Suele hacerse referencia a la obra de Francisco Madariaga como una poética del genero surrealista a la que se adjetiva con frecuencia como de natural, salvaje o total. A ese objeto fantástico, al que el poeta recurre frecuentemente, el territorio originario de su poesía, se lo suele indicar como: suelo correntino.
Sin embargo el surrealismo tradicional tiene como método tomar un objeto de la escena y subvertirle su esencia. Por eso en la obra de Salvador Dalí por ejemplo, vemos relojes que se derriten o cabezas humanas que se contraen como un globo apretado, o sexos que tal vez se caigan a la vereda si las chicas de Flores no aprietan sus piernas cuando se pasean tomadas de la mano en el Espantapájaros de Oliverio Gitrondo. Pero acá no se quiere poner de manifiesto el carácter del objeto presentado o re-presentado, por ejemplo si es más o menos figurativo, esa característica carece de sentido en el universo madariagueano.
En Girondo lo figurativo va desapareciendo desde Espantapájaros hasta la poesía Mi Lumía. En el cuarto verso, hablando sobre Lumía leemos: mi Lu tan luz tan Tú que me enlucielabisma, aunque el verso sea inteligible, podemos diferenciar perfectamente allí al objeto, su Lu, sustantivo, nombre propio, presumiblemente el de una mujer amada; y lo que ese objeto le produce al relator: la acción de enlucir labisma, que si bien no se sabe en qué consiste esa especie de verbo, queda claro que opera sobre el relator modificándolo de una forma profunda.
El surrealismo tradicional toma de la escena al objeto tradicional, lo modifica, le cambia su esencia (el cómo estamos acostumbrados a percibirlo) y luego, modificado, se vuelve en contra del lector- espectador-relator, operando a su vez sobre éste. Por lo general el objeto sigue siendo reconocible, ese es el juego predilecto de gran parte de quienes practican esta forma de expresión artística.
Pero el surrealismo de Madariaga escapa a esta lógica porque la empuja hasta extremos tan radicales que desde ese lugar ya no será posible volver.
El método madariagueano.
Se distingue entonces que hay en Madariaga una novedosa manera de trabajar con los objetos, no para señalar, como indica lo voz francesas, “lo que hay arriba” de la realidad, sino que más bien en este caso se ocupa de “lo que hay debajo”, más que un sur (arriba)– realismo, lo de Madariaga sería un sous (debajo)- realismo. Y esto lo logra mediante un método. En este caso solo nos ocuparemos de uno solo de sus modos de aplicación, estará en el lector ampliar el horizonte de lo que aquí se plantea.
En el surrealismo clásico el objeto nunca deja de ser tal, en Madariaga el objeto se pulveriza, se hace una niebla que lo confunde con el fondo, la figura (el objeto, el sustantivo) se disuelve confundiéndose con el paisaje, tiniéndolo a su vez, del color de lo que alguna vez fue.
Madariaga utiliza frecuentemente esta operación: sustantivo + “al” / ”ales” => adjetivo. En su poema “El tren casi fluvial” leemos los siguientes ejemplos:
· El primero en el título, fluido + al => fluvial, un adjetivo relativo al río, algo que fluye pero de una forma superlativa, que no se puede detener, contener y donde es difícil diferenciar quién se mueve, si somos nosotros o es el marco que nos rodea.
· El sustantivo sangre muta a la forma de sangral que vendría ser una especie de sangría, por donde permanente drena sangre.
· También encontramos otros más figurativos: esteral, palmeral.
· Otros de referencia: natural, natal, universal
· Algunos plurales: criaturales, llanurales y los utilizados antes naturales y palmerales.
Todos ellos han sido extraídos de la misma poesía, todos han sido incluidos con un rigor meticuloso que opera de una manera radical sobre el lector.
Dentro de la observación clásica del surrealismo los objetos observados permanecen sujetos al observador, es éste quien tiene el dominio sobre ellos. Los objetos-sustantivos, de esta manera, forman parte de una re-presentación que en general va dirigida hacia el observador- espectador- lector. En Madariaga, la física clásica de la representación cambia y se vuelve relativista de una manera tal que los tiempos y los espacios se modifican saliéndose de su cauce, porque no era que en la poesía Madagariana el objeto se subvierte para provocar una acción distinta a su esencia como en el surrealismo clásico, al pulverizar al sustantivo y convertirlo en adjetivo lo difumina haciéndolo superlativo, total, universal y así la figura queda confundida con el fondo. El observador, en vez de conservar el poder sobre el objeto, en vez de ser un sujeto, lo pierde en aras de ocupar el lugar de un objeto más de la escena y a la vez quedara sujeto a ese escenario superlativo que crea Madariaga mediante la desintegración de los sustantivos y de esa forma queda cautivo de ella.
La terminación “al” también ataña al ser, en sus dos dimensiones de ser y estar, se puede decir “es natural de…,” para designar un grupo de pertenencia o una identidad colectiva. También se puede decir “hoy está normal”, en ese caso la conjunción del verbo estar+ sustantivo + partícula “al” como en el caso del verbo ser también designa pero ahora señala un lugar, esta manera de escribir poesía significa preponerle al sustantivo la voz de un verbo que indica “que tiene cualidad de…” Es entendible entonces por qué para Madariaga, emigrado de su terruño correntino a la edad de catorce años, se le hace necesario encontrar un sistema de representación de ese espacio natural donde se crió, y lo recrea en su poesía.
La poética de Madariaga.
El universo correntino de Madariaga no es algo inventado, es algo que deviene, que les sucede y se les viene encima a los habitantes de ese espacio literario, un destino; algo que se les cae sobre de sus cabezas y en donde los actores poco pueden hacer al respecto. El natural correntino que presenta Madariaga pone a los personajes como subalternos del paisaje originario, siempre hay luchas, siempre hay política, siempre hay facciones, escaramuzas que empiezan y terminan pero se continúan eternamente en un fluir histórico circular y agobiante sumergido en ese contexto de desmesura.
Se podría especular que esta forma de poetizar tiene que ver con aquella frase: ”Corrientes tiene paye” que mucho no se sabe qué significa pero que se usa para todo. Pero si payé es embrujo, para poder entender sería interesante distinguir de qué embrujo se trata en este caso; en la poética de Madariaga no hay gualicho, ni poción, el embrujo proviene de lo subterráneo, de fuerzas ocultas, de un trasmundo que opera en la oscuridad dominando toda la escena. Podría decirse que Madariaga describe el payé cuando derrama sobre el lector un universo que se vuelve irrenunciable: Corrientes.
Porque pareciera que siendo ya un intelectual formado en Buenos Aires, le fue imposible separarse del mundo donde se crió y al que debe volver recurrentemente, viajes permanentes a lo largo de su vida a los que arrastra a muchos de sus amigos porteños que desean ser testigos vivenciales de aquello que Madariaga describe en la poesía.
Sobre aquel reclamo que hace Ricardo Piglia referente a que no ha habido, después de Borges una forma de escribir que pueda describirse adjetivando en base a un apellido, tal como es el caso borgeano, se podría arriesgar que la poética de Madariaga transforma al género surrealista en sousrealismo radicalizándolo de una manera madariagueana, lo cual termina convirtiéndola en trágico. Si existiera tal lugar, sus naturales estarían eternamente presos de él y sometidos a sus designios, por eso el poeta se restringe de abusar de la utilización de este método. Es de esperar de los naturales del lugar que en algunas ocasiones como en las de hambre o de miseria donde se puedan percatar de tal desventura, se vean tentados a escapar de tal lugar. Dominar su naturaleza sería una operación posterior al éxito de poder haberla sobrevivido, aunque tal vez eso solo se logre al elevado precio del destierro o de la partida y no todos están dispuestos a pagarlo.
En la poética madariagueana no hay sujetos subalternos porque no hay quién subalternice dado que todos están hermanados en la dominación implacable de la naturaleza del territorio. Lo que nos lleva a que la palabra solo aparece desde afuera cuando el natural que ha logrado sustraerse a esta lógica, puede hablar y esto solo ocurre cuando se puede apreciar en la perspectiva de dónde estaba inmerso.
¿Podría alterarse esta condición madariagueana de lo correntino? Todo indicaría que sí, mediante un proceso de colonización tal como ha ocurrido tantas veces en otros lugares, pero eso que señala el poeta es una sensación que persiste aún hoy a más de diez años su fallecimiento lo que políticamente quiere decir que no es tan sencillo que esto ocurra. Para lograrlo los objetos deberían dejar de tener vida propia y someterse a la tiranía del observador clásico, lo que significaría una vez más traspasar todo ese universo al territorio de lo civilizado. El payé correntino está aquí hoy, persiste, no debe ser tan fácil de derrotar si no los colonizadores ya lo hubiesen hecho.
Cuando todas las ciudades correntias se industrialicen, cuando los ríos se puedan cruzar mediante puentes, cuando toda la producción se vuelque al mercado como una economía más, todavía persistirán los esterales, los palmerales, los cabayales, las noches lunales de una Corrientes que solo Madariaga supo poetizar.
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