“EL GUACHO MARTIN FIERRO” En un mash up con la cumbia, Oscar Fariña re-escribe y aggiorna la obra gauchesca.

Oscar Fariña nos hace llegar esta gacetilla de Pintó el arrebato

El guacho Martín Fierro! la reescriturra kabeza del clásico gaucheso.

Carlos! te paso los primeros tres párrafos, muchas gracias por la ayuda en la difusión

abrazo!!!

Acá me pongo a cantar
al compás de la villera,
que el guacho que lo desvela
una pena estrordinaria,
cual camuca solitaria
con la kumbia se consuela.

Pido a los porros del Chelo
que ayuden mi pensamiento,
lo pido en este momento
que voy a cantar mi historia
me deliren la memoria
que esta va con sentimiento.

Vengan porros milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
que la lengua se me anuda
y se me nubla la vista;
pido a mi D10s que me asista
en esta ocasión conchuda.

Sinopsis de El Guacho Martin Fierro Reducido a instrumento de tortura para bachilleres, souvenir de gringo, o estampita religiosa de sojero exportador, el Martín Fierro se ajusta perfectamente a la definición de clásico que tiraba Borges: aquel libro del que todos hablan y nadie lee. El principio de su fin estuvo propiciado por Leopoldo Lugones hace cien años, cuando en unas célebres conferencias propuso a este gaucho como arquetipo del Ser Nacional, para alegría de los criollos patricios que veían su pedigree amenazado por esos tanos patasucia que no paraban de arribar al puerto de Buenos Aires. Por supuesto, la gente lee libros, no seres nacionales, poco a poco el Martín Fierro perdió el entusiasmo popular con que fue recibido en sus primeros años, y su radio de influencia se confinó al sadismo de ciertas profesoras y la exégesis crítica. Hoy en día sólo se invoca su nombre una vez al año para premiar a los popes de la radiotelevisión local. ¿Cómo hacer que un libro valioso vuelva a ser leído? La apuesta del presente volumen es simple: bardearlo. El poeta argentino Leonidas Lamborghini vindicó siempre a lo largo de su obra el poder subversivo de la risa, y encontró en la parodia su procedimiento estético-político por excelencia. La Parodia funciona como denuncia de su Modelo: en este caso, esa denuncia no guarda ninguna intención peyorativa. Por el contrario, estamos en presencia de una denuncia elogiosa, que se pretende un homenaje, y va en contra de toda lectura coagulada y utilitaria del pasado, de toda clausura de sentido. Del gaucho manso, idealizado, al guacho fugitivo, borracho pendenciero, racista. Asesino. Gran parte de la riqueza de la obra se encuentra en su ambigüedad moral, que aumenta el patetismo de un folleto que en un principio se pretendía político, una invectiva contra el Ministerio de Guerra, y por suerte superó su proyecto. Lo inestable deviene dinámico.

Aquí la incómoda crítica de eñe

En todo el país, librerías Yenny y el Ateneo.
Saludos, amigos wachiturros!

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