Gerardo Fernández en un gran post denuncia algunos de los mecanismos puestos en juego para presentar nuestra realidad como algo dado, inmutable, cristalizado a la que es en vano esforzarse para cambiarla. Dice
Se instaló una forma de ver las cosas desde un lugar de forastero o de turista, una concepción según la cual "todo ya está así y no se lo puede trastocar", una postura que se emparenta con esa aversión a la discusión política porque "ni vos lo vas a convencer a él ni él te va convencer a vos", entonces cualquier intercambio de ideas se lo considera desde el vamos una pérdida de tiempo. "Ya está todo inventado, no hay nada que modificar salvo cuestiones menores". Esta idea se hizo carne y hay un par de generaciones que han crecido mamando de esa teta, muchachos para los que la discusión válida sólo pasa por si el fracaso del Bichi fue la línea de tres...
El o la comentarista Vita le marca el camino que desemboca en este post, dice:
Sí, en lo psicológico hacernos cargo a "nosotros" de lo que hicieron "ellos": esas preguntas retóricas estilo negro oro, susana y mirta ¿qué nos pasó a los argentinos? ¡cómo estamos los argentinos! Uno es responsable de lo que vota pero mucho nos han engañado y el operador de este engaño fue el periodista. Fue el pedagogo de esta historia mal contada adrede, para que ganen "ellos". Y "ellos" son el poder económico concentrado en pocas manos.
Una psicóloga que tuve me advertía sobre los peligros de este procedimiento. Hacernos cargo de lo que hicieron “los otros” en una situación recursiva y constrictora no soluciona nada (para nosotros), por el contrario nos lastima. Por eso advertía sobre la objetividad en la lectura de esa realidad. El problema es separar la paja del trigo, especialmente si la relación de la que se trate es con un hermano, familiar, un pariente, un amigo, un connacional, un prócer. Para involucrarse con lo que es responsabilidad de “el otro” o de “los otros” debemos estar prevenidos que podemos salir lastimados, dado que no es nuestra la responsabilidad de lo que hace “el otro”, de allí nuestra imposibilidad de modificar la realidad.
Que nos tengamos que aguantar los retos y monólogos de nuestra vieja que visitamos poco, es un signo de cortesía y convivencia, pero que nos tengamos que bancar a Patricia Bullrich defendiendo el 82"% móvil para los jubilados, es un poco mucho. Una de las últimas rabietas que se agarró mi viejo antes de morir fue que esta señora junto con los otros corruptos del gobierno de De la Rua le rebajaran la jubilación.
La cohesión social en este caso obliga, en un mecanismo de la espiral del silencio, a la aceptación de lo que hace “el otro” como algo que es responsabilidad mía en pos de la convivencia, y esto muchas veces ocultando u oscureciendo de quién es la responsabilidad. Recibir una información fragmentada lleva a la historia única.
Nadie nos prohíbe hacernos cargo de lo de “los otros”, solo que tenemos que estar sabiendo, ser consientes, estar informados de que esta situación la generó “el otro” y que aceptarla como propia conlleva pagar los costos de una situación muchas veces no deseada.
1 nos acompañaron:
Charlie: El tema esta en no buscar atajos para no hacernos cargo, me parece que todos somos responsables de alguna manera, la salvedad que haría es que en lo que nos pasó, pasa o pasará las responsabilidades son directamente proporcionales a los niveles en la toma de decisiones que cada integrante de la comunidad tiene.
Saludos Cordiales.
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