Leemos a Aguirre, Julio L. (Abril 2012)
"Entiendo por red clientelar a un conjunto de actores vinculados a través de una relación clientelar que conforman una estructura de relaciones que los dota de posiciones y roles funcionalmente diferenciables -patrones, mediadores y clientes- y configura pautas de interacción que condicionan sus acciones y preferencias dentro de ella.
Analíticamente, en el modelo teórico propuesto se define a las redes clientelares como redes unimodales uniplex (Aguirre, 2011: 14-15) donde se vinculan un conjunto finito de actores sociales (diferenciados en sus posiciones y roles, pero no en su naturaleza) a partir de un único tipo de relación, la clientelar16. Estructuralmente, el modelo define a las redes clientelares como redes libres de escala (op. Cit. Pp. 50) caracterizada por la presencia de un conjunto de nodos que concentran una gran cantidad de relaciones (los mediadores), un nodo central que coordina los vínculos entre distintos subgrupos (el patrón) y un gran número de nodos con muy pocas relaciones (los clientes).
En nuestro modelo teórico, la red clientelar se constituye como una red libre de escala en torno al patrón como facilitador de las recursos que son distribuidos entre los clientes (C) a través de los mediadores. Esta red típico ideal de la estructura relacional del clientelismo muestra un alto grado de concentración de relaciones en los mediadores que operan como hubs18 pero dependen del patrón para integrarse entre sí en una red mayor; el patrón opera estructuralmente como un puente local.
Génesis de la red: autosimilitud y cierre tríadicoLas redes clientelares, del tipo que analizo en este trabajo, emergen en contextos caracterizados por altos niveles de vulnerabilidad social y desarticulación de las redes tradicionales de apoyo, para vincular, de forma precaria y bajo condición de lealtad, a sus “clientes” con distintos canales de acceso a bienes y servicios básicos. La vulnerabilidad social es la característica distintiva de los clientes, y se vincula tanto al lugar ocupado por éstos en la división social del trabajo como con los mecanismos de seguridad social y las relaciones de socialización. Al analizar a los clientes de la red, importan tanto sus características individuales, vinculadas a la inserción en el mercado laboral y la recepción de asistencia por parte del Estado, como las relaciones sociales que configuran su red de apoyo, o sea, las personas a las que recurren ante algún problema.Los mediadores, normalmente, tienen la misma pertenencia de clase social que sus clientes, pero se diferencian de ellos porque poseen un mayor capital social acumulado (Auyero, 2001: 105). Los mediadores se encuentran arraigados en las mismas redes sociales cotidianas que los clientes, pero poseen vínculos directos con políticos y funcionarios del Estado (mayormente a nivel municipal). Normalmente se encuentran empleados en el Estado, en áreas bajo el control del patrón, esto les facilita su tarea de intermediarios, les confiere una fuente de ingresos (que normalmente los posiciona socioeconómicamente mejor que a los clientes) y, a la vez, condiciona su existencia material a los favores del patrón; en este sentido, es un cliente más. Los patrones son líderes políticos con acceso a recursos públicos de uso discrecional. Suelen estar bien posicionados dentro de las estructuras partidarias y su éxito político se vincula con el tamaño y eficiencia de su red clientelar. De esto último, se desprende que gran parte de su poder político es de base territorial, por ello las figuras más prominentes dentro de los patrones de las redes clientelares suelen ocupar cargos fuertemente arraigados al territorio (como los intendentes). Mientras más alejados están del territorio, más compleja se vuelve su red clientelar, incorporando niveles nuevos de mediadores y gestores. La literatura los describe como líderes carismáticos, conocedores de los estilos de vida y principales problemas del
territorio, y regulares visitadores de sus zonas de influencia.
Según Auyero (2001), la relación clientelar emerge producto de tres procesos que se conjugan en un espacio particular: 1) La configuración de una nueva marginalidad marcada por un contexto de desempleo estructural y nuevas necesidades básicas, donde la vida en la villa pasa de ser una etapa transitoria, en un proceso de eventual ascenso social, a ser una situación permanente. 2) La desarticulación de las distintas organizaciones de vecinos (como los clubes, las asociaciones de ayuda mutua, las uniones vecinales o las asociaciones de vecinos), cuyo auge se da durante las décadas de los años 60 y 70, y el comienzo de su decadencia está marcado por la represión y control de toda forma de organización política durante la última dictadura militar, que dinamizaban las redes sociales cotidianas (de amistad y familia) y operaban como redes de contención de las necesidades básicas. 3) La construcción de una nueva red de solución de problemas basada en la relación clientelar. Las redes sociales de apoyo vaciadas de recursos, son dinamizadas mediante recursos que ingresan a través de los planes sociales, cobrando mayor relevancia las figuras del mediador y el referente como canales de acceso a esos recursos garantizados políticamente por el patrón.
A pesar de que el modelo reticular del clientelismo trabaja como una red uniplex modo 1, dónde solo estudiamos un tipo de relación entre los actores (la relación clientelar), es importante considerar que las redes clientelares están insertas en contextos sociales y sus actores son atravesados por múltiples relaciones cotidianas, fuertes o débiles, que los vinculan a otras personas; el arraigo35 de la relación clientelar entre mediador y cliente es muy alto debido a que ambos comparten muchos vecinos en su red social personal.
El hecho de que mediadores y clientes tengan contactos en común entre sus redes sociales próximas, robustece y complejiza la relación clientelar, solapándole otro tipo de relaciones como la vecindad, la amistad e, incluso, las relaciones familiares. Esto explica la insistencia de los estudios etnográficos sobre el clientelismo en que el lazo que une a los actores en una red clientelar, muchas veces, supera ampliamente el intercambio material. Si a esto sumamos que la relación clientelar está atravesada por la reproducción de un discurso militante que busca mistificar la figura del patrón y/o el movimiento o partido, podemos dar cuenta del complejo sistema de incentivos que opera sobre los actores de este tipo de redes clientelares. Que mediadores (o referentes) y clientes estén arraigados dentro de una misma red social, implica que las consecuencias por no cumplimiento con lo pactado superan aquellas aparentes en el “contrato clientelar”, aumentando considerablemente el “castigo social” por incumplimiento.
El próximo post comentoEl gráfico muestra cómo el arraigo del mediador en las redes sociales cotidianas de los clientes religa y fortalece los vínculos entre ambos a partir de lazos fuertes que conforman clústeres fácilmente identificables y funcionalmente relevantes para entender el funcionamiento de la red en su conjunto.Junto con los lazos fuertes que conforman clústeres dentro de la red, existen lazos débiles entre los actores de clústeres distintos que los vinculan permitiendo integrar a estos grupos en redes mayores.