"hay un accidente esperando por suceder".
Traducción del inglés por Reflexiones Siesteras- Carlos Boyle
Una teoría que explica la evolución de los ecosistemas puede aplicarse a las civilizaciones y predice que nos estamos acercando a una fase crítica.
[Nota del editor: El siguiente artículo es una adaptación de “La revolución de lo de abajo: Catástrofe, Creatividad, y la Renovación de la Civilización, por Thomas Homer-Dixon –Artículo original en inglés: The following article is adapted from The Upside of Down: Catastrophe, Creativity, and the Renewal of Civilization (copyright © Resource & Conflict Analysis, Inc.) e impreso por la autorización de Island Press, Washington, DC (www.islandpress.org).] referencias – video reportaje
World Watch Magazine, March/April 2009, Volume 22, No. 2
Buzz Holling, uno de los grandes ecologistas del mundo, es un hombre amable y simpático con un reflejo de pelo blanco y una cálida sonrisa. Nacido en Toronto y educado en la Universidad de Toronto y en la Universidad de British Columbia, trabajó durante muchos años como investigador científico para el gobierno de Canadá, donde fue pionero en el estudio de las infestaciones orugas en el gran bosque de abetos de Nuevo Brunswick. Más tarde, como investigador académico y, finalmente, como director del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados de Austria, creó potentes modelos matemáticos para explicar los fenómenos ecológicos que observó en el campo. Usando estos modelos, logró grandes avances en la comprensión de lo que hace que los sistemas complejos de todo tipo sean- desde los ecosistemas hasta los de los mercados económicos- adaptables y resilientes.
Desde principios de la década de los 70tas, la investigación de Holling ha atraído la atención en disciplinas que van desde la antropología a la economía. Sus documentos se han distribuido como “samizdat” a través de Internet, y Holling mismo se ha convertido en una especie de gurú para un asombroso número de personas muy inteligentes que estudian sistemas adaptativos complejos. Algunos de estos investigadores se han formado una comunidad científica internacional llamada Alianza de la resiliencia (Resilience Alliance), con más de una docena de instituciones participantes en todo el mundo. Aunque Holling está retirado ahora de su último empleo académico en la Universidad de Florida, todavía sigue con un atemorizante vigor y se ha centrado en la promoción de la labor de la Alianza de la resiliencia.
Holling y sus colegas llaman a sus ideas "Teoría Panárquica" - Pan, el antiguo dios griego de la naturaleza. Junto con el antropólogo e historiador José Tainter, las ideas sobre complejidad y colapso social, nos ayudan a ver el estres estructural de nuestro mundo como parte de un largo proceso mundial de cambio y adaptación. También ilustra la manera en que una catástrofe de este tipo de estrés podría producir un aumento de la creatividad para la renovación de nuestra civilización global.
Eficiencia peligrosa
La teoría panárquica tiene su origen en la observación minuciosa de Holling sobre la ecología de los bosques. Él notó que todos los bosques sanos tienen un ciclo adaptativo de crecimiento, caída, regeneración, y de nuevo crecimiento. Durante la primera parte del ciclo de la fase de crecimiento, el número de especies y de individuo de plantas y animales aumenta rápidamente, cuando los organismos llegan a explotar todos los nichos ecológicos disponibles. La biomasa total de estas plantas y animales crece, al igual que su acumulado de residuos por descomposición, por ejemplo, los árboles del bosque crecen más grandes, y mientras estos árboles y otras plantas y animales mueren, se pudren y engrosan la capa de humus en el suelo. Además, los flujos de energía, de materiales y la información genética que circula entre los organismos del bosque se vuelven cada vez más numerosos y complejos. Si pensamos en el ecosistema como una red, tanto el número de nodos en la red y la densidad de los vínculos entre los nodos se incrementa.
Durante esta primera fase de crecimiento, el ecosistema forestal transita una constante acumulación de capital. Mientras su masa total crece, también lo hace la cantidad de nutrientes, junto con la cantidad de información en los genes de su creciente variedad de plantas y animales. Sus organismos están también acumulando mutaciones en sus genes que podrían ser beneficiosas en algún momento en el futuro. Y todos estos cambios representan lo que Holling llama un mayor "potencial" para nuevos e inesperados acontecimientos en el bosque del futuro.
Mientras continúa el crecimiento del bosque, sus componentes se vuelven cada vez más intervinculados –la "conectividad" del ecosistema sube- y mientras esto sucede evolucionan distintas maneras de regular y de mantener su propia estabilidad. En el bosque se desarrollan, por ejemplo, un mayor número de organismos que "fijan" nitrógeno- convirtiendo el elemento inerte desde su forma en el aire a las formas en que las plantas y los animales pueden utilizarlo en las cantidades y en los lugares necesarios. Se convierte en el hogar de más gusanos, escarabajos y bacterias que descomponen las moléculas orgánicas complejas de la podredumbre de las plantas en útiles nutrientes. Y produce más bucles de retroalimentación negativa entre sus distintos componentes que mantienen la temperatura, las precipitaciones, y las concentraciones de las sustancias químicas dentro del rango en que mejor se adapte a la vida en el bosque.
Con el paso del tiempo mientras el bosque madura y pasa a la fase tardía de su crecimiento, los mecanismos de autorregulación se vuelven muy diversos y finamente ajustados. Especies y organismos son cada vez más especializados y eficientes en el uso de la energía y los nutrientes disponibles en su nicho. De hecho, todo el bosque se convierte en extremadamente eficiente en un sentido, se adapta de manera efectiva para maximizar la producción de biomasa a partir del flujo de la luz solar, el agua y los nutrientes que recibe de su entorno. En el proceso, las redundancias en la red ecológica del bosque -como los múltiples fijadores de nitrógeno- se reducen considerablemente. Las nuevas plantas y animales encuentran un menor número de nichos para explotar, por lo que el aumento constante en la diversidad de especies y organismos se frena y pueden incluso disminuir.
Esta fase de crecimiento no puede continuar indefinidamente. Holling sugiere – similar a lo que sostiene Tainter en su teoría- que la conectividad y la eficiencia siempre creciente del bosque eventualmente produce una disminución en la realimentación por la reducción en su capacidad para hacer frente a graves perturbaciones del entorno. Básicamente, el ecosistema se vuelve menos resiliente. Los árboles interdependientes del bosque, los gusanos, los escarabajos, y otros están tan bien adaptados a un rango específico de circunstancias- y tan bien organizado como un sistema eficiente y productivo- que cuando una perturbación fuera de ese rango recae sobre el bosque, no le puede hacer frente. Además, la alta conectividad del bosque ayuda a que cualquier perturbación externa viaje más rápido a través de todo el ecosistema. Por último, la alta eficiencia hace que le sea más difícil poder realizar un aumento en su potencial ante la novedad. Por ejemplo, los nutrientes extra que el ecosistema forestal ha acumulado no están fácilmente disponibles para las nuevas especies y los procesos de los ecosistemas porque están totalmente expropiados y controlados por las plantas y los animales. En general, luego, el ecosistema forestal se convierte en rígido y quebradizo. Se convierte, según dice Holling, en "un accidente esperando por suceder".
Así en las postrimerías de la fase de crecimiento de cualquier sistema vivo como un bosque, tres cosas están sucediendo al mismo tiempo: el potencial del sistema para la novedad está en aumento, su conectividad y su autorregulación también están aumentando, pero su resiliencia general está disminuyendo. En este punto de la vida del bosque, un acontecimiento repentino, como un huracán, incendios, brotes de insectos, o una sequía puede desencadenar el colapso de todo el ecosistema. Los resultados, por supuesto, pueden ser dramáticos, grandes extensiones de hermosos bosques pueden ser arrasados. El ecosistema pierde especies y biomasa, y en el proceso gran parte de su conectividad y autorregulación.
Pero los efectos sobre la salud general del ecosistema puede ser muy positiva. Un incendio forestal en un bosque maduro crea espacios abiertos que le permiten establecerse y propagarse a nuevas especies; destruye enfermedades e insectos; y convierte a la vegetación y a los residuos acumulados en nutrientes que pueden ser utilizados por plantas y animales que se restablecen a ellos mismos después del fuego. Los organismos que sobreviven se hacen mucho menos dependientes de las relaciones entre unos y otros establecidas desde larga data. Lo que es más importante, el colapso también libera el enorme potencial del ecosistema para la creatividad y permite nuevas e impredecibles recombinaciones entre sus elementos. Es como si alguien echara lo que queda de las plantas, los animales, los nutrientes, los flujos de energía y la información genética del bosque en un gigantesco tazón y lo agitára. Una vez -que las especies marginales pueden ahora capturar y aprovechar los nutrientes liberados recientemente y se puedan liberar de las mutaciones genéticas que fueron una pesadilla para la supervivencia, puede ser que ocurra una prosperidad repentina.
Y debido a que el sistema de repente es mucho menos rígido y está menos interconectado, es mucho más reisilente a perturbaciones repentinas. Este es un escenario perfecto para que las plantas del bosque y los animales puedan experimentar nuevos comportamientos y relaciones -una especie de polinizadores, como la abeja o la avispa, intentará reunir el néctar de un tipo de flor que no había visitado anteriormente, o una carnívora podrá intentar matar y comer un tipo diferente de presa. Si tales experimentos fracasan, el daño es menos probable que se desencadene en cascada a todo el sistema.
De esta forma el ecosistema forestal se reorganiza y se regenera, muy posiblemente en una nueva forma. Puesto en pocas palabras, la catástrofe del colapso permite el nacimiento de algo nuevo. Y este ciclo de crecimiento, el colapso, reorganización, y renacimiento le permite al bosque adaptarse a largo plazo a un entorno en constante cambio. "El ciclo de adaptación", escribe Holling, "abarca dos opuestos: crecimiento y estabilidad por un lado, cambio y variedad, por el otro." Es a la vez conservador y creativo -una característica de todos los sistemas alta adaptabilidad.
Imagen de acá: http://www.laetusinpraesens.org/musings/conveyor.php
Holling y sus colegas utilizan una imagen tridimensional para representar la relación entre el aumento de potencial del sistema, la conectividad y la disminución de su reisilencia. La forma se parece a una figura distorsionada de un ocho o al símbolo del infinito flotando en el espacio. En primer plano está la fase de crecimiento- una curva que crece mientras el potencial y la conectividad del sistema crecen. Al mismo tiempo, la curva avanza en un espacio tridimensional hacia el observador, mientras la resiliencia del sistema disminuye. Holling y sus colegas llaman a esta parte de adaptación del ciclo "bucle del frente". Representa un proceso de aumento gradual de la complejidad. En la parte superior de esta curva, el sistema colapsa. Entonces las cosas suceden rápidamente mientras el sistema desciende en el "bucle de vuelta", donde se desencadena un rápido proceso de reorganización antes de comenzar una vez más el lento proceso de crecimiento.
Figura en dos dimensiones de acá: http://www.ecologyandsociety.org/vol14/iss1/art15/figure1.html
Ciclos anidados
Hay algo más, esencial de la teoría de Holling. Sostiene que no existen ciclos de adaptación en el aislamiento. Por el contrario, usualmente se suelen insertar entre ciclos de mayor y menor adaptación. Por ejemplo, sobre el ciclo del bosque, este es el más extenso y de movimiento mas lento de los ciclos del ecosistema regional, y sobre esto, a su vez, es más lento aún que el ciclo global de los procesos biogeoquímicos, donde los flujos planetarios de materiales y elementos- como el carbono- pueden medirse en extensiones de tiempo de años, décadas, o incluso milenios. Debajo de la adaptación del ciclo del bosque, por otra parte, están los más pequeños y rápidos ciclos de los sub-ecosistemas que abarcan, por ejemplo, especialmente las laderas o quebradas. De hecho, los ciclos adaptativos se pueden encontrar a lo largo de todo el camino hasta el nivel de las bacterias en el suelo, donde se encuentran los ciclos más pequeños y más rápidos de todos. Aquí las cosas suceden en una pequeña escala de milímetros o incluso de micras, y pueden tener lugar en cuestión de minutos o incluso segundos. De manera que toda la jerarquía de ciclos de adaptación- lo que Holling y sus colegas llaman una panarquía-, abarca en una escala de espacio desde las bacterias del suelo hasta todo el planeta y en una escala de tiempo de segundos hasta épocas geológicas.
Esto nos lleva al punto más importante de todos para nuestros propósitos: los ciclos que funcionan por encima y por debajo desempeñan un papel importante en el ciclo de adaptación del propio bosque. Los ciclos de más alto y de más lento movimiento son los que proporcionan estabilidad y los recursos que amortiguan de las perturbaciones que sufre el bosque y son los que lo ayudan a recuperarse del colapso. Un bosque puede ser afectado por incendios forestales, por ejemplo, pero siempre y cuando el patrón del clima en toda la región que abarca el bosque se mantenga constante y las precipitaciones sean suficientes, el bosque se debería regenerar. Mientras tanto, los ciclos de más abajo y de más rápido movimiento son una fuente de innovación, experimentación, y de información. En conjunto, los ciclos altos y bajos ayudan a mantener el bosque en el colapso, cuando éste se produzca, de que sea verdaderamente catastrófico. Pero para que estos acuerdos saludables trabajen, estos variados ciclos adaptativos deberán estar en diferentes puntos a lo largo de ese bucle con forma de ocho. En particular, no todos deberán hacer pico en la parte superior de sus fases de crecimiento al mismo tiempo. Si lo hacen, si están "alineados en la misma fase de vulnerabilidad", para usar la frase Holling- todos ellos producirán un colapso mucho más devastador, y la recuperación llevará mucho más tiempo, si alguna vez ocurre. En caso de que un incendio forestal afecte un bosque en el mismo tiempo en que el ciclo del clima regional entra en una fase de sequía, el bosque no podrá regenerarse.
La Teoría de Panarquía nos ayuda a entender cómo los sistemas complejos de todo tipo, incluidos los sistemas sociales, evolucionan y se adaptan. Por supuesto, comparte semejanzas con otras teorías de la adaptación y cambio. Su idea central- que los sistemas crecen naturalmente, se vuelven más frágiles, colapsan y, a continuación, se renuevan en un ciclo sin fin- se repite varias veces en la literatura, la filosofía, la religión, y en los estudios de la historia humana, así como en las ciencias naturales y sociales. Pero Holling ha hecho mucho más que reafirmar esta vieja idea. La ha hecho mucho más precisa, potente y útil al distinguir entre potencial, conectividad, y resiliencia; mediante la identificación de las variaciones en el ritmo de cambios en el sistema a medida en que se mueve a través de su ciclo, y mediante la descripción de los roles que cumplen los ciclos adyacentes en la gran jerarquía de ciclos.
Holling encarna algo verdaderamente raro: el tipo de sabiduría que surge cuando una mente con una enorme creatividad, percepción y valentía pasa medio siglo estudiando un fenómeno y describe sus pautas esenciales. En una conversación con él no hace mucho, lo alenté a profundizar en otros aspectos la teoría panárquica, para llenar los baches en mi entendimiento y a que me dé los matices y la perspectiva de lo que sólo él me podía proporcionar. Cuando llegamos a la final de nuestra conversación, le hice una pregunta que había estado en mi mente desde nuestra primera reunión un año antes, cuando había llegado a la cuenta de que la humanidad estaba en grave peligro.
"¿Por qué siente que el mundo está convergiendo hacia una especie de crisis sistémica?"
"Hay tres razones", respondió. "En primer lugar, a lo largo de los años mi comprensión sobre el ciclo de adaptación ha mejorado, y también he llegado a entender mejor cómo ciclos de adaptación múltiples pueden ser anidados juntos- de pequeños a grandes, para crear una panarquía. Ahora creo que esta teoría nos dice algo bastante general sobre la forma en que los sistemas complejos, no sólo los sistemas ecológicos, cambian con el tiempo. El colapso es por lo general parte de la historia.
"En segundo lugar, creo que el rápido aumento de la conectividad en los sistemas mundiales- tanto económica como tecnológica, aumenta el riesgo de colapso profundo. Esto es un colapso en cascada a través de los ciclos de adaptación- una especie de acumulación de implosión de todo el sistema mientras los ciclos de adaptación de alto nivel colapsan, lo que provoca el colapso progresivo en los niveles inferiores."
"Un poco como la implosión de las torres del World Trade Center," que yo ofrecí como ejemplo, "donde el peso de los pisos superiores rompieron los pisos inferiores a través de una pila como detonador."
"Sí, pero en una parnarquía muy conectada, el colapso no tiene que empezar por la parte superior. Puede ser activado a un nivel micro o macro o en algún punto intermedio. Es la interconexión densa de los ciclos de adaptación a lo largo de todo el sistema -desde el individuo hasta el nivel de la economía global e incluso de la biosfera de la Tierra- la que es especialmente peligrosa porque aumenta la probabilidad de que muchos de los ciclos se sincronicen y hagan pico juntos. Y si esto ocurre, ellos se refuerzan mutuamente el colapso.”
"La tercera razón", continuó, "es el surgimiento del mega-terrorismo- el riesgo creciente de ataques que matan a un enorme número de personas y produce importantes perturbaciones en los sistemas del mundo. No estoy seguro de por qué el megaterrorismo se ha hecho más probable ahora. Supongo que es en parte el resultado de los cambios tecnológicos y el surgimiento de todo tipo de fundamentalismos virulentos. Pero sé que en un mundo estrechamente relacionado donde las vulnerabilidades están alineadas, este tipo de ataques podrían desencadenar un colapso profundo- y eso es particularmente preocupante.
"Este es un momento de gran volatilidad e inestabilidad en el sistema mundial. Necesitamos con urgencia hacer lo que podamos para evitar el colapso profundo. También tenemos que averiguar cómo aprovechar la oportunidad que brinda la crisis y el colapso cuando se produzcan, ya que algunos tipos de ruptura sistémica son ahora casi seguros".
Podemos ver el peligro de un estrés estructural a razón de esta nueva luz -si se piensa en la humanidad, incluyendo todas nuestras interacciones con los demás y con la naturaleza y el conjunto de los flujos de materiales, energía, e información a través de nuestras sociedades y tecnologías- como un inmenso sistema ecológico-social. Mientras este gran sistema que hemos creado y en el que vivimos, se mueve hacia la cima de la fase de crecimiento en su ciclo de adaptación, está acumulando potencial en forma de capacidades de las personas y de riqueza económica. También se vuelve cada vez más conectado, regulado y eficiente y, en consecuencia, tendrá menor capacidad de recuperación. Y finalmente, se hace cada vez más complejo, lo que significa que se está moviendo más y más lejos del equilibrio termodinámico. Necesitamos cada vez de más recursos de alta calidad de energía para mantener esta complejidad. En el ínterin, estreses estructurales internos -incluyendo el empobreciendo por la escasez de nuestra mejor fuente de energía de alta calidad, convencionalmente el petróleo- se están consolidando lenta pero sostenidamente.
Por lo tanto, estamos sobreextendiendo la fase de crecimiento de nuestro ciclo de adaptación. Vamos a alcanzar la cima de este ciclo cuando ya no seamos capaces de regular o controlar las tensiones estructurales que se crean en el interior profundo del sistema global. Luego tendremos una especie de eventos terremoto que causarán el colapso del sistema y su simplificación a medida que se acerque al equilibrio termodinámico.
La Teoría de Panarquía también nos ayuda a comprender mejor otro fenómeno crítico de importancia: la denegación que nos impide ver los peligros a los que nos enfrentamos. Nuestras explicaciones del mundo que nos rodea, ya sea la del lugar de la Tierra en el cosmos o la del funcionamiento de nuestra economía, se mueven a través de sus propios ciclos de adaptación. Cuando una explicación de moda encuentra pruebas que la contradicen, le hacemos un ajuste ad hoc para dar cuenta de que esta evidencia- al igual que Ptolomeo añadió hemiciclos a su explicación sobre los movimientos de los planetas. En el proceso, nuestra explicación se mueve a través de algo similar a una fase de crecimiento: se hace progresivamente más compleja, engorrosa y rígida, pierde reisilencia; y ese es el propicio de su colapso para que otra y mejor teoría esté por venir.
A menudo invertimos enorme cantidades de energía mental para mantener una perspectiva sobre el mundo en diferencia con la realidad- que está lejos del equilibrio intelectual, por así decirlo. Pero hoy porciones de anómala evidencia- a partir de datos sobre el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia que informan de la constante caída en el descubrimiento de nuevos yacimientos de petróleo- se está acumulan en torno a nosotros.
Lecciones desde Roma...
Por más de un milenio en la cultura occidental, la caída de Roma ha sido un emblema de la catástrofe social, que se utiliza a menudo como un estigma en el debate político. Cuando las personas no aprueban un contexto social, político, económico o tendencia, lo que a menudo afirman es que es consecuencia de la caída de Roma. Por lo tanto, han proliferado las explicaciones. En 1984, el historiador alemán Alexander Demandt listó más de 200 diferentes explicaciones sobre la caída de Roma que encontró en la bibliografía histórica desde 1600- desde epidemias, plutocracia y falta de carácter hasta la vanagloria.
Tal vez su arrebato, entonces, para agregar otra a la lista. Sin embargo, los trabajos recientes de los arqueólogos, historiadores económicos, teóricos de la complejidad dan idea de novedosas miradas sobre lo que pasó. Y su historia, que tiene enorme importancia para nuestra situación actual, se reduce a esto.
Porque la energía es un recurso esencial para una sociedad, cuando Roma agotó los recursos de energía en sus conquistas, -cuando se tuvo que mover, en otras palabras, de fuentes energía de alta Tasa de Retorno Energético TRE (EROI en inglés) a fuentes de energía de bajo (TRE)- se enfrentó con una transición crítica. Y, por lo menos en la parte occidental del imperio, no pudo hacer esta transición con éxito. No podía sostener el costo y la complejidad de sus ejércitos remotos, la explosión de la administración pública, el hambre y las movilizaciones de las ciudades, los elaborados flujos de información y los intrincados sistemas de riego. No, no es que no lo intentó. El prodigioso esfuerzo de Roma para salvarse a sí misma mediante la puesta en marcha de un agresivo sistema para gestionar sus problemas de energía, fue a la vez uno de los más grandes triunfos y tragedias de la historia. Fue un triunfo porque, por un tiempo al menos, el esfuerzo revirtió lo que parecía la inexorable decadencia del imperio, pero fue finalmente una tragedia, ya que no abordó la problemática de la complejidad de un imperio demasiado grande para un sistema de energía en base de alimentos -y, por tanto, fue por eso que fracasó.
El imperio romano occidental no pudo hacer la transición de fuentes de energía desde un alto-TRE a un bajo-TRE. Hoy en día, nuestras sociedades se dirigen hacia una transición similar, en la medida que el petróleo se hace cada vez más difícil de encontrar. En algún momento en la década de 1960 los Estados Unidos cruzó un umbral crítico cuando su TRE de extracción de petróleo para uso doméstico comenzo a caer, y lo más probable es que, desde entonces, casi todos las otras regiones productoras de petróleo en el mundo han cruzado el mismo umbral (a menudo los datos tardan un tiempo en mostrar claramente que el umbral se ha cruzado). Muy pocas personas –seguramente no los líderes de nuestra sociedad- pueden comprender la importancia de este cambio, sin embargo, es de trascendental importancia. Marca el comienzo de un cambio de nuestra civilización industrial moderna a otro tipo de civilización.
Todavía no podemos decir qué forma esta nueva civilización tomará, pero podemos estar bastante seguros de que en comparación con nuestra experiencia a lo largo del siglo y medio desde la revolución industrial, la energía se convertirá en mucho más costosa con fuentes no convencionales y renovables en sustitución del petróleo barato. La subida de precios no será constante y lineal: veremos picos afilados y bajas mientras la economía mundial se intenta ajustar. Incluso un incremento medio de los costos reales de energía de sólo 2.5 por ciento cada año- una tasa que hemos superado en los últimos años- convergerá en un aumento de diez veces en un siglo.
¿Podemos adentrarnos en esta transición de manera prudente y segura? No, si nos negamos a comprender sus consecuencias y simplemente continuamos haciendo lo que estamos haciendo ahora. En los términos de Buzz Holling, estamos afanosamente ampliando la fase de crecimiento del ciclo de adaptación de nuestros sistemas de economía planetaria, ecológico y social. En el proceso, este sistema planetario se hace cada vez más complejo, conectado, eficiente y regulado. Eventualmente se convertirá en menos reisilente; y puede que, de hecho, que ya haya comenzado a perder la reisilencia.
Un número de factores conducen a estos cambios. En primer lugar, la necesidad desesperada de las empresas, economías y sociedades de maximizar rendimientos y productividad de manera constante les obliga a aumentar su complejidad organizativa y tecnológica, su eficiencia y regulación interna, y su velocidad de producción y transporte de materiales, energía e información. Además, como la economía mundial se expande en relación con el tamaño de la base de recursos de la Tierra y de la biosfera, tenemos que utilizar los recursos y la energía mucho más eficientemente y gestionar nuestras interacciones con la naturaleza cada vez con mayor atención- y esto significa progresivamente tecnologías, procedimientos, reglamentos e instituciones más elaboradas. En base a las actuales tendencias, la producción mundial de bienes y servicios de EE.UU. se cuadruplicarán de $ 60 (en 2005 dólares) a $ 240 billones en 2050. Si fuéramos a mantener andando esta gigantesca economía -y si fuéramos a evitar la destrucción simultánea del planeta y al mismo tiempo la del medio ambiente- necesitaremos de todo, desde energía y programas de conservación agua de alta tecnología, hasta grandes burocracias que encuentren y castiguen a las personas y las empresas que emitan demasiado dióxido de carbono. Y por último, a medida que nuestra TRE decline en las próximas décadas, necesitaremos tecnologías y organizaciones mucho más sofisticadas para buscar pequeños bolsones de petróleo en el mundo entero y para reunir energía de inferior calidad de una miríada de plantas generadoras de energía solar, eólica y geotérmica.
En resumen, en las próximas décadas nuestros recursos y los problemas ambientales se convertirán progresivamente más dificultosos de resolver; nuestras empresas, organizaciones y sociedades, por lo tanto, tendrán que hacerse decididamente más complejas para producir buenas soluciones, y las soluciones que produzcan, -ya sea tecnológicas o institucionales – también deberán hacerse más complejos.
... y de Holanda
La Holanda de hoy nos da una pista de lo que podría ser esto como el futuro. Uno de los países más populosos del mundo, Holanda tiene una de las de las economías más grandes, industrializas, intensivas en energía y de alto consumo, y su pueblo debe luchar constantemente contra el mar para sobrevivir en su pequeño trozo de territorio que de hecho una gran parte ha sido ganada al mar. A lo largo de los siglos, los holandeses han respondido poniendo en marcha un sistema de tecnología y regulación social sorprendentemente complejo. Estos han incluido bloque por bloque comités de residentes urbanos para evitar las inundaciones, dictaron leyes a fin de maximizar el uso eficiente de la tierra y, por supuesto, un intrincado sistema de diques, canales y estaciones de bombeo. En la medida que Holanda se ha vuelto progresivamente más rica, más populosa, y más cercada por los recursos y las presiones ambientales, los reglamentos y las tecnologías se han convertido en más intrincados y costosos.
¿Pero si acabáramos con una sociedad y una economía mundial como la de Holanda, qué sería tan malo? Después de todo, los holandeses viven muy bien. Lamentablemente, incluso la enorme complejidad de la Holanda actual no sería ni remotamente suficiente para contener los desafíos planetarios a los que vamos a tener para hacer frente pronto, como el cambio climático y el recrudecimiento de la escasez de energía de alta calidad. Vamos a tener que crear una sociedad global que he dado en llamar "Holanda por diez", con instituciones y con normas regulatorias muchos más sofisticadas, masivas y caras que las que los Países Bajos viven hoy en día.¿Realmente queremos ese futuro para nosotros y nuestros hijos?
¿E incluso si lo hacemos, podremos realmente crearlas? En primer lugar, Holanda es, en cierto modo un ejemplo inadecuado. Es una sociedad pequeña, étnicamente homogénea con una desigualdad económica relativamente baja, una cultura de colaboración profundamente arraigada y una ciudadanía que es receptiva de las políticas sociales destinadas a cambiar las conductas de las personas. Estas características no son de nuestro mundo como conjunto. Además, hoy en día Holanda mantiene su confortable estilo de vida mediante la importación de energía, alimentos, y recursos naturales desde lejos, mucho más allá de sus fronteras, y mediante el desecho de gran parte de sus residuos, tales como el dióxido de carbono, también fuera de sus fronteras- el dióxido de carbono de Holland termina viajando por la atmósfera alrededor del planeta. La humanidad en su conjunto, sin embargo, no puede obtener sus recursos o su expulsión de contaminación más allá de los límites de la Tierra.
Más importante es que, a medida que nuestro sistema ecológico-social se mueve a través de la fase de crecimiento de su ciclo de adaptación hacia un futuro de Holanda-por-diez pierde resiliencia. La presión constante del capitalismo sobre las empresas para maximizar la eficiencia refuerza los vínculos entre productores y proveedores; reduce la holgura, la amortiguación y la redundancia; y mientras lo hace, los fallos en cascada serán más probables y perjudiciales. Además, la presión del capitalismo sobre las personas para que sean más productivas y eficientes los conducirá a adquirir habilidades y conocimientos hiperespecializados, lo que significa que serán cada vez menos autónomos, más dependientes de otras personas y tecnologías especializadas, y, en definitiva, más vulnerables a las crisis (recordar cómo la mayoría de los estadounidenses estuvieron tan mal equipados para enfrentar apagón de 2003). Mientras tanto, el agravamiento de los daños en los ambientes naturales locales y regionales en muchos países pobres deshará las redes ecológicas y socavando las economías y la estabilidad política. Y, finalmente, la presión está aumentando tanto sobre las sociedades ricas y como también sobre las pobres desde los estreses estructurales como los que producen los desequilibrios demográficos, el crecimiento de las megaciudades, y la ampliación de de la brecha en los ingresos.
Todos estos factores están creando una condición de sobrecarga justo en el momento en que estamos entrando en una época de cambio desde fuentes de energía de alto TRE a fuentes de energía bajo TRE. Debido a que se necesita de energía para crear y mantener complejidad y orden, y porque la energía se volverá cada vez más cara, resultará más difícil implementar de manera constante soluciones complejas a nuestros problemas complejos.
De hecho, en un mundo de costos de energía mucho más elevados, un sistema global Holanda-por-diez es casi imposible. Incluso la economía globalizada de hoy no será viable, porque necesita de mucha energía para mantenerla en funcionamiento. Como los precios de la energía aumentan, lo que primero vamos a ver serán los recortes en los viajes y en el comercio de larga distancia. En lugar de hacer cada vez más "plano" a medida que las barreras del comercio y la integración económica desaparecen- como algunos comentaristas, como el columnista del New York Times Thomas Friedman, sugieren- el mundo se hará cada vez más regionalizado e incluso jerárquico, porque la industria manufacturera, el comercio, y el poder político se orientarán hacia países con relativamente buen acceso a la energía. Eventualmente aquellos de nosotros que estemos en países ricos tendremos que cambiar muchas cosas de nuestras sociedades y de la vida cotidiana, no sólo las máquinas que utilizamos para producir y consumir energía, sino también el trabajo que hacemos, nuestras actividades de ocio y entretenimiento, cuanto viajamos en automóviles y aviones, nuestros sistemas financieros, el diseño de nuestras ciudades, y la forma en que producimos nuestros alimentos (ya que nuestras actuales prácticas agrícolas consumen una enorme cantidad de energía).
La fase de crecimiento en la que estamos nos puede parecer un estado natural y permanente de las cosas -y la creciente complejidad, conectividad, eficiencia y regulación de nuestro mundo puede parecernos incesante e imparable-, pero en última instancia, no es sostenible. Sin embargo, consideramos que es imposible bajar esta escalera ascendente, porque nuestro estado crónico de la negación sobre la gravedad de nuestra situación, con la complicidad de poderosos intereses especiales que se benefician del statu quo, nos impide ver realmente lo que realmente está sucediendo o considerar otros caminos que nuestro mundo podría seguir. Futuros radicalmente diferentes están más allá de lo imaginable. Así es que nos quedaremos atrapados en un camino que nos llevará hacia un colapso mayor.
Cuanto mayor sea el tiempo que el sistema permanece "encerrado” en la fase de crecimiento, dice Buzz Holling, "mayor es su vulnerabilidad y más grande y más dramático será su colapso." Si la fase de crecimiento continúa por demasiado tiempo, "una caída profunda"- algo así como una falla sincrónica -eventualmente se producirá. El colapso en este caso es tan catastrófico y se replicará en cascada a través de tantos límites físicos y sociales que la capacidad del sistema para regenerarse se perderá. [A] Los incendios forestales muestran cómo sucede esto: si se han acumulado demasiados desechos de materia seca, el fuego se pondrá demasiado caliente, y destruirá las semillas que podrían ser la fuente de renacimiento de la selva.
Holling cree que el mundo está llegando a "una etapa de vulnerabilidad que podría provocar un 'pulso' raro pero elevado en la transformación social". La humanidad ha experimentado sólo tres o cuatro de estos pulsos durante toda su evolución, incluyendo la transición desde comunidades de cazadores-recolectores hasta los asentamientos agrícolas, la revolución industrial, y la reciente revolución de las comunicaciones globales. Hoy otro pulso está a punto de comenzar. "Las señales un nuevo pulso de una inmensa destrucción es a la vez aterrador y creativa", escribe. "La única manera de afrontar ese período, en el que la incertidumbre es muy grande y no se puede predecir lo que nos depara el futuro, no es prediciendo, sino para experimentando y actuando vía una exuberante inventiva en la diversa aventura del vivir."
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