Un problema complejo visto desde Rosario

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Hoy el post lo hace Sindioses

Supermercadista tratando de defender su local
ante la ausencia total de la policía

“En Barrio Moderno directamente la gente paró la cosa. Los vecinos mayores defendieron ellos mismos un súper chiquito, cuando los pibes se habían empezado a juntar enfrente. Fueron, los hablaron, y todo quedó en nada. Y no fue el único lugar donde pasó eso”,

“Mirá, es muy simple: la Policía es socia de los narcos y los chinos no ponen plata, no les pueden sacar un peso… pensá lo que quieras” Vecino al diario El Ciudadano y la Región.

“Policias en moto le pedian números de teléfonos a los pibes
para dar aviso donde ir a saquear"
Vecina en Radio.

 

Ya retornó la calma, lo que no calmó es el odio social. Y el odio social no es solo característica de un sector de una clase media acomodada, sino también de grupos marginales que piensan que el que labura es un idiota.
En Rosario las mismas banditas que los mismos vecinos del barrio repudian fueron las que acudieron a saquear.
No hay plan social o asignación que puedan parar bandas armadas al amparo de la policía.
Las bandas están muy acostumbradas al dinero fácil, a hacerse de lo ajeno. Son los que desean "pertenecer" ¿y como lo hacen? Robándole la motito, la bici o la garrafa, al albañil del barrio y moviendo droga.
Para ellos todo el que labura o estudia es un imbécil. Pibes Chorros colonizados con las mismas aspiraciones de un menemismo cultural de las Nike de 800 pesos y la original del Club compradas en el shopping –ahí no tienen problema de dejar el dinero-
Pibes que piensan que el chino que está a la vuelta, y que cobra más barato que el Carrefour o el Coto, son giles, porque hacen poca guita y laburan todo el día. y que para colmo usan pilchas baratas compradas en el mismo barrio.
Siempre se movieron de manera autonómica. La novedad es que se juntaron. Saber quien los juntó es la única novedad de un problema viejo. El gobierno municipal y provincial tiene en su poder números de automóviles de alta gama que se movieron haciendo la inteligencia para el saqueo de los supermercados chinos.
En esos barrios si a los 167 detenidos le dan 10 o 12 años de cana muchos vecinos del mismo barrio saldrán a festejar porque se sentirán aliviados.
No hubo saqueos a la mañana, los lúmpenes políticos como Eduardo Delmonte de la Corriente Clasista y Combativa a esa hora duermen, tampoco hubo familias en los saqueos.
El odio social de otra parte de la ciudad se acrecienta, e incorpora a todos sin miramientos, al chorro saqueador y al vecino que la yuga con el carrito. Y eso es muy peligroso para una sociedad democrática.
No tengo la solución, no la se. Lo que se, es que las cadenas de solidaridad que se estaban armando con los inundados están totalmente quebradas, gracias a los saqueadores, y quizás esto con las pérdidas que sufrieron laburantes sea el elemento más trágico de estos sucesos.
Por si hace falta aclarar: Nadie niega los grandes bolsones de pobreza que hay en el país.

¿Qué es (y qué no es) el procomún? los fantasmas de lo comunitario

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Leemos este post de Juan Freyre

Estambul

El procomún es lo que sucede habitualmente en nuestras vidas, la forma por defecto de organización de las relaciones sociales. Es, por tanto, lo que acontece cuando un grupo de personas deben convivir sin que intervenga un agente externo que regule sus vidas. ¿Qué ocurre en esa situación? las personas negocian unas reglas, en su mayoría implícitas, que les permiten respetarse, convivir, en ocasiones colaborar, y tomar decisiones cuando se necesita una acción colectiva. Cuando ese grupo de personas son incapaces, o no tienen interés, en alcanzar ese tipo de solución a la convivencia surge el conflicto, que tiene dos posibles consecuencias. Una es la dominación de unos por los otros. La otra es la segregación, si es posible, y la creación de nuevos grupos a partir del original.

Pero a partir de este escenario que podríamos considerar como inicial, sobre las comunidades acabaron por erigirse dos nuevas fuerzas que restringían el poder de los mecanismos comunitarios. El estado vino a regular de forma diferente la convivencia haciendo aparentemente innecesaria la participación activa de las personas gobernadas en su propio gobierno. La propiedad privada permitió crear mercados donde los propietarios podían crear contextos basados en sus propias reglas de juego. Por último, una persona podría no aceptar ninguna de estas formas de convivencia, y por tanto de restricción, y pretender, e incluso lograr (posiblemente de forma temporal), vivir al margen de la comunidad, del estado o del mercado.

¿Cómo visualizar el procomún hoy en día? no hace falta irse a comunidades de pescadores en el Indopacífico (o en Galicia) ni introducirse en las comunidades de hackers o de desarrolladores de software libre. Solo se necesita un simple experimento mental. Observemos las situaciones en que dos o más personas tienen necesidad de convivir. Eliminemos de esas situaciones aquellas en que las reglas de convivencia vienen principalmente dictadas por un agente externo. Cuando circulamos por una carretera las reglas esenciales, que no únicas, son las que regulan el tráfico y en las que no hemos participado directamente. Cuando entramos en un comercio las reglas principales las ha diseñado el propietario. En esos y algunos otros casos lo comunitario no juega un papel decisivo. Y aunque es cierto que una parte de esas situaciones son las que hoy en día gobiernan en gran medida a la sociedad, en la mayor parte de contextos prevalece lo comunitario. En nuestro espacio doméstico; dentro del ámbito familiar; con las personas a las que nos unen afectos; dentro de muchas empresas (en que la convivencia se rige más por los acuerdos tácitos del grupo que por las directrices del propietario o el gestor); cuando participamos en un movimiento social; cuando nos integramos en una tribu a la que mueve la pasión por la música, la ropa o la astronomía … Pensemos en cada uno de esos casos porque razones nos comportamos y relacionamos como lo hacemos y descubriremos que es como consecuencia de una negociación difusa y continua entre todas las partes implicadas sin necesidad de que nadie imponga desde el exterior normas.

Por eso es tan fácil y difícil a la vez identificar el procomún. Casi siempre es invisible, pero no porque se trate de ocultar sino porque se construye de forma orgánica por nuestra propia naturaleza social. Y solo empezamos a ser conscientes de su existencia cuando observamos sus fantasmas, lo que queda tras su desaparición. Pero existen unos nuevos fantasmas del procomún, no los que quedan tras su desaparición sino los que emergen cuando lo comunitario se utiliza como una nueva etiqueta (a pesar de ser algo tan viejo) para renombrar conceptos en crisis. Existen al menos cuatro fantasmas populares hoy en día que entran en contradicción con la esencia de lo comunitario.

La comunidad no es un espacio de libertad. Es un espacio de restricciones intensas decididas por sus propios miembros para poder lograr sus objetivos (la simple convivencia en muchos casos, explotar un bosque o producir una enciclopedia en otros). El procomún libera a sus participantes, de forma limitada, del estado y del mercado para colocarlos ante otras formas de control. No es sorprendente que hoy en día una parte de los integrantes de comunidades que tradicionalmente se han autogobernado quieran abandonarlas. Por ejemplo, en el caso de comunidades rurales que autogestionan sus propios recursos naturales, muchos jóvenes desean vivir fuera de un contexto cerrado que controla socialmente buena parte de sus vidas y prefieren que su actividad económica (y que hasta hace poco era además una forma de vida) se gobierne por las reglas del mercado. Prefieren lo que entienden como libertad a la seguridad.

Del mismo modo, el procomún no tiene en si mismo ideología política, al menos si lo intentamos clasificar en el eje tradicional de derecha-izquierda. En este eje solo se discute si el individuo debe ser controlado por el estado o el mercado. El procomún establece otro eje en que entra en discusión la predominancia de lo individual respecto a lo colectivo (que no público). Por tanto son posibles grupos con una gobernanza procomunal conservadores o progresistas, y quizás sean más frecuentes los casos de experiencias nacidas dentro de colectivos con una ideología claramente conservadora.

Las personas conviven y colaboran por supervivencia, para mejorar su bienestar o por el simple placer de poder compartir y sentirse acompañadas. Y por tanto, la mayor parte de organizaciones comunitarias tienen un claro objetivo económico, y sus reglas están destinadas a organizar su producción y relación con los mercados. Estos a veces se convierten en un aliado en su lucha con el estado que casi siempre pretende restringir la autonomía y capacidad de auto-gobierno de la comunidad y esta podría ser una razón para la predominancia de modelos comunitarios conservadores.

Y por último, y como consecuencia de lo anterior, no existe un procomún puroseparado de forma aséptica del estado o del mercado. Pero además casi nunca las personas que se organizan en la comunidad tienen el deseo, aunque sea inalcanzable, de lograr ese estado de autonomía absoluta. El procomún es sucio, híbrido. Las organizaciones humanas se gobiernan por la combinación de las reglas externas (del estado y del mercado) y las que se auto-imponen. Las proporciones son variables y eso hace que a veces simplifiquemos la realidad hablando de "lo público", "el mercado" o "lo comunitario". Pero en realidad son aún más relevantes las nuevas condiciones que genera la interacción de las tres fuerzas que la importancia relativa de cada una en el gobierno. Y este es un factor de inestabilidad continua y por tanto una posibilidad de innovación y de cambio. Lo comunitario no necesita ser mayoritario en nuestra sociedad para cambiarla, basta con que se relacione de forma inteligente con el estado y el mercado para cambiarlos, o más precisamente para cambiar las reglas de juego que afectan a la vida de las personas y que son la consecuencia de la interacción.

Este texto no tiene ninguna intención académica ni pretende definir una genealogía. Es una reflexión personal que nace del debate de la reunión del Laboratorio del Procomún de Medialab Prado el pasado 12 Diciembre. Probablemente esta sea una visión un tanto herética de un concepto que está generando tanta atención hoy en día. He pasado mucho tiempo trabajando con comunidades de pescadores tratando de ayudarles a autogestionar sus recursos, así como tratando de crear organizaciones (empresas o grupos de investigación) en que lo comunitario (aunque nunca lo llamásemos así) sea la base de la gobernanza. Posiblemente esta experiencia personal haya forzado una visión distorsionada, quizás un poco fantasmal, de lo que el procomún significa.

La foto fue tomada en Estambul en una zona próxima al Grand Bazaar y refleja de algún modo la vitalidad del procomún híbrido. Cuando te alejas de la zona comercial dirigida a turistas en el Grand Bazaar, poco a poco vamos entrando en calles llenas de comercios y personas locales. Un espacio público vital y dinámico donde conviven las fuerzas de la comunidad, el estado y el mercado.

Dialéctica del desaparecido - Anamnesis 3

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Siguiendo con José Ángel Bergua

Para Ibáñez (1985a: 14), la anamnesis («desligar lo que está ligado por represión, liberar las posibilidades de funcionamiento reprimidas por la memoria, transformar la memoria en conciencia»), es la operación fundamental de cualquier ciencia, pero especialmente de las sociales, en relación con un inconsciente biográfico, en las psicologías y con un inconsciente histórico, en las sociologías. Por su parte, Martín Santos (1988: 221) ha propuesto el término más amplio de anagnórisis para indicar los momentos en que el poder, más allá de legitimaciones, revela su verdadero carácter. Ibáñez y Martín Santos no están hablando de las ciencias en términos de control social de lo instituyente, sino de su liberación. Están haciendo, por lo tanto, un uso crítico de la ciencia social, en concreto de la sociología. Sin embargo, el saber científico, como ya hemos apuntado, se debe a lo instituido. ¿Por qué entonces lo instituido reclama la presencia de lo instituyente provocando anamnesis? Pues porque lo instituido necesita de lo instituyente, y la sociología es un instrumento que satisface esa necesidad. Lo hace tanto con las teorías (que interpretan la información) como con las técnicas de investigación (que producen dicha información). Ambos momentos no son independientes. Se reúnen en la producción de conocimiento científico. Sin embargo, pueden ser tratados por separado.

Citábamos a Sayes  acá:

“yo aparecí hace 11 años”
“cuando aparecí ya tenia tres hijos”
“uno cree que tiene dos familias”
“yo era mi propio enemigo”

Es así que Alicia (el nombre que se le asignó a Victoria) vivió con un nombre que no nombraba a la persona designada. Un nombre que no nombraba. Victoria dice que aprendió a reconocerse a media que le explicaba a su hijo mayor su historia. Mientras explicaba de “de memoria” (Victoria conoció su identidad, pero recuperó su propia identidad años después. Conocer es reconocer, que es reconocerse). En distintas entrevistas Victoria explica la experiencia de su reconocimiento como “aparecida”.

El procedimiento:

El proceso de autoconciencia, de reconocimiento se puede dividir en tres partes inmediatamente a la recuperación de su Nombre:
    a. En un primer momento hay conocimiento de un nombre: Alicia, pero hay un otro en Alicia, Victoria. Alicia es Victoria. Victoria es ella misma, como Alicia.
     b. Alicia recupera a Victoria. A recuperar Alicia a Victoria, Alicia se reconoce como Victoria.
     c. Alicia ya no es Alicia sino Victoria. Y Victoria como Victoria libera a Alicia. Alicia es otra.

Cabe la discusión si el proceso vivido por Victoria Montenegro consiste en un proceso individual o es un proceso típico de anamnesis producido por la sociedad argentina a partir de la lucha de los organizaciones de derechos humanos y sociales especialmente Abuelas de Plaza de Mayo.

Salta a la vista que Alicia nunca podría haber descubierto por un proceso psicoanalítico a Victoria. Si bien Alicia recupera a Victoria por algún mecanismo psicológico individual, es a partir de la circulación del trabajo de Madres y Abuelas desde donde se promueve y se facilita que se produzca esa recuperación. Entonces si bien es Alicia la que finalmente se pone en movimiento es a partir de la movilización instituyente que provocan esas organizaciones cuando lo instituyente desestabiliza el Nombre Alicia (como tantos otros nombres que nombran a otros) instituido por sus  captores y aceptado como “natural”, por ella y por todos los que la rodeábamos.

Lo interesante es que sin una anamnesis global tutelada (en este caso por Abuelas), tal vez Alicia nunca hubiese encontrado y recuperado a Victoria. Se hace imprescindible estudiar en profundidad la eficacia de este procedimiento al que se ha dado en llamar: practicar el “ejercicio de la memoria”.

Tengo la seria impresión de que a partir del ejercicio de intentar la recuperación de la memoria amputada por la dictadura, la Argentina está en camino practicar la anamnesis en otros campos de la histografía social del país, por ejemplo lo que pasó con los ferrocarriles, con la flota fluvial-marítima, con la deuda externa, todas estas anamnesis ligadas muy fuertemente a la política y la economía, lo que le concedería a nuestro país una ventaja comparativa respecto de otros como los europeos que tomo lo instituido como “lo natural” y les es muy difícil cuestionárselo.

Cabria profundizar la ligazón que existe entre el impedimento de revisar socialmente ese pasado reciente y el contexto político y capitalista en el que esos acontecimientos se inscriben.

Continuará

Dialéctica del desaparecido- Anamniesis 2

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Cierta sociología francesa ha utilizado el par de conceptos «instituyente» e «instituido» para comprender lo social[…] Así, por ejemplo, Maffesoli (1992: 87) dice que la única ley irrefutable de la vida social es la del «va y viene» continuo e incesante que se establece entre lo instituyente, «fuerza siempre renovada del estar juntos», y lo instituido, forma de sociabilidad fijada y codificada institucionalmente. Aunque habitualmente parece que lo social se resume perfectamente en la institución, cualquiera que ésta sea, hay momentos en que lo social instituyente irrumpe y emprende su tarea sin mediación ninguna, son los momentos de revolución. Con este esfuerzo encargado a lo instituyente, lo social busca proporcionarse de nuevo una institución para existir en ella. Sin embargo, cuando esta institución queda planteada, lo social instituyente se aparta, toma distancia, se encuentra, otra vez, en otro lado (Lourau, 1988: 90).
Si enfatizáramos la mayor relevancia de lo instituido, lo instituyente aparecería como el ruido o el desorden que impide la realización del orden «natural » de la sociedad. Ahora bien, si cambiamos el punto de observación y enfocamos el fenómeno no desde una región privilegiada de lo social sino atendiendo a su totalidad, el ruido y el desorden aparecen como manifestaciones de un orden interno, una memoria colectiva que contrapesa la fuerza con la que lo instituido intenta absorber lo instituyente.
[…] Finalmente, para Maffesoli (1992: 157; 1982: 201; 1993b: 18), el «retorno de lo inhibido» permite la «anamnesis» del estar juntos, la sociabilidad más elemental de lo social. Como se aprecia, distintas pero convergentes evaluaciones acerca de un mismo fenómeno del que genéricamente podemos decir que, en un mismo movimiento, por un lado rompe la continuidad del orden valorativo o representativo de la sociedad y, por otro, permite asomar afectos y sociabilidades primarias se deduce que hay distintas clases de anamnesis psíquicas. 

En primer lugar, hay anamnesis locales tuteladas por el psicoanálisis, como sucede con la «asociación libre», esa técnica que busca afianzar la estabilidad anímica del individuo recuperando con la palabra lo reprimido que le hace sufrir para restablecer el dominio del yo (así como de la sociedad, que actúa como su principio de realidad) y volver a someter los impulsos inconscientes. En segundo lugar, hay anamnesis locales espontáneas, como las que tienen lugar en sueños, lapsus y síntomas, en las que lo inconsciente brota sin ayuda de ningún dispositivo. El yo experimentará esas afirmaciones de lo inconsciente en términos de angustia. En tercer lugar, hay anamnesis globales espontáneas, caso de los delirios y de las psicosis en general, en las que irrumpe un gran montante de impulsos inconscientes debido a que la estructura consciente    
está muy debilitada. En estos casos, como la conciencia es incapaz de hacer compatible tales impulsos con el principio de realidad proveniente de la sociedad, ésta encerrará a los sujetos. Lo que dejan claro estas actuaciones coercitivas es la imposibilidad de acuerdo entre el principio de placer y el de realidad y que se apuesta decididamente por la realidad instituida. No obstante, ha habido bastantes autores que han entendido estas patologías no como un problema del individuo sino de la sociedad, que no sabe acoger esos nuevos impulsos que trae consigo el sujeto. Y como han entendido que estos nuevos impulsos podrían regenerar una sociedad desequilibrada y enferma, han apostado por ellos. De ahí la necesidad de esa cuarta clase de retorno de lo reprimido, la anamnesis tutelada global, con la que se intentaría refundar lo social a partir de los impulsos inconscientes. Uno de los modos como se ha sugerido provocar anamnesis globales es el uso del esquizoanálisis (Deleuze y Guattari, 1985), que no se inspira en las estructutras yoicas derivadas del complejo de Edipo, sino en el mundo que trae consigo pero no puede terminar de realizar el esquizofrénico.

En el campo social esto implica que la logoterapia practicada con las técnicas de investigación clásicas (no sólo las cuantitativas sino las cualitativas principalmente, pues son éstas las que más se entretienen con la palabra) y la discusión política que impulsa nuestra democracia no son suficientes. Quizás la democracia y la investigación social sean, como el psicoanálisis en opinión de Reich, simplemente una resistencia. Una resistencia a lo instituyente.
Continuará
http://www.raco.cat/index.php/papers/article/viewFile/25765/25599
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