Entrevista de periódico PUEBLO al Secretario de Seguridad Comunitaria de la Provincia de Santa Fe, Enrique Font.
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Un verdadero cuadro técnico en materia de seguridad con tanto trabajo de campo como formación intelectual. En medio de una verdadera tormenta de noticias, movilizaciones y declamaciones que ponen en el centro de la escena el tema “seguridad”, nos da elementos para comprender en qué situación nos encontramos en materia de seguridad.
Región/Rosario- “¡Qué barbaridad! ¡Qué barbaridad!”, repite al unísono el coro de mujeres mayores mientras, mirando Mirtha Legrand, se enteran “lo mal que está todo en materia de seguridad”. Si lo dice “la señora”... Y aunque vivan en Firmat, Elortondo, San Gregorio o Amenábar sienten que su realidad es la misma que la del cono urbano bonaerense. “Los delincuentes en la calle y nosotros entre rejas ¿Dónde están los derechos humanos de la gente honesta?”. En sintonía, periodistas de cuestionable catadura intelectual, sin hacer el más mínimo ejercicio de análisis, despliegan su rosario de robos, hurtos, accidentes e incendios ¿El Apocalipsis? No: es lunes y la reproducción del informe policial es la herramienta más a mano. “A la gente le gusta…”, comentan para justificar su aporte a la disgregación social, a la paranoia. Desde su oficina, un empresario arenga en igual sentido: “Así no se puede vivir. No se puede salir a la calle. Tenemos que movilizarnos”. Mano dura. Meter bala. Más policías. “Hay que matarlos a todos”. Un dirigentes de la oposición manifiesta “estamos preocupados por la familia policial. Queremos que se declare la emergencia en seguridad”. “¡Un Pinochet, un Fidel Castro!”, reclama un remisero como si pidiera un cortado con un carlitos. “¡Qué barbaridad! ¡Nadie hace nada!”. Miedo. Desconfianza. Sospecha. Ante tanto terrorismo (esto es: difusión y militancia sobre la idea de implantar el terror), una palabra entendida: Enrique Font.
"El Moreno de Binner”.
Así definió un ferviente militante de la mano dura venadense (más entendido en los menesteres de ponerle burbujas al agua y ganar dinero que en políticas públicas y de seguridad) a Enrique Font, el actual Secretario de Seguridad Comunitaria del gobierno de la provincia de Santa Fe. Font asumió en agosto pasado. Es egresado, docente e investigador de la facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR); magíster en Criminología de la London School of Economics; profesor de Criminología y Política Criminal en carreras de grado y postgrado de la facultad de Derecho de la UNR. Como docente-investigador dirige e integra en la UNR proyectos de investigación sobre policía, gobierno de la seguridad ciudadana y derechos humanos. Además, coordina la Sección de Criminología y Política Criminal del Centro de Estudios e Investigaciones en Derechos Humanos, en la facultad de Derecho de la UNR; y fue becario Chevening del Foreign and Commonwealth Office del Reino Unido, del International Council for Canadian Studies y del Fomec. En definitiva: algo juna.
¿Cuál es la política de seguridad del gobierno provincial?
Enrique Font: “Para hablar de cualquier política pública de salud, de trabajo o de seguridad, hay que tener un diagnóstico preciso del fenómeno que se va a abordar. Si no hay un conocimiento acertado del fenómeno la política es errática, inconducente y puede llegar a ser contraproducente. Si uno no sabe mediante qué vectores se transmite determinada enfermedad no va a poder aplicar una política pública de salud adecuada para combatirla. Esto es así para toda política pública. La seguridad, como todo fenómeno social, tiene componentes que se van construyendo en décadas. No es que la política tenga que demorar décadas para intervenir. No. Pero el presente respecto al tema inseguridad tiene que ver con el resultado de lo que ha ocurrido en los últimos 30 años.”
P.R: ¿Y cuál es esa vinculación?
E.F: “Ningún joven en situación de exclusión que este hoy cometiendo delitos con armas (los típicos delitos de inexpertos, los que en criminología llamamos los “delitos de los débiles”) nació ayer de un repollo. Es un joven que nació en los ‘90, cuyos padres habrán tenido situación seria de desempleo o de degradación social con el corrimiento del estado. En los ‘90 en la argentina se produjo la gran re-configuración del mercado de trabajo, una modificación de la cultura respecto al valor de lo solidario y lo colectivo, de lo individual y el valor del éxito a cualquier precio; y todo ello reducido a una perspectiva del dinero. No importaban los medios. Todo esto produjo un descalabro social y un impacto en muchas áreas, entre ellas la de la seguridad.”
El choque entre “aspiraciones y expectativas sociales” y “frustración”.
E.F: “Como cualquier fenómeno social, el de la criminalidad engloba variables estructurales. Aspectos como la situación del mercado de trabajo o la posibilidad o no de acceso a bienes sociales básicos como la salud, la educación, la vivienda. Se da un choque muy intenso (en sociedades como la argentina) entre “aspiraciones y expectativas sociales válidas” (propias de una democracia que promueve al menos retóricamente la igualdad, la equidad) y un contexto material donde esas expectativas y aspiraciones aparecen frustradas para un conjunto importante de la sociedad. Si no entendemos esto vamos a tener mucha dificultades para entender lo que sucede.”
P.R: ¿Cuál es el vínculo entre delito y pobreza?
E.F: “Esos son aspectos que impactan sobre la variable de seguridad pero no la explican mecánicamente. Te doy dos ejemplos: la India y Brasil están definidos y estudiados como dos de los países más inequitativos del mundo. La criminalidad en Brasil tiene una intensidad (la violencia interpersonal, la victimización del otro) que no tiene en la India. Otro ejemplo: Chile es uno de los países más inequitativos de la región y es uno de los países con menor violencia e inseguridad. Entonces esto indica que no hay una vinculación directa entre variables estructurales y acciones. Lo que sí hay es una vinculación entre “expectativa” y “frustraciones de esas expectativas”. Brasil, a diferencia de la India, es un estado democrático con fuerte ciudadanía social que incluso (como la Argentina) a avanzado muchísimo en sus aspiraciones de equidad y en la posibilidad de que estas se concreten, pero hay sectores sociales muy significativo que siguen con sus “aspiraciones y expectativas sociales” muy insatisfechas. Eso es lo que explica la violencia y la victimización. En la Argentina las dos zonas más inequitativas y pobres son el NEA y NOA (N. del E: noreste y noroeste del país) y tienen tasas de delitos muy inferiores a Santa Fe, a Rosario, Paraná, Córdoba, Buenos Aires, etc. Porque son situaciones de pobreza e inequidad muy consolidadas donde las expectativas, las aspiraciones y las frustraciones están mucho más bajas, no están tan tensionadas. Si con la democracia se comía, se educaba y se curaba; y los que comieron, se educaron y se curaron fueron solo algunos (y muchos se quedaron afuera) esa tensión es muy fuerte en algunas regiones.”
La contención y “los payasos de soluciones mágicas”.
P.R: ¿Ante este panorama cuáles son las posibilidades de actuar con éxito?
E.F: “Existen posibilidades de intervención concreta a través de las variables de las aspiraciones culturales. Uno puede encontrar, y este es un dato de la realidad, en Rosario dos villas miserias donde los indicadores socio-estructurales de empleo y necesidades básicas insatisfechas son idénticos; y que la problemática del delito en una sea muy fuerte y en otra no ¿Por qué? Porque encontrás un montón de variables culturales mediando entre la situación estructural y la acción: te podés encontrar con organizaciones sociales trabajando en el barrio (organizaciones de piqueteros, que tanto les molesta a la clase media en sus prácticas) o instituciones que implementan estrategias que tienen que ver con el trabajo, la escuela, el deporte; instancias de contención y desarrollo. Iglesias o ONG que generan un contexto cultural donde plantean la posibilidad de salida no individualista, más o menos de tipo colectiva, y que de alguna manera canaliza esas tenciones de manera democrática no violenta. En la otra, si vos lo que tenés es nada (sumada a la tolerancia estatal, por ejemplo, de menudeo de cocaína); vas a encontrar una situación absolutamente diversa, a igualdad de variables estructurales.”
P.R: Existen aquellos que reclaman y prometen soluciones inmediatas, y consideran a este tipo de elementos casi “charlatanería”.
E.F: “A estos interlocutores de mala fe que reclaman (y prometen) inmediatez y soluciones mágicas, habría que decirles que tendrían que haber prestado atención hace 15 años de lo que estaba pasando. Se acordaron tarde. Y el que se acordó tarde es cómplice. Los que trabajamos en esto desde hace 20 años, en los ‘90 lo anunciamos y lo escribimos: “va a pasar tal cosa”. Un interlocutor malintencionado me puede decir “ah, ustedes dicen que esto se resuelve dentro de 20 años…”. No, lo que digo es que el fenómeno que estamos viviendo hoy tiene que ver con un proceso de larga data, y todo lo que hagamos hoy tenemos que tener en cuenta cómo va a impactar dentro de 20 años. Yo sé que si intervengo en variables culturales en un barrio la gente se va a matar menos, los jóvenes van a ir menos presos. Eso es construir para adelante también. En lo que tiene que ver con el presente ¿Qué hacemos para mejorar en lo inmediato? Primero dejar de escuchar a estos payasos que hablan de soluciones mágicas en materia de seguridad para el presente, porque las soluciones mágicas no existen. Quien habla de soluciones mágicas o es un payaso o tiene mala fe. Porque no hay. Ningún país la encontró. Ninguna provincia de la argentina la encontró.”
La seguridad del día a día: definir el delito en particular, el primer paso.
P.R: ¿Qué se puede hacer en el presente en materia de seguridad?
E.F: “Primero definir con especificidad el fenómeno. No es lo mismo una salidera bancaria que un robo a mano armada realizado por una banda en un banco. Ni es lo mismo eso que un arrebato. Ni es lo mismo cobrar peaje en un barrio que tener un kiosco en un barrio que venda cocaína. Son fenómeno distintos por su intensidad, por su violencia, por la forma en que victimizan, por la forma en que se organizan. El ABC de la política de seguridad (la de la coyuntura, la concreta del día a día) es primero ser especifico en la definición del fenómeno identificando con claridad las variables que intervienen, cuales son los actores que se vinculan, y eso te permite involucrarlos y diseñar estrategias. Actuar sobre los mismos. Te doy un ejemplo en el que trabajamos con mucho éxito en Rosario y Santa Fe (y queremos llevarlo a Venado Tuerto): el tema de la moto como mecanismo y objetivo de los delitos. La moto es un mecanismo con el que se cometen arrebatos y asaltos, pero también es un blanco muy problemático en termino de victimización; porque los robos dejan de hacerse levantando la moto sin el dueño presente (porque la gente empieza a cuidarse más, las guarda o les mete cadena) y pasan a hacerse mas violentos (a mano armada o con un garrotazo al que viene en la moto) ¿Sobre eso que hacés? ¿Metés más patrulleros? ¿Saturás de patrulleros? No, porque aunque tengas 6 veces más policías las chances de que coincida en tiempo y espacio un delito con la presencia de un patrullero son bajísimas. Esta estudiadísimo.”
P.R: ¿Cuáles son entonces las herramientas, porque la receta repetida es siempre esa?
E.F: “Nosotros convocamos a las concesionarias que venden motos, a repuesteros (de motos), a los 3 registros de la propiedad automotror de Santa Fe, a los fiscales de causas NN que trabajan con estos robos, a una asociación de víctimas de robo de motos que existe en la ciudad de Santa Fe, a la municipalidad. En Rosario también (y esta mecánica queremos llevarla a Venado Tuerto pero esperamos la respuesta de la municipalidad). Y proponemos que trabajemos sobre la informalidad del mercado. A diferencias de lo que ocurre con los autos las motos salen de las concesionarias sin patentes, y la gente del registro de la propiedad automotor (sentados a la mesa de discusión) nos terminó confirmando que si el titular dominial de una moto no denuncia el robo el registro, no chequea los datos antes de transferir la moto. Entonces es un mercado altamente informalizado y ese es un buen principio para solucionar el tema. A través de las concesionarias averiguamos cuales son los repuesteros que venden repuesto legítimos (porque con ellos contratan las concesionarias) y así detectamos los que venden ilegítimos; y operamos más sobre la comercialización ilegal (secando el mercado). Avanzar más con los desarmaderos que con el momento del robo. Y lo mismo con los automotores ¿En la Unida Regional II (que es Rosario y región) en el 2007 (ultimo año de la gestión anterior) sabés cuántas motos robadas se recuperaron? Cero, ni una. En lo que va de esta gestión (en 2009) estamos en más de 500. Quinientas veces más. Autos sustraídos recuperados en 2007 (gestión anterior): 93. Ahora vamos por más de 617 en septiembre de 2009. “Seguridad comunitaria” no es juntarse con la gente para hablar, es involucrar a actores de la sociedad civil en las políticas públicas de seguridad.”
La policía y resultados concretos: cocinas de drogas y barras bravas.
P.R: El tema de la policía históricamente ha estado más vinculado al problema que a la solución en materia de seguridad…
E.F: “En este gobierno no hay connivencia con ningún delito. Es un gabinete nuevo y pequeño. Se nos podrán escapar cosas, pero cuando avanzamos con algún tema les caemos con todo y les damos por la cabeza. Sean delitos de personas que estén vinculadas al estado o de personas no vinculadas al estado. Tengan o no uniforme. En todas las gestiones anteriores no se desbarató una sola cocina de pasta base. Todos los operativos policiales eran por tenencia de sustancia mínima en la vía pública. Trabajaban sobre el perejil, el tipo que no es un verdadero problema delictivo (podrá ser o no un problema de salud según quien lo diga). En lo que va de la gestión nosotros desbaratamos 5 cocinas de pasta bases en Rosario nomás. Y en Santa Fe no vamos más rápido porque la justicia es un poco más lenta para acompañar este tipo de medidas. Tema violencia en el fútbol: acá se han desestructurado barras muy importantes (el caso de la barra de Newells Old Boys es paradigmático). Estos son resultados ahora. Ya.”
P.R: ¿Esto es lo que dijo en Venado Tuerto y que generó tanta polémica?
E.F: “Hablar de la “complejidad del fenómeno” ante quién quiere una solución inmediata parece que fuera algo estrafalario, pero las variables que tenemos para analizar las causas estructurales del fenómeno también las tenemos para solucionar los problemas del día a día. Pero en Venado Tuerto discutimos cosas que son difíciles de negar, que son números duros que no pueden escapárseles: en esta gestión se invirtió mucho más en equipamiento policial de lo que era la inversión histórica. Esto lo reconocen los propios policías. Se compraron móviles, equipos de criminalística, se arreglaron comisarías. Una inversión histórica en esta materia. Y vamos a cerrar el 2009 con record comparativo en ingresos a la fuerza (más personal). Cuando termine el 2009 vamos a haber cerrado el año con más ingresos de los que se dieron en los 4 años de la gestión anterior, y todo en 2 años. La incorporación del 911 (que lo vamos a llevar a Venado Tuerto, Rufino y Firmat)… Además de todo esto, este gobierno fue el primero que metió la discusión de seguridad entre las políticas sociales. El Ministerio de Seguridad participa del Gabinete Social y ahí también estamos dando la discusión de largo y mediano plazo”.
Progresistas sí, pero no taaanto.
P.R: ¿No creés que quizás la masa crítica que apoya la gestión Binner no es tan progresista como para bancarse esta política de seguridad?
E.F: “Hay varias cosas. Tenemos que reconocer que en la Argentina en general (y en Santa Fe en particular) no existe tradición de haber implementado políticas serias de seguridad. Y menos de haber discutido sobre esas políticas. Nosotros discutimos política en general (política económica o política de salud) de manera más o menos razonable. Cuando un ministro de economía discute su política económica progresista o conservadora, neoliberal o neo-keynesiana; en frente le ponen a un economista de determinada usina de pensamiento con argumentos más o menos serios. En seguridad, cuando uno plantea la necesidad de un abordaje de política pública con argumentos y datos serios, te ponen en frente a una persona a la que le arrebataron el bolso ayer; entonces es muy difícil tener una estrategia comunicacional en ese contexto. Pero además hay un montón de impresentables hablando de este tema como si supieran y no tienen ni idea. Pero no es que no tengan idea porque no tienen formación, no tienen idea porque no tienen experiencia de trabajo concreto. Hablan como si supieran y proponen soluciones mágicas con lo cual el debate se hace muy difícil. Nadie discute cómo va a resolver el mal de chagas pegándole piñas a la mesa o diciendo que va a perseguir a las vinchucas en un patrullero.”
Más que una escopeta una buena cuenta bancaria.
P.R: ¿Cuál es la situación en el tema de seguridad de Venado Tuerto y la región?
E.F: “Venado Tuerto tiene una realidad de ciudad mediana con sus problemas, como otras ciudades de la provincia. No tiene una escala de dificultades en materia de seguridad como Santa Fe y Rosario. Medir la evolución de delito es un tema complejo pero un dato muy fiable del delito registrado es la tasa de homicidios. La cantidad de homicidios sobre 100 mil habitantes es un dato que difícilmente es manipulable, es muy evidente. Lo que tiene Venado Tuerto no es distinto a otras ciudades. La tasa era relativamente muy baja a principios de los ’90 y mediando esa década se hace relativamente significativo. Luego hace una meseta, con subas y bajas. Así que no es cierto, viendo la evolución de la violencia letal (la más dura) que en Venado Tuerto salís a la calle y te matan. Más bien es muy infrecuente el homicidio.”
P.R: Sin embargo el planteo mediático de la zona y lo que repite la gente parece ser otra cosa.
E.F: “Hay algunos hechos que son excepcionales pero que provocan mucha preocupación (hechos serios) por el impacto que tiene sobre las víctimas. Por ejemplo en la zona agropecuaria sabemos que cuando se empiezan a mover las cosechas aumentan los hechos. El tema de los silo-bolsas en el campo. Cada vez que se cargan silos-bolsa se entera todo el mundo: los camiones que lo mueven, la gente que pasa y lo ve, y saben si el dueño fue al banco o no. Hay una vulnerabilidad muy grande. Eso no se resuelve con mayor patrullaje policial. La policía hace toda la inteligencia que puede para saber como se mueve esa banda, como operan y así ver como se desarticula; pero el tener tanto dinero en los inmuebles es una invitación a tener problemas.”
Paranoia generalizada.
P.R: ¿Si los indicativos son estos, porqué está tan instalado el tema de la “crisis de seguridad”?
E.F: “Creemos que produce una fuerte alarma social la mayor violencia en los momentos de comisión delictiva, y esta es una dinámica que aquellos que venimos trabajando en esto desde hace más de 20 años vemos que va a aumentando. Pero este es un dato concreto: el impacto de los hechos más pequeños se extiende (y se vuelven más violentos) y producen una percepción de mayor inseguridad. Y los hechos van a ser cada vez más violentos por una cuestión básica: las potenciales víctimas toman conciencia de su vulnerabilidad y llevan adelante estrategias para minimizar estos hechos. Algunas tienen que ver con mecanismos privados de seguridad (alarmas, hacer más difícil el acceso a la entrada de la casa, etc.) o gente que va armada; entonces la interacción para un hecho ahora es más violenta que antes porque hay una dinámica más violenta. Y también a la “alarma social” contribuye otra cuestión… Tomemos el tema de los homicidios. La tasa en estos años se mantuvo más o menos estable. En Rosario el pico de homicidios fue en el 2003 con 124 homicidios en la Unidad Regional II y no ahora, entonces los que hoy quieren declarar la “emergencia en seguridad” y demás ¿En el 2003 (cuando gobernaron la provincia) donde estaban? ¿Se acuerdan hoy?”.
Tienen que estar todos presos, menos yo.
P.R: Suele decirse “los derechos humanos son para los delincuentes y obstaculizan la seguridad…”
E.F: “Me niego a vincular la cuestión de los derechos humanos con el tema de la seguridad. Son dos cosas distintas. Los derechos humanos son, en su concepción más tradicional, mecanismos que tienen las sociedades para evitar los abusos por parte del Estado. Está pensado para eso. No está vinculado con la cuestión de la seguridad. Los derechos humanos uno los puede pensar incluso en clave de derechos económicos, culturales y sociales. No existe una dicotomía entre derechos y seguridad. Es una falsa discusión que plantean quienes quieren arrasar con los derechos y quienes pretenden consolidar privilegios.”
P.R: Pareciera que lo que se está reclamando en realidad es una suerte de zona liberada legal para que aquellos que actúan en nombre del Estado puedan violar las leyes existentes. Los derechos y las garantías.
E.F: “Una persona que comete un delito debe recibir un juicio con determinadas garantías, tiene que ser tratada por la policía de determinada manera cuando es arrestada. No estamos hablando de derechos humanos, estamos hablando de derecho interno común. La discusión aparece cuando esos derechos se violan de forma sistemática por el Estado, y ahí sí nos encontramos en una situación de violación a los derechos humanos. En la intervención cotidiana en materia de seguridad estamos hablando de derechos básicos (de derecho penal, de derecho procesal penal); de los derechos que reclamamos todos cuando nos pasa algo. Muchos de los que claman “que quieren ver a los delincuentes colgados” (refiriéndose a los que cometen delitos serios en términos de victimización) no piensan lo mismo cuando atropellan con su auto a alguien. Allí ellos no quieren quedarse preso. Se buscan el mejor abogado para pasar ese proceso en libertad, cuando uno puede preguntarse tranquilamente hasta qué punto cuando uno maneja a 140 o 150 km. en una ruta (o en una ciudad) borracho, no sabe perfectamente que las chances de lastimar a alguien son altísimas; y es discutible si allí estamos o no ante un homicidio culposo. Los accidentes laborales en situaciones de extrema precariedad en higiene y seguridad se acercan mucho (demasiado) a los homicidios… Pero allí ya no se reclama por la inseguridad.”
Existe una competencia natural entre la clase política y el mundo del espectáculo: el tiempo en manos del público es un bien escaso y el que se dedica a uno de los rubros se resta al otro. En ese sentido yo diría que el fenómeno Fort no representa el salto de los millonarios a la política sinó la promoción que hace el mundo del espectáculo de una carta fuerte para jugar en su eterna competencia con la clase política. Se trata siempre de una lucha de mercado entre grandes sectores de la clase dominante del sistema de producción simbólica. En el universo económico pasa lo mismo: si se venden más automotores (no importando la marca) se venderán menos departamentos o proyectos de countrys. Ningun misterio en ésto.
Otra cuestión es la ética del producto "Fort". Como vos lo señalás el mensaje es "no me siento culpable de ser rico". Esa deshinibición no es de distinto orden que la que expresa Messi cuando desparrama defensores ('no me siento culpable de ser habilidoso') o la que expresa H. Gonzalez con su prosa barroca ('no siento culpa por ser inteligente y culto'). Se presentan acá dos posibles respuestas normativas: a) ¿Debe Mesi simular que no es tan habilidoso? (se condena la "obcenidad" ) b) ¿O debe legislarse para impedir que esa habilidad se manifieste (penando con amarilla el caño o la rabona, por ejemplo) en vista a la gestación del hombre nuevo? Dilemas de lo moral.
Ahora, lo más interesante, otra vez pasa por la actitud del consumidor más que por las intenciones del productor: parecería que el producto "Fort" tendría como target natural a los ricos ya que está orientado a brindar confort espiritual a ese sector. Sin embargo, y resulta perturbador, la verdad es que su consumo parece ser masivo. Perturba porque partimos del axioma de que el deseo de igualdad es universal y que la violación de ese instinto está exclusivamente a cargo de los privilegiados. Y me pregunto si la enorme popularidad del juego (de la timba) no demuestra que el verdadero deseo es el opuesto y que la mayoría de la población está dispuesta a pagar sin chistar el tributo que permitirá que uno de nosotros (mejor si soy yo, por supuesto) deje de ser un igual.