficiente. Si quisiéramos articular redes distribuidas, lo mejor es usar las herramientas interactivas de una nueva y meditada Web 2.1, que son más adecuadas como la dinámica de la blogosfera,
Por lo tanto, si quisiéramos articular redes distribuidas, usando la Web, necesitamos estimular que cada participante conectado tenga su propio blog. Y es necesario tener una manera de agregar automáticamente los blogs de los miembros de la red (ya existen programas gratuitos para hacer eso, como el feevy, por ejemplo)
Por sí sólo, nada de eso sin embargo, producirá redes sociales. Pues las redes sociales están en la sociedad, no en internet o en cualquiera otro ambiente digital o físico. Si no existieran la red en el mundo, en aquello que llamamos de espacio-tiempo de flujos, no habría red social en lugar alguno, independientemente del medio tecnológico (físico o no, digital o no) que quisiéramos utilizar.
¿Pero, finalmente, qué está faltando para que la red “aparezca” de hecho, además de todo lo que ya se ha dicho hasta acá?
Es necesario que los que estén vinculados a la red (que se adhirieron a ella a partir de la coincidencia de propósitos o de sus “metas iniciales”) redefinan colectivamente la identidad de su articulación (para que puedan formular, entonces, sus “metas finales”).Una articulación en red es una forma de organización. Una organización es una comunidad de proyecto conformada a partir de una identidad. Una comunidad de proyecto se forma en torno a un sueño colectivo, de un antojo compartido, de una visión de futuro y, a partir de ahí, formula su misión o propósito y elabora sus valores o principios. Lo que la caracteriza es una causa y un modo particular de ser y de actuar.
Si consiguiésemos llegar hasta a este punto, en lo cual los vinculados a la red, componiendo una comunidad de proyecto, van a concebir un sentido para el que están proponiendo o haciendo en un mismo repositorio colectivo de definiciones, premisas y argumentos, entonces se habrá establecido una nueva forma de ser-colectivamente. Y la red voluntariamente articulada estará “sucediendo”, consiguiendo comunicarse independientemente de nuestros esfuerzos organizativos. Si esto acontece, habremos generado un nuevo ente (o, mejor, desencadenado más un proceso) sustentable en el mundo.