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La democracia republicana se basa en el contrato. La república se sella en el contrato, escrito o no, donde las partes pactan algo que se comprometen a sostener en el tiempo. En este sentido el Tit for tat es una estrategia contractual ( y bíblica si se quiere) que sienta jurisprudencia, establece Ley.
José Rubén Sentis titula hoy “se vienen los millonarios con la onda fort: también en chile” donde hace una síntesis de las últimas elecciones donde empresarios millonarios y mediáticos se apropian de la escena política a partir de un aparato de propaganda. Dice
“Acá lo vimos este 28J con De Narváez en Buenos Aires y un par de años antes con Macri en Capital.
Sucedió en mayo en Panamá que se eligió un presidente millonario.
No son casos aislados. Es una onda que quiere venir.” […]“Vemos ahora que en Chile, el millonario Piñera con el 45 por ciento de los votos ganó la primera vuelta.
Dueño de un canal de TV abierta. Y accionista mayoritario de Lan Chile.
¿Les resulta familiar?.
Poseen medios de comunicación.
Las estructuras partidarias tradicionales no les alcanzan.
Exhiben poder económico.”
El llama esto “El modelo Fort”, en donde se hace un oneroso despliegue para alcanzar una posición de poder. ¿Necesitaba el pavo de Fort este despliegue mediático siendo millonario? Algo no cierra, los millonarios siempre fueron perfil bajo (culposo). Es de nuevo rico mostrar la guita, pero esta obscenidad parecería no contar hoy. Mas allá del dinero, a lo que se aspira es al poder y a legitimar ese poder con apoyo popular.
- Alicaaaa!!!!
-Alicateeeeee!!!
Se suele mezclar al populismo con todo esto, pero a partir de Laclau creo que queda claro que el populismo es otra cosa, eventualmente puede valerse de los medios o de la riqueza pero en esencia es otra cosa; es una demanda transversal encarnada por alguien eventualmente la lleva adelante.
Poco queda del contrato republicano bajo el paraguas de la construcción mediática, mucho menos si ese contrato se basa en partes tan desiguales, millonarios-pobres, trabajadores-empresarios, estado-excluidos. Y como augura Sentis: el modelo parece afirmarse, entonces donde queda la democracia en este juego donde la república se desdibuja.
Lo primero que se me ocurre es que se hace mas directa, eso es bueno pero tiene los bemoles que el marxismo se ha encargado de mostrar toda vez que pudo ejercer el poder. Nadie está dispuesto a ejercer el poder directamente y en todo momento, es una cuestión de comodidad, de estar tranquilo, de tender al nivel de energía mas bajo. A nadie le gusta que lo molesten con cuestiones de gobierno, ni siquiera en las reuniones de consorcio.
Para que haya contrato es necesario que ambas partes se sienten a discutir, esto es que se comuniquen, ese es el segundo problema que veo. Si la comunicación es está mediada y privatizada, el contrato social que representa el voto, las obligaciones que toman los candidatos al proponerse, estará violentado por todo un aparato que enmascara las verdaderas intenciones de éstos.
¿Se puede resistir el pueblo a todo esto? No, es imposible que el pueblo se resista al bombardeo mediático intencionado que promocione una idea o un candidato en un determinado sentido.
Digo esto por lo que en el estudio de redes sociales se llama el efecto red. Si la publicidad logra imponer una marca en un determinado momento y esa marca tiene la aceptabilidad del público, es muy probable que desde esa senda se llegue a masa crítica y con la mayoría de los votos legitimarse en el poder.
La tradicional tesis-antítesis ha sido intervenida por un poder central, los medios, que articulan la opinión pública para un lado o para el otro( esto no es nuevo). Por lo que poder y medios son lo mismo, no porque los medios sean el poder sino porque el poder (¿los millonarios?) hace jugar a los medios en el sentido de sus intereses.
¿Pero qué pasa cuando los millonarios ocupan ellos mismos la escena que antes hacían ocupar a otros terceros actores de reparto? Y donde dice millonarios se puede leer sindicalistas, empresarios rurales, etc. Más allá que la encarnadura sea una obscenidad de la que participamos como espectadores obligados, lo primero que sucede es que descuidan el kiosquito que los llevó al podio y esa suele ser su tumba.
Hasta acá no habría problema, recorridos todos los escalones de Maslow, es lógico que en algún momento se caigan, incluso también que alguien les haga temblar la escalera. Pero siempre hay otro en ascenso, unos escalones mas abajo esperando su turno para entrar a bailar por un sueño.
Tampoco tendría problemas con todo esto, lo que pasa es que el espacio de la escena sea ocupado (con obscenidades), el tiempo perdido en una competencia por ver quién la tiene as larga, juego del que participamos como televidente-votantes. -“Vota Ricardo mandando un mensaje al 8008”.
El espectáculo se apodera de la política que no es nada mas que eso, un show mediatizado por una posición central que articula tesis y antítesis a su antojo.
Todavía no tengo una respuesta para todo esto pero creo que la situación de la política se emparenta con la obscenidad de la década infame, con el Gran Gatsby, y las salidas de estos episodios nunca fueron felices.
Se hace difícil solidificar lo líquido, tal vez ya no sea posible hacerlo
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Existe una competencia natural entre la clase política y el mundo del espectáculo: el tiempo en manos del público es un bien escaso y el que se dedica a uno de los rubros se resta al otro. En ese sentido yo diría que el fenómeno Fort no representa el salto de los millonarios a la política sinó la promoción que hace el mundo del espectáculo de una carta fuerte para jugar en su eterna competencia con la clase política. Se trata siempre de una lucha de mercado entre grandes sectores de la clase dominante del sistema de producción simbólica. En el universo económico pasa lo mismo: si se venden más automotores (no importando la marca) se venderán menos departamentos o proyectos de countrys. Ningun misterio en ésto.
Otra cuestión es la ética del producto "Fort". Como vos lo señalás el mensaje es "no me siento culpable de ser rico". Esa deshinibición no es de distinto orden que la que expresa Messi cuando desparrama defensores ('no me siento culpable de ser habilidoso') o la que expresa H. Gonzalez con su prosa barroca ('no siento culpa por ser inteligente y culto'). Se presentan acá dos posibles respuestas normativas: a) ¿Debe Mesi simular que no es tan habilidoso? (se condena la "obcenidad" ) b) ¿O debe legislarse para impedir que esa habilidad se manifieste (penando con amarilla el caño o la rabona, por ejemplo) en vista a la gestación del hombre nuevo? Dilemas de lo moral.
Ahora, lo más interesante, otra vez pasa por la actitud del consumidor más que por las intenciones del productor: parecería que el producto "Fort" tendría como target natural a los ricos ya que está orientado a brindar confort espiritual a ese sector. Sin embargo, y resulta perturbador, la verdad es que su consumo parece ser masivo. Perturba porque partimos del axioma de que el deseo de igualdad es universal y que la violación de ese instinto está exclusivamente a cargo de los privilegiados. Y me pregunto si la enorme popularidad del juego (de la timba) no demuestra que el verdadero deseo es el opuesto y que la mayoría de la población está dispuesta a pagar sin chistar el tributo que permitirá que uno de nosotros (mejor si soy yo, por supuesto) deje de ser un igual.