Por
definición el vicepresidente que elija un candidato a presidente nunca deberá ser alguien que
pueda llegar a hacerle sombra. La misma suerte corre el candidato a gobernador
bonaerense, pero por otro motivo. Allí se necesita alguien que junte votos pero
que no sea capaz de crear poder (y despelote) en el seno de la provincia más
grande del país. Es por eso que su candidatura está atada a la boleta
presidencial y corre colagada a la su suerte de esta última. Scioli cumplió con sendas exigencias
y honró esos dos cargos.
Victor
Martinez, Armendariz, Felipe Solá, Julio Cobos son todos buenos tipos. A Duhalde que no lo era (tanto)
en cambio se lo tuvo que compensar con el fondo del conurbano para contener sus
ansias de crecimiento.
El
peronismo construye poder hegemónico mediante dos mecanismos: peleándose
fuertemente con los que se tiene que pelear (Kirchner, JDPerón), o negociando (rosqueando)
con ellos (Menem, Duhalde). Scioli no cumple con ninguno de los dos perfiles y ha sido un candidato exitoso a todo.
Los
gobiernos peronistas nunca se suceden, agotan sus posibilidades hasta la
extenuación y no tienen dónde volver. Por eso han existido golpes militares o
gobiernos como el de De la Rua entre períodos, nunca nadie dejó una cría. Durante ese tiempo el peronismo se victimiza,
se autodestruye y se reformula esperando la próxima vuelta. Scioli es hijo de
todos. De Menem, Duhalde y de los Kirchner.
El
peronismo es autopoiético, sabe reinventarse de la nada, para eso es necesario
haberse autodinamitado. Al ser bendecido Scioli, despierta la competencia de
los que sí tienen honores y coraje para ser.
Finalmente Scioli,
aunque gane, tiene en su ADN la espoleta que deberá desencadenar la tormenta,
como De la Rúa lo tenía. Además es el único que posibilitaría la reformulación
para otros doce años del peronismo versión 2019 que está por sucederle.
El pueblo
no se suicida, muchos kirchneristas lo ven y lo saben, pero parecería que van
tras DOS como las ratas de Hamelin.
Ante un
escenario Macri – Scioli yo votaré por el segundo, como republicano acéfalo, es
la mejor forma de esperar al nuevo peronismo que está por suceder