Cualquiera que observa “La
caballería roja” o “El ejército rojo”, —también se lo puede traducir como “La
carga del ejército rojo”—, estaría tentado a pensar en un dibujo de Roberto Fontanarrosa
o en Molina Campos. Claro, la tradición impresionista de su autor, el ruso Kazimir
Malévich, impide el detalle y es justamente ese el punto en donde uno queda
atrapado.
¿Acaso esta difusa carga de
caballería no se ajustaría a la de un malón indio del a pampa? O ya deteniéndome
más en el detalle, por el número o la formación de los pelotones. ¿No podrían ser
éste un óleo sobre la conquista del desierto encabezada por el general Roca? Lo
difuso de este óleo sobre tela es en realidad lo que lo hace parecerse a todas
las cargas de todos los tiempos de todas las caballerías sobre todos los
territorios. Una especie espíritu de carga universal.
Yendo al detalle, vemos un
horizonte absolutamente plano que divide dos campos el de las figuras, —el ejército—,
y un mundo subterráneo en donde el autor se define por presentarlo en capas
estratificadas iguales de llanas que la del piso final donde galopan los “rojos”.
Como si nos dijera: “si hay una superficie donde se está llevando a cabo esta
carga, ésta es una copia del relieve de las infinitas capas de la historia del
territorio que la precedieron”.
Pero arriba, en el campo de la
luz, en un aparente atardecer, el ejército avanza. La carga parecen llevarla
los más retrasados, los que se ven venir al ritmo de un galope más tendido que
los que llevan las banderas y pendones del frente. Aunque todo llevan banderas,
cintas y pendones.
Por los caballos sabemos que en
realidad no se trata de una carga sino un avance, un ordenado progreso de esa
fuerza sobre la plana superficie de la historia geológica del territorio. Lo
rojo del título y lo rojo de las figuras se conjugan en un mismo color enterrado
bajo la primera capa negra de la superficie. Secuencia que vemos repetida más abajo,
pero en diferente proporción.
Los jinetes no van cargando, lo
sabemos por cómo llevan sus lanzas o fusiles: en posición vertical. La ubicación
más relajada para llevar un arma. El avance prospera, es al momento tranquilo,
es un progreso que todavía no encuentra enemigo. Pero si hay una secuencia en desarrollo en la
escena es que este ejército “se dirige a”, “está por”, en su deriva, avanza.
1928-1932 es la fecha de su realización.
No sabemos si la luz sale de detrás
del horizonte, un crepúsculo tal vez, o si es la luz propia que emana del ejército.
La caballería no está centrada en el cuadro, está mínimamente retrasada
respecto del borde derecho dejando un blanco del doble del tamaño entre uno y
el otro. Ese desequilibrio entre los blancos también da una idea de progreso
hacia la izquierda de la pintura.
Pero volviendo al principio de
esta historia lo más llamativo de la obra es su ubiquidad. No importan ya los
colores, tampoco las luminiscencias, menos las capas históricas donde los
jinetes van pisando. El perfil del terreno podría ser el nuestro, el ejército
como se dijo: cualquiera. La retórica del pintor podría iluminar cualquier carga,
cualquier progreso y seguiría exaltando esa estética de patriotismo, de gesta
que contiene el conjunto y que apunta hacia un futuro.
Pero si “lo rojo” es lo único
presente en todas las traducciones que se hacen del título, ¿acaso lo rojo no
es lo más importante? Lo rojo tiene una connotación con el comunismo, con la
izquierda, pero como vimos lo rojo en este caso no es lo importante, sino el
movimiento de los jinetes en un progreso desde un margen hacia el opuesto.
Podríamos sustituir “lo rojo” por lo verde y sin embargo el cuadro seguiría
siendo igual de eficiente para exaltar todas las cargas, todos los progresos,
todos los colectivos formados en busca de un ideal que no tardará en llegar.
Pero todavía faltan batallas que combatir, enemigos a para derrotar.
Destilando una y otra vez esta
obra tal vez lo que nos quede es algo superior a lo rojo, algo que esté por
encima de la carga, incluso que sobrevuele a la izquierda. Y eso es el
movimiento. El progreso necesario para hacer tambalear lo establecido, ese
grito colectivo que dice: “vamos por vos”, “vamos por ustedes”, un gradiente
que establece la diferencia. Plantarse ante los que siempre han estado, y decir
“aquí venimos nosotros”, somos esto y nos van a tener que escuchar.
Tal vez sea esto lo que significa
“la izquierda”: establecer una diferencia, proponerse un ideal pero sobre todo
progresar hacia ella en una forma de romper con lo establecido.
A partir de este post de Panama
3 nos acompañaron:
es el ideal de trump
blanco anglosajón y protestante
un ser de izquierdas ???
porque el racismo es también una diferencia claro
Claro, lo que pasa es que la izquierda a veces no es de izquierda.
cual será el ideal de pichetto ???
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