Los nuestros- Sobre el post de Artepolítica

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Pero la segunda cosa que dijo fue lo que realmente nos llamó la atención.  Lo que hizo que nos miráramos con las cejas bien levantadas y tensas a unos 20 metros de distancia. Fleury contó cómo el PT está teniendo problemas con esas famosas “nuevas clases medias”. Que no es que pasaron de la favela a vivir en, ponele, Pueyrredón y Córdoba. No. Son más bien que gente que tiene un empleo que no tenía, que accede a un cierto nivel de consumo que no tenía, quizás accedió a una institución educativa a la que no accedía, mejora su dieta y algún consumo cultural. Compró una motito. Explicó esta politóloga que estas personas, en un contexto “individualista” consideran ahora que “llegaron” pura y exclusivamente por su “propio esfuerzo”. Que no son parte de ningún proceso colectivo, social, político. Que creen que todo esto ocurre tan sólo porque lo  ”merecían”. Que consideran que están mejor en virtud de su propio “emprendurismo” (?).

Analizar solo esta parte de este post de Artepolítica da como para toda una materia de alguna carrera de ciencias sociales. Desculemos el párrafo:

1- Son más bien gente que tiene un empleo que no tenía, que accede a un cierto nivel de consumo que no tenía, quizás accedió a una institución educativa a la que no accedía, mejora su dieta y algún consumo cultural. Compró una motito.

En un esquema populista hay muchos significantes ocultos a la hora de llenar el significante vacío. En criollo, cada uno pone de lado un montón de demandas personales o grupales porque la NECESIDADES superan en gran medida la posibilidad de alcanzarlas.  A priori el populismo es una vía rápida que satisface demandas pero sin que se las procese institucionalmente. La inclusión social a la que hace referencia Artepolítica es la satisfacción de demandas elementales y asociativas de ese populismo que las gestiona.

En ese punto pueden pasar dos cosas, que el populismo se haga clientelar, esto es que mantenga el statu quo que provocó la demanda insatisfecha, o que realmente provoque una promoción social en cuyo caso habrá de haber dotado del cambio de pantalla que su público iba a buscar en su primer momento. El primer caso no cabe analizarlo dado que es siempre meneado, el segundo vale la pena interpelarlo un poco más. Pero antes vayamos a la segunda sentencia.

2- Explicó esta politóloga que estas personas, en un contexto “individualista” consideran ahora que “llegaron” pura y exclusivamente por su “propio esfuerzo”.

Este proceso se llama individuación y es un proceso que funciona como explicábamos en “El siglo de la Fraternidad”.

“Este proceso consiste en que el agente individual, para la realización de sus actividades dirigidas a la consecución de sus objetivos, necesita cada vez menos el recurso de las instituciones. {…} "Esta individuación nos hace ver que vamos lentamente hacia un cierto cosmopolitismo en el que, en el proceso de decisión individual, las instituciones sociales jugarán un papel muy poco contundente y el individuo decidirá de acuerdo con las restricciones que él mismo se imponga. En este sentido podríamos hablar de la “indidualisierung” como institucionalización del individuo"

“Mientras las decisiones de una persona están dictadas, en su mayoría, por la identidad del grupo al que pertenece, menos auténtica es su individualidad. Para convertirse en un individuo genuino y autónomo, la persona debe despojarse de las señas del grupo al que pertenece (o al menos de algunas). Tiene que ir liberándose de aquellos rasgos que comparte con los demás miembros del grupo (y con quienes interactúa) y pasar a compartir rasgos culturales alternativos que identifican a los miembros de otros grupos. Pero para ello no tiene más remedio que traicionar”. Los paréntesis son nuestros

Decíamos:

Supongamos que a pertenece a una red social "A" que tiene una identidad de pertenencia a la red M pero que por algún motivo, a decide interaccionar con miembros de la red B con identidad N. Este cambio de forma de interacción puede ser total o parcial y en consecuencia tendrá costos en función de las diferencias que existan entre las identidades M y N. Cuanto más antagónicas sean, mayores será el costo de la doble pertenencia o del alejamiento, como contrapartida, cuanto más similitudes tengan, menores serán los castigos con que la sociedad amenazará a quién pretendan separarse. Si representamos esto desde la tradicional teoría de conjuntos veremos al agente individualizado como un habitante de la intersección de los dos diagramas de Venn que se intersecan justamente en él mismo (puede ser en él o en muchos más). Si llevamos este esquema al extremo, nos encontraremos un espacio multidimensional que conforma una nube de esferas públicas que tienen como intersección al propio agente en cuestión, lo que lo caracteriza como rasgo "individual", ya que sólo él mostrará esa conducta producto de la intersección, entre los otros que se consideran similares (pares). En el caso del ejemplo MNÑ.

Siguiendo a Urrutia Elejalde:

“en el límite de este proceso el agente individual más o menos “repe” (repetido) se ha convertido en un individuo genuino en el sentido de que ha conformado un vector de rasgos culturales que sólo a él lo identifican”. Y concluye que “se puede, por lo tanto, decir que el individuo se hace tal, a través de la pertenencia a diferentes grupos a los que traiciona secuencialmente”.

Advierte además que "

el proceso de individuación no tiene fin y, además, no creo que fuera bueno que lo tuviera, pues, además de perder oportunidades de acceder a la autenticidad perderíamos diversidad”. Podríamos agregar, libertad, matiz, creatividad.

La multipertenencia configura la individuación.

Urrutia Elejalde concluye que:

especulando un poco, podríamos decir que cuanto más fuerte son las identidades más costosa es la traición y tanto más creíble y profunda, a pesar de todo, se lleva a cabo”.

Hasta allí lo que decíamos en el libro. Ahora bien, qué consecuencia tiene políticas tiene este proceso. A priori las obvias que se sitúan en la cita de Artepolítica, el costo para el grupo etario al que pertenece el individualizado que a logrado Identidad, pero otras mas mediatas son las cuestiones ideológicas que esto implica. Todo proceso de individuación implica una afirmación de la identidad individual o grupal de la o las personas que recorran este proceso y esto es la base del liberalismo. Además si traicionar es fácil esto habla que la identidad populista de la que se trate (kirchnerismo, lulismo) es débil.

Bien, detengámonos un poquito en este punto y repasemos el último punto:

3- Que no son parte de ningún proceso colectivo, social, político. Que creen que todo esto ocurre tan sólo porque lo ”merecían”. Que consideran que están mejor en virtud de su propio “emprendurismo”

Este pensamiento es meramente neoliberal, lo que nos deja que si un proceso populista es exitoso y tiene como consecuencia la inclusión que permite el ascenso social: esto implica forzosamente una fuga hacia la individualidad que aterriza tarde o temprano en lo liberal. Pero no republicano, aclaro.

Finalmente podemos concluir con dos ideas fuertes:

  • Un populismo exitoso termina indefectiblemente es un proceso liberal (neoliberal)
  • Si traicionar no tiene un costo muy alto, esto es que es fácil de practicar (erogo no es un populismo clientelar), la identidad populista a la que se traiciona no es una identidad fuerte.

Desagravio a Itatí y a los correntinos caídos en Malvinas

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“Mi aprecio por la experiencia kirchnerista es puramente racional, basado en la apreciación que es la mejor opción que teníamos; no se me ocurriría llamarme un soldado cristinista, y no soy devoto de la Virgen de Itatí. Pero tengo que decir que estos gestos me gustan, che.” Dice Abel en este Post al que titula Gestos y devociones.

Nunca podría estar más en desacuerdo con este párrafo por varias razones:

  1. La cosmogonía política correntina se divide en dioses Celestes ( liberales) y Colorados ( Autonomistas) y aunque hoy  esas expresiones no tengan  referentes importantes, el pueblo sigue respondiendo a esa binaridad.
  2. El fenómeno religioso es algo fuera de serie por acá, ya sea en el terruño de Cruz Gil, Mercedes, o en La Itatí donde se juntan cientos de miles para sus celebraciones.
  3. A Corrientes la aventura de Malvinas le costó demasiada sangre. Acá en Mercedes solo hay cuarenta y dos monolitos en la plaza: 3 de cada dos mil habitantes.
  4. Dardo Cabo fue a Malvinas con pretensiones burguesas y tilingas, por lo que traer el cotillón peroncho a la Itatí  por un acto imberbe y estúpido no tiene entidad frente a la muerte de los 42 y de los otros muchos correntinos caídos.

El coctel populista que nos propuso Cristina es más que Molotov, es una mezcla de codificación simbólica peronista con operación política que tiene como objeto poder asentar una pata en esta provincia radical y muy bien gobernada que le es refractaria. Que le haga impunemente este tipo de operaciones al manco me tiene sin cuidado porque allí hay peronismo existente, pero que use esa misma lógica acá, es una afrenta o al menos una falta grave de respeto.

CHAMAMECERO - Chamamé

Letra y Musica: Julian Zini (ex cura párroco de la ciudad de Mercedes)

Mírenlo, no importa el nombre;
puede ser Joaquín, Ernesto,
Tránsito, Isaco o cualquiera
de nuestros chamameceros…
Es el dueño de la fiesta,
su callado bastonero;
sin querer todos le entregan
las riendas del sentimiento.

Por eso la concurrencia
siente cosquillas adentro
y que le retoza el alma
ni bien abre el intrumento…
Parece un rito sagrado,
se inclina el chamamecero,
cierra los ojos y elige
un chamamé bien de adentro
que es una víbora hemosa
que parece estar en celo
porque se enrieda y se enrieda
hasta clavar su veneno
en los tobillos del damo…

Y ya desde ese momento
el correntino va herido…
No baila, reza, sus gestos
hablan por él…mientras tanto,
mientras se va retorciendo,
se desangra por la cancha
la herida de su silencio…

Lleva arrastrando los pies
en sinuoso viboreo;
amaga, gira, se hamaca,
se planta en el zapateo;
y como el pavo real
va erguido, pomposo y lento,
con el porte cortesano
de un antiguo caballero.

¿De qué remoto pasado,
de qué sepultado imperio,
de qué pueblos incendiados
le viene este sortilegio?
¿De dónde esa fuerza lenta
que se va agarrando al suelo?
¿De dónde esa gallardía
que tiene bailando el mencho?

Unos dicen que es herencia
y otros, cosa de amuleto:
la música… está en el alma
de los hijos de este suelo;
se le subió por la sangre
de los talones al pecho,
y le retoza en el alma
y le florece en los dedos…

Mírenlo… vale la pena
verlo, de pie en su silencio,
destrenzando melodías
y como arrugando el viento…
Las cosas que nos dirías
si hablaras chamamecero,
pero tu música dice
lo que esconde tu silencio.

Vos mismo dijiste un día
por boca de Don Ernesto…
“Tal vez…tal vez mi música diga
eso que decir no puedo…”
Tal vez por eso te usamos,
hermano chamamecero,
negándote ese lugar
que es tuyo y que te debemos.

Te aplauden y te ponderan,
pero ¿quién se tomó el tiempo
de llegarse hasta tu casa
a compartir tus desvelos…?
¿Qué sabemos de tu vida
y qué de tu pensamiento…?
¿Qué le contás a tu vino:
qué penas, qué amor, qué sueños…?

Padre de nuestra alegría,
Señor del baile ¡Maestro!
no se te paga con plata,
¡lo tuyo no tiene precio…!
Ojalá no mueras nunca
hemano chamamecero,
y haceme el favor, si un día
llego a morir, que no pienso,
tocame tu “Ajha potama”
o “la caú” y te prometo
que me voy a levantar
camino del cementerio,
para quedarme a tu lado
para ser tu guitarrero
y para cantar de oído
y a dúo como en mi pueblo,
el chamamé más sentido,
el chamamé que hace tiempo
te anda llorando en el alma
y es tu voz, ¡¡¡Chamamecero…!!!

Reflexiones sobre el castigo. - El club de los parricidas.

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Atentar contra la vida de los militares parecía una cosa natural para los Montoneros; después de todo se trataba de peronistas que se atrevían a matar a los amigos de Perón. Los oficiales superiores de las Fuerzas Armadas vivieron con miedo el surgimiento de los guerrilleros en el espejo mágico de las generaciones. Reconocían en ellos las caras de sus hijos. El terror les confirmó que no eran los hijos deseados, eran hijos que querían matarlos y ocupar sus lugares. Fuimos aprendices de parricidas. Si admitimos eso quizás los militares se animen a admitir también su barbarie, atroz y demoníaca — no por haber sido hecha desde el Estado, sino porque les permitió satisfacer plenamente su deseo filicida.

A quien dude de la realidad de estas metáforas generacionales le sugiero pensar en Sergio Schoklender y Hebe de Bonafini. Ni Dostoiewski podría haber imaginado que el mayor parricida de la historia criminal argentina sería adoptado públicamente por la más notable madre de la historia política del país, la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, entidad icónica en la defensa de los derechos humanos en los años 70. Entre Sergio —que mató a sus padres en forma violenta, cumpliendo después una severa condena por su crimen— y Hebe —que perdió dos hijos en manos de los militares— existió un amor declarado de madre e hijo durante varios años, que acabó sorpresivamente en 2011 cuando el hijo adoptivo, acusado de enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, desvío de recursos públicos y asociación ilícita, apuntó a su madre adoptiva como responsable de todo.[…]

¿Pero que podría existir entre los argentinos que los aproximara a eso? Las ideologías políticas eran antagónicas y sus aristas totalitarias bien podrían explicar las atrocidades cometidas, pero existía un plus que aumentaba los resentimientos acumulados por las ideologías, la lucha de clases y el pasado violento del país. Eseplus pocas veces se presentó con la nitidez que tuvo en la Argentina de los 70, un país que no tenía los problemas raciales, étnicos o religiosos de la mayoría de los países de la región. Lo que arreció los conflictos fue la existencia de una tremenda lucha generacional con reverberaciones en el inconsciente de los individuos. Ese contexto hizo que la lucha armada transformase a los individuos en personajes de una tragedia.

Mi generación fue llevada a creer que los militares eran los padres de la Patria. Y lo eran de verdad: cuando festejé mi 40ª aniversario la Argentina había vivido durante 30 años bajo el mando de presidentes de extracción militar. La guerrilla desafió ese supuesto, en el cual los militares creían más que nadie. Cuando el terror los amenazó, la ceguera se transformó en resentimiento y delirio[...]

Parte en los años 60, pero sobre todo en los 70, los argentinos asistieron a la lucha sin tregua entre la vanguardia guerrillera de una generación más nueva y la retaguardia militar de otra generación anterior, con la edad de sus padres. Los jóvenes ansiaban el poder para realizar sus objetivos, con un espíritu tan intelectual y libertario como autoritario y narcisista, dispuestos a hacer lo que fuese necesario, incluso matar. Los viejos defendían el poder con un espíritu autoritario y ciego, sabían que no podían ser derrotados militarmente. En el límite, sus pulsiones inconscientes les daban una potestad ancestral e incondicionada sobre sus desafiantes. En los años 60 hubo generales que más que matar querían entender lo que ocurría, el límite no había sido alcanzado. Pero en los 70 la realidad fue otra, y también otros los generales.[…]

Si la violencia hubiera sido resultado de una patología, deberíamos concluir que fue bastante contagiosa, ya que afectó a buena parte de la población argentina, que apoyó selectivamente la insensatez que venía de uno y otro lado, para finalmente apoyar mancomunadamente y sin distinción de credo la no menos insensata Guerra de las Malvinas/Falklands. Si existe alguna patología, ella se encuentra en la particular combinación de imaginarios políticos fundamentalistas y resentimientos históricos de los actores que, en un momento particular de su dinámica, usaron ingenuamente el terror, desafiando no sólo a personas e instituciones sino a arquetipos del inconsciente colectivo. Ni las ideologías, ni las pasiones, explicarían por si mismas el grado de las atrocidades que sucedieron. A pesar del tradicional individualismo y narcisismo de los argentinos, las principales motivaciones de sus tragedias no son tanto de orden individual, como colectivo. Las responsabilidades por los acontecimientos también. Tanto en las fuerzas armadas como en las guerrillas hubo hombres buenos que dejaron de serlo en determinado momento. Y eso no puede ser explicado por patologías preexistentes[…]

No es común que las generaciones dejen un registro claro de su paso, para mal o para bien. La historia sigue simultáneamente líneas de continuidad y de ruptura; siempre que prevalece más el segundo aspecto hay por detrás una generación más claramente definida, en un sentido fuerte. Argentina tuvo varias generaciones reconocidas públicamente. Las más notables fueron las del siglo 19: la generación del 37, de Echeverría, Sarmiento y Alberdi; y la del 80, de Julio A. Roca. No entiendo las generaciones como cronologías regulares en un mundo continuo, sino como momentos de discontinuidad histórica en los cuales los individuos ganan una nueva identidad que les permite su protagonismo en la esfera pública. Valoro la importancia dada a este concepto por Ortega y Gasset, a pesar de no compartir su énfasis como eje interpretativo general de la historia.

Pienso que el concepto de generación se usa habitualmente sin observar que en el plano empírico puede tener un sentido fuerte o débil. En un sentido débil la generación recorta (con algún grado de arbitrariedad) al conjunto de personas que comenzaron a vivir su vida adulta en determinada década, por ejemplo, en los años 60 o 70. Pero en un sentido fuerte se debe reconocer que existió una generación en los años 60, pero no en los 70. La generación de los 60 representa una condensación de nuevos valores, paradigmas y subjetividades que tuvieron fuerte influencia en la vida política, social y cultural del país, de ahí para adelante. No existe una generación propiamente dicha si sus integrantes no dejan una marca original en la historia. Existe una generación cuando un grupo humano, de edad próxima ente sí, define un antes y un después de forma innegable. Por eso, en ese sentido fuerte, no existió generación de los 70, la de los 60 colonizó esa década, así como las siguientes, infelizmente. Esa colonización es la que abre las puertas para la posibilidad de transformar la tragedia en farsa. La pretensión de repetir la historia por parte de quienes asientan su experiencia sobre bases ajenas engendra frutos espurios, que comparados con los anteriores se transforman en farsa. Es el caso de los gobiernos Kirchneristas, que adoptaron valores y objetivos de la generación del 60 con escaso realismo y sin ninguna autenticidad (recordemos que Néstor Kirchner nació en 1950 y Cristina Kirchner en 1953, ambos pertenecen a la “generación” del 70, la mayoría de sus militantes son más jóvenes todavía.)

En la guerra revolucionaria/contra–revolucionaria que comenzó en los años 60 y tuvo su apogeo en los 70 se enfrentaron dos generaciones, la del 40 y la del 60. La última era la que poseía un sentido más fuerte. En esa casi guerra civil las victorias y derrotas pasarían de mano varias veces. La generación más fuerte sería derrotada militarmente por la más débil, que en ese campo era la más fuerte, pero la historia derrotaría a ambas.

Habitualmente se reconoce como miembros de determinada generación a aquellos nacidos aproximadamente veinte años antes. La generación comienza entonces cuando los jóvenes están en condiciones de asumir sus obligaciones sociales, políticas, culturales y económicas, nutriéndose del ambiente en que actúan. Así, la generación del 60 nació aproximadamente de 1940 para adelante. Yo pertenezco a esa generación, nací en 1943. Es el caso también de los líderes guerrilleros, cuya media de nacimientos se sitúa en 1942.

Mi generación combatió a otra más vieja, nacida a partir de 1920 y madurada en los años 40. La generación de los 60 en Argentina fue construida por un espíritu del tiempo revolucionario, aventurero y vanguardista. La generación de los 40 se nutrió, en cambio, de las ideologías y lamentos de la Segunda Guerra Mundial, dividiendo sus simpatías entre el nazismo, el comunismo y el liberalismo. Por causa de esa heterogeneidad los nacidos alrededor de los años 20 no ganarían el derecho de ser reconocidos como parte de una generación en el sentido fuerte. Sin embargo, en los años 60 y 70, frente a la amenaza revolucionaria, las elites militares condensaron las diferencias de origen de su generación dentro de una visión burocrático-autoritaria cargada de elementos mítico-religiosos. La generación que no supo tener una identidad definida en los 40 alcanzó ese triste derecho apoyando a los militares en los 70. Aunque por otros caminos, la astucia de la razón preparó también un triste destino para la generación revolucionaria de los 60. Sin la más mínima autocrítica, varias décadas después de su catastrófica gesta, numerosos militantes encontraron la realización de sus anhelos en las políticas populistas de los gobiernos Kirchner – aprovechando, de paso, la oportunidad para ocupar cargos públicos.

Los nombres y años de nacimiento de los principales líderes guerrilleros, siguiendo un orden cronológico aproximada de su aparición en el escenario público: El Kadri (1941), Santucho (1936), Gorriarán Merlo (1941), Olmedo (1943), Quieto (1938), Abal Medina (1947), Firmenich (1948), Galimberti (1947). La muestra revela cohesión generacional, en la medida en que los extremos (1936–1948) se sitúan bastante próximos de la media (1942). Obsérvese que esto no fue necesariamente así en otros países de América Latina […]Volviendo a la Argentina, siguiendo también un orden cronológico, los lideres militares, políticos y sindicales más destacados que la guerrilla enfrentó fueron: Onganía (1914), Vandor (1923), Levingston (1920), Lorenzo Miguel (1927), Lanusse (1918), Lopez Rega (1916), Isabel Peron (1931), Videla (1925), Massera (1925). Esos líderes mostraban una relativa cohesión en torno de la media (1922), pero de cualquier forma representaban una generación débil, que ni se acercaba a la homogeneidad en torno de grandes valores y objetivos que tuvo la generación del 60. Esos líderes ocupaban un lugar que había sido disputado violentamente también en el interior de su generación – a título de ejemplo puede mencionarse que en las filas de la generación del 40 se inscriben también figuras como Eva Perón y el Che Guevara, nacidos en 1919 y 1928 respectivamente, ambos a escasa distancia de la media de los líderes antes citados

Héctor Leis- Testamento- http://bonk.com.ar/tp/feature/1922/testamento-2-generaciones

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