Este blog ya se ha declarado abiertamente onfrayista, en esa línea de pensamiento es que quiero exponer la “Teoría docente hedonista” de mi amigo “el suizo” referente a la carrera docente. Este sostiene, pese a no ser ninguna autoridad en la materia, que la docencia como actividad profesional posee un plus hedonista que le da el estar en permanente contacto con niños. Dice que la actividad relacional y comunicativa con el niño hace brotar el niño del docente lo que lo lleva a despojarse de los tabúes que inhiben su erotismo, es por eso que un docente medio tiene un mayor nivel de erotismo que la media de los mortales. Hasta aquí la teoría del suizo.
Con el advenimiento de la escuela pre primaria, el tradicional formato de “la maestra”: burgués y victoriano que impuso sarmiento fue paulatinamente reemplazado por este modelo actual mas humano. No es casual que fueran las maestras jardineras las que acuñaron la ”Teoría de la maestra cochina”, como sostiene mi mujer y complementaria a la de mi amigo, que consiste en darle un espacio común a la interacción de la maestra con el niño. ¿Qué mejor lugar que el jardín de infantes para hacer cochinadas? Dónde un adulto, puede ensuciarse las manos con témpera, o la cara con crema, o tirarse en el piso sin ser condenado socialmente sino en la “salita ositos felices”. Algunos sostienen que una vez aprendidos a burlar estos frenos inhibitorios los lugares para hacer cochinadas pueden ser perfectamente transportables a otros sitios, incluso donde no haya niños.
Tal vez Diego Capusotto se inspirara en la docencia cuando inventó el personaje Fabián Crema,
Con el advenimiento de la escuela pre primaria, el tradicional formato de “la maestra”: burgués y victoriano que impuso sarmiento fue paulatinamente reemplazado por este modelo actual mas humano. No es casual que fueran las maestras jardineras las que acuñaron la ”Teoría de la maestra cochina”, como sostiene mi mujer y complementaria a la de mi amigo, que consiste en darle un espacio común a la interacción de la maestra con el niño. ¿Qué mejor lugar que el jardín de infantes para hacer cochinadas? Dónde un adulto, puede ensuciarse las manos con témpera, o la cara con crema, o tirarse en el piso sin ser condenado socialmente sino en la “salita ositos felices”. Algunos sostienen que una vez aprendidos a burlar estos frenos inhibitorios los lugares para hacer cochinadas pueden ser perfectamente transportables a otros sitios, incluso donde no haya niños.
Tal vez Diego Capusotto se inspirara en la docencia cuando inventó el personaje Fabián Crema,
quién lo sabe…, pero tranquilos dejeneraditos argentinos, no salgan corriendo tras Jacinta Pichimahuida que la cosa no es tan fácil como parece. Hablo de erotismo y no de genitalidad. De lo que estamos hablando es de la capacidad que desarrollan de bajar el nivel de represión de los instintos naturales que tenemos todos los seres humanos pero eso no los convierten en perversas polimorfas, solo juegan con “el niño”, virtualizan etapas de erotismo culturalmente reprimidas. Solo hay que revisar los videos de los talleres como los Luis Pescetti donde docentes concurren a aprender a soltarse de este tipo de represiones como acá o acá. Es curioso como Pichetti quien maneja estos recursos a la perfección parece perfectamente machito contrariamente a los que podría pensar el simio medio argentino.
Por qué digo esto porque, uno humano varón como es mi caso, tiene que estar preparado ante esta situación particular a la que nos somete el gremio docente. No a todos nos da para estar con alguien que posea un nivel de erotismo mayor que el propio, es por eso que no es fácil competir con el erotismo que le dispensan los hijos en casa o el erotismo del sueldo que cobran rigurosamente todos los fines de mes y que nosotros tenemos que pelear para cobrar los nuestros con un esfuerzo aún mayor que tuvimos que hacer para ganárnoslo. El costo de tanto erotismo a flor de piel es que muchas maestras ya casi no nos necesitan al lado como machos proveedores.
Homenajeando a la mujer en su segunda profesión mas antigua es mi forma de homenajearla en su día.
Por qué digo esto porque, uno humano varón como es mi caso, tiene que estar preparado ante esta situación particular a la que nos somete el gremio docente. No a todos nos da para estar con alguien que posea un nivel de erotismo mayor que el propio, es por eso que no es fácil competir con el erotismo que le dispensan los hijos en casa o el erotismo del sueldo que cobran rigurosamente todos los fines de mes y que nosotros tenemos que pelear para cobrar los nuestros con un esfuerzo aún mayor que tuvimos que hacer para ganárnoslo. El costo de tanto erotismo a flor de piel es que muchas maestras ya casi no nos necesitan al lado como machos proveedores.
Homenajeando a la mujer en su segunda profesión mas antigua es mi forma de homenajearla en su día.
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