La decadencia de lo nacional

Finalmente parecería que la postmodernidad definitivamente hubiera irrumpido en la escena política de este país. A partir de los resultados que arrojó esta elección de medio término es fácil reconocer que la categoría de lo “nacional” parecería, al menos en esta elección, derrotada. La ausencia básicamente de partidos nacionales,  primero,  el afianzamiento de los territorios (locales y provinciales ) como ubicación preponderante donde se juega la lucha por el poder, y finalmente una lectura, si se quiere caprichosa, que hago de los resultados  de las elecciones en donde la principal derrotada  de esta elección sería la centralidad desde donde se enuncia el relato del gobierno; parecería que juntos estos datos configurarían nuevos espacios de donde la política tradicional aparece como en fuga de las categorías nacionales donde ha sido soberana hasta ahora.

Me dirán que esto sucede con cada elección de medio término, pero el dato novedoso que hoy tenemos es que el peronismo, aún estando en el gobierno (“nacional”), a partir de ahora aparece dividido. Este dato sustancial también nos habla de que no solo ese gran imaginario popular que hasta ahora aparecía como una gran fuerza nacional única e inapelable que ha venido siendo el peronismo, parecería que hoy se está desmoronando como primero sucedió con la UCR. Este dato, que puertas adentro del peronismo es nuevo, desde hace un tiempo no lo es para el arco opositor lo que posibilitó ahora  que ésta se aggiorne a las nuevas circunstancias. Los modelos que resultaron exitosos obtuvieron su triunfo principalmente en base a estrategias de alianzas que se tejieron en o entre los territorios provinciales y municipales. Lo dijeron claramente Carió y Pino Solanas en sus discursos. En definitiva blanquearon un dato de la realidad que se viene dando de hecho dentro en el universo político: el no reconocimiento del compromiso que se asume por parte de los candidato con respecto a sus votantes al momento de la votación, la borocotización parecería ser moneda corriente hoy y ya no necesitaría llevar más nombre propio.

Si fue necesario inventar una idea de “lo nacional” para constituir una identidad de país, con el nuevo milenio parecería que esa categoría ha entrado en crisis en base a un cambio de enfoque que se le da al mismo problema y parecería que ahora juega en contra. Si lo nacional presumía de una igualdad (inexistente), la realidad se ha encargado en blanquear las desigualdades y en base a que se pueden reconocer estas diferencias es que ahora se puede pensar en construir un nuevo tipo de sociedad basada en la convivencia sin represión, como la que vivimos. Si la nación nacía a fines del siglo XIX con la creación de un ejército nacional profesional, una única moneda dentro del territorio y  un sistema jurídico que terminaba de unificar los territorios provinciales salvando las discontinuidades; parecería que el siglo XXI nos depara una vuelta a lo territorial y a lo totémico, donde ya no serían aquellas grandes categorías nacionales de antaño las que están en juego sino que lo que ahora parecería ser una visión mas individualizada y local sobre los problemas que tienen los ciudadanos en sus distritos lo que se juega. Esto de alguna manera podría leerse como un estado de disolución de lo nacional y en cierta medida lo es: desarticulado el ejército con qué fuerza se podría defender una soberanía nacional, por ejemplo.

Pero hay otra cosa, la obstinación de este gobierno, heredero de una práctica muy común dentro del viejo peronismo donde se tiende a confundir Estado con Gobierno, ha hecho que el ciudadano común, para poder defenderse del avasallamiento que sufre todos los días por parte del estado, votó en contra del gobierno como en un acto reflejo de autoprotección y de esta manera sin saberlo estaba votando en contra lo “nacional” que este gobierno representa. Si en el 2011 la categoría “presidencial”, categoría nacional por excelencia, disciplinó y unificó al peronismo territorial, hoy actuó en sentido opuesto, espantó a sus adherentes haciendo que el gobierno perdiera en distritos tales como La matanza, un bastión tradicionalmente peronista.

Finalmente y como consecuencia de esa disputa que se dio por el territorio básicamente en el conourbano bonaerense, el relato del gobierno, que debería ser nacional, se centró en cuestiones domésticas de la provincia de Buenos Aires, restándole visibilidad a la poca que ya tenía el interior. En consecuencia el peronismo como fuerza política verdaderamente significativo pasó a ser un fenómeno meramente conourbano en desmedro del resto del país; centró su pelea allí  resignando una pretensión hegemónica tradicional del peronismo que es pretender gobernar este país desde una óptica ejecutiva, la nación Argentina.

De esta manera el peronismo perdió su categoría de partido político nacional, otrora señera y emblemática, otras siglas lo reemplazan. Pierde su pretensión de ejercer un gobierno nacional al centrar su fuerza y su disputa solamente en la provincia de Buenos Aires. Perdió frente a los territorios, porque para dar esa pelea echó mano del aparato del estado, que es nacional, en detrimento de las provincias y de los territorios. Pero sobre todo pierde su capacidad de regenerarse, de redefinirse a partir de centrar en lo particular una fuerza que históricamente fue popular. La resiliencia que tan hábilmente ejerció por más de medio siglo hoy se ve seriamente dañada. Parece que las demás fuerzas  tras varias derrotas ya lo han aprendido, veremos si el peronismo es capaz de adaptarse a los nuevos tiempos

Imagen que me hizo recordar a una vieja tapa de Crisis.

2 nos acompañaron:

rib dijo...

estimado:

lo que está en decadencia no es lo nacional sino lo binario
hay que saber jugar fútbol a tres bandas ahora
porque no es fácil la cosa

a mi me parece que estos muchachos budú, scioli y massa
son el setentismo en su segundo quinquenio
la famosa cría del proceso

saludos

ayjblog dijo...

esto es off topic, o no

http://www.theregister.co.uk/2013/11/04/google_living_omega_cloud/

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