Is the populism stupid V – Estamos ganando

1 nos acompañaron


Titular así nos lleva a pensar por el sujeto (tácito) que habla, preguntaría Roland Bartes: ¿Quién está ganando?
¿La Argentina le está ganando la guerra al Reino Unido?
¿La revista Gente está ganando (dinero) con esta noticia?
¿La dictadura que cree que con esta movida se podrá perpetuar en el poder que en Mayo de 1982 ya era exiguo?
¿El imperialismo que terminaba de imponer la lógica del neoliberalismo a través de la dictadura?
¿La literatura romántica?
¿Todos ? ¿Ninguno?
Cómo saberlo:
Nunca jamás será posible averiguarlo, por la sencilla razón de que la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que van a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe.
La política del día a día nos lleva a preguntarnos si ¿estamos ganando?, pero  esta pregunta nuevamente, al igual que aquella emblemática tapa de Gente, carece de sujeto y por tal motivo cualquier significante podría llenarlo.
 
- ¿Doc cómo anda el juzgado? – Le pregunto a un juez amigo
- Mirá, estoy agotado, asesinatos, choques, afanos, violaciones, todo en un solo día, me tienen re podrido.
-¿Quienes, tus colegas?
- No, con mis colegas todo bien.
-Los choros…
-No, con los choros tampoco
-¿Entonces con quién?
-La cana. Ponés más milicos, aumenta el choreo, más patrulleros sacás a la calle, se dispara el índice delictivo. Son empleados públicos, los peores, de terror son, tanto que la Flora de Gasalla es la empleada del mes al lado de estos.
 
Me fui silbando bajito y cavilando sobre otro cuento que me había hecho Claudio unos días antes sobre los cárteles mexicanos. Él recién llega de allá estuvo un mes y la pregunta lógica luego de leer los diarios es preguntarle sobre el delito en Mexico ( el estuvo en el interior, centro norte) y me dice:
-Mirá la droga es un negocio marginal de la mafia hoy en día, yo fui a hacerle un trabajo a un tipo de mucha guita y él paga por su seguridad. Los tipos saben todo del quía, tienen como un veraz de donde sacan la información y saben cuanta guita mueve, con qué tarjetas y qué compra, en qué se mueve, está totalmente controlado. Les paga y los choros no lo joden. Ese es el core del negocio de los mafiosos hoy.
 
Unir las dos historias era fácil, si a más policía más delito, la ecuación para salvar Santa Fe será entonces privatizar la seguridad, pagarle a un mafioso que cartelice la seguridad,
-Después de todo en Estados Unidos esto ocurre hace tiempo, en Nueva York hay como siete policías y desde las torres gemelas un servicio de inteligencia propio, acá hay como cinco: la provincial, la federal y gendarmería, por un lado, los inspectores municipales de tránsito otra y la de los Meriva naranja de Cristina otra. Son cinco en Venado y a todos esos tipos les pagamos sueldo para que nos rompan las bolas a nosotros y no  a los choros. ¿Y el cacareo con el cuadro de Videla era para meternos esta militarización en la vida cotidiana?
 
Privatizar la seguridad tiene consecuencias insospechadas, como privatizar cualquier cosa que debería ser de uso público, como la energía, la salud o la alimentación de un pueblo. Cualquier textualización que se haga al respecto estará teñida con el color del cristal con que se mire.
El populismo que si bien no se sustenta en un sustrato económico como se analiza en esta serie de posts, sí lo hace sobre una estructura de información que es la base de su organización. ¿Sería esto una especie de materialismo dialéctico? Yo diría que no porque la información rebasa al materialismo abstracto que se basa en la razón. Por lo que un materialismo informacional es un materialismo complejo, en cuya textualidad uno debe bucear por los sujetos, la razon y la materia.
La privatización a la mexicana de la seguridad es una respuesta materialista (capitalista) que resuelve en forma local el problema, como todo lo privatizado. Cartelizar es balcanizar, es segmentar hasta sus últimas consecuencias el problema hasta que sea manejable. Pero claro, la mafia tiene que repartir después, que también es una forma de distribución del ingreso.
Si el estado de derecho es el que hace posible que funcione la Republica, restringiendo de esta manera las posibilidades del capitalismo y el mercado, en el mundo populista es el materialismo duro y puro (la distribución materialista) el que hace posible la organización de un sistema en base a la información. En un sistema es la ley de la morada, la moral la que establece las reglas de juego de la distribución, en el otro es la información la que posibilita la el acceso a lo material. Esto no es tan simple como se dice hasta acá, seguiré en otros posts

¿Cómo es la guerra, como en las películas?

4 nos acompañaron

El día de ayer a la noche fue atípico en la televisión. En realidad había empezado anteayer con el reportaje que Quiroga le hacía a Ceferino Reato referente a su nuevo libro sobre Videla. Había visto el reportaje y me pareció que Reato vapuleó a Quiroga y no es la primera vez que queda haciendo el papel de paparulo, con el agravante que Reato lo ubicó en el lugar de bufón del rey.

Con este prolegómeno me acerqué al magnífico debate que se armó en 6-7-8, debate que abrió Horacio Gonzalez y lo elevó a la jerarquía que al final tomó. Pero fue Barone el que le tiró una mano a Quiroga diciendo que este último había hablado desde la emoción que le provocaba el entrevistado. Quiroga manifestó que JAMÁS le hubiese dado la mano a Videl a lo que Reato le contestó que si no le daba la mano tal vez se quedara sin reportaje, y nosotros su invaluable información.

Haciendo Zapping encuentro en el 13 una morocha que cantó con el hijo maravillosamente, lamentablemente no pasó de esa instancia, fue una pena. Me preguntaba qué tendrían de genuino estos artistas que uno les creía mucho más que a los que está acostumbrados ver por la tele.

Para no hacerla muy larga mi noche de ayer en la tele terminó con un peliculón que me atrapó. Aclaro que no miro películas sobre Malvinas porque me repugnan, me provocan un gran rechazo, es visceral y más fuerte que yo, pero por alguna razón me enganché con este documental de Ramiro Longo que se llama “No tan nuestras” y que daban por el canal del Incaa.


Se trata del testimonio de un soldado, Sergio Delgado que estaba apostado en Monte London cuando desembarcaron los Ingleses. Recibió una granada en su casamata que lo hirió en las piernas, fue rescatado y sus primeras curaciones se las hicieron los mismos ingleses.

Alegre, divertido, entretenido para contar, sin más dramatismo que el que el necesario para poder soportar su relato, Delgado nos introduce en la potencia y la esencia del Testimonio. Recién esta mañana cuando me levanté pude hilvanar todo lo que había visto la noche anterior que también había incluido un pedacito del programa de Lanata del domingo que por suerte no vi salvo este poquito que pasaban por los programas de Gvirtz  y un vuelo rasante por América donde vi una nota sobre los efectos de los agrotóxicos sobre las personas que los usan.

Era simple lo que unía todas estas historias, Quiroga-Reato, Horacio Gonzalez, Barone, los Cantando por Cantar, Delgado, Lanata y los padres de estos chicos con malformaciones congénitas posiblemente provocadas por los agrotóxicos era justamente el testimonio.

El hilo conductor de anoche para mi fue el testimonio, en algunos casos creíble y en otros intrascendente o espectacular. Qué es lo que hace a un testimonio creíble me pregunté, luego de leer a Walsh me respondí lo genuino del relato, la emoción que pueda provocar y como el soporte era el televisivo, lo que tenía que actuar como testimonial no solo era el testigo que por supuesto tenía que ser genuino, sino que la película también debía acompañar la veracidad del relato. Me hice una composición de lugar del documentalista o del periodista de investigación que debe evaluar esto último para que la producción no opaque el valor del testimonio de su entrevistado. Siempre le criticaron a Lito Vitale que después de tocar con alguien, siempre que mezclaba la grabación( como era él el que lo hacía), siempre alteraba el relato musical poniéndose, él mismo a la altura o por sobre su invitado. En estos casos la producción debería estar a la altura de las circunstancias del relato crudo y duro del testimonio, porque eso es lo que vale, no el entrevistador, todo debería actuar como uno solo.

Resumiendo, Delgado revive con su relato a todos los muertos de Malvinas, Lanata patéticamente fuerza una situación para sacar un testimonio, aunque fílmico poniendo en aprietos a un pobre dependiente del hotel de los kirchner, los genuinos testimonios de los padres de los chicos con problemas de misiones quedan opacados frente al amarillismo del formato que le da la producción del programa  Límite de América, Gonzales y Barone   sobre todo rescatan la humanidad del programa de Quiroga, salvando a ambos periodistas y el Refugio de la palabra quedó destruido por la granada que le tiró Reato que, a diferencia de  la Delgado, raramente podrá volver de ese ridículo.

Pero el sentido de este post apuntaba hacia otro lugar, esos imaginarios colectivos al que llamamos Patria, Nación, ideología, relato oficial (hegemónico), algo que el verdadero Testimonio se encarga de desmitificar, dado que cuando es genuino éste apela a otra cosa mucho mas allá que a una noción fantástica imaginada por todos a partir de una construcción humana, trato de separar la paja del trigo, la comunicación del ruido y para eso qué mejor que recurrir a Deleuze hablando sobre los dispositivos de Michel Foucault .

La filosofía de Michel Foucault se presenta a menudo como análisis de «dispositivos» concretos. Pero ¿qué es un dispositivo?…es una madeja, una unidad..que ..se compone de líneas de distinta naturaleza.

Las dos primeras dimensiones de un dispositivo… serían en primer lugar… las curvas de visibilidad y las curvas de enunciación. Y es que los dispositivos son como las máquinas de Raymond Roussel: máquinas de hacer ver y de hacer hablar.

En tercer lugar un dispositivo implica líneas de fuerza y…por último Foucault descubre las líneas de subjetivación.

En este punto es donde el dispositivo mediático de la televisión argentina de anoche presentó su mayor divergencia.

Se deducen dos consecuencias importantes para una filosofía de los dispositivos.

La primera es el rechazo a los universales… La Verdad, o el Uno, no son universales sino procesos de unificación….o de verificación…inmanentes a un determinado dispositivo.

La segunda consecuencia de una filosofía de los dispositivos es el cambio de orientación, que se escapa de lo eterno para dirigirse a lo nuevo….Pero Foucault rechaza explícitamente la originalidad…. Tan solo desea considerar la «regularidad» de los enunciados. Lo que cuenta es la novedad del propio régimen enunciativo en tanto que puede incluir enunciados contradictorios.

Pertencemos a los dispositivos y actuamos en ellos. Dentro de un dispositivo es necesario difrenciar entre lo que somos(eso es lo que ya no somos) y en lo que estamos a punto de devenir: la parte de la historia y la parte de lo actual.

Pues lo que aparece como actual o nuevo según Foucault es aquello que Nietzsche llamaba lo intempestivo, lo inactual….. No predecir sino atender a lo desconocido que llama a la puerta.

¿Y qué dejar entrar a nuestra puerta? Sin dudas es difícil responder a esta pregunta  sobre lo que me pasó anoche, tal vez Rodolfo Walsh sea el que se acerque más a la respuesta. Para él escribir era una compulsión a avanzar sobre la propia estupidez, por eso para  “avanzar” dentro de la  propia estupidez se requiere de un método para que el dispositivo al que pertenecemos no nos devore.

Dentro de estas condiciones de borde parecería ser estúpido pretender ser un Neo de Matrix, un observador que todo lo ve y lo entiende,  el desafío es avanzar sobre la propia estupidez sabiéndonos estúpidos, no Neos.

Pero hay algo más, si los dispositivos son mecanismos diseñados para rechazar a los universales, entonces sería estúpido pretender una Verdad o el Uno ya que como explica Deleuze sobre Foucault  “no son universales sino procesos de unificación….o de verificación…inmanentes a un determinado dispositivo”.

Lo que operó anoche fueron los dispositivos enunciados desde el poder monopólico de los medios privados y desde los aparatos del estado. Hubo un intento de contraponer en ellos la Verdad de Uno sobre el otro Uno, sin embargo no fueron los dispositivos los que triunfaron, ninguno de lo Unos o las Verdades se impusieron sobre los otros, sino que fueron los los TESTIMONIOS los que salieron triunfantes. Sergio Delgado resultó Victorioso, Horacio Gonzales, Barone, Reato también fueron bendecidos por la verosimilitud de sus relatos, fueron salvados por el testimonio.

Pero qué tendría el testimonio para oponérsele y derrotar a ideas tan fuertes como la de Nación, soberanía de las Malvinas, etc. La respuesta hay  que buscarla en el texto de Deleuze – Foucault: los universales. Las emociones son arcanos universales que se escabullen a a los dispositivos, la vida es un universal también, esta vida, la de hoy no la que va a venir, Cagarse de miedo y cagarse de hambre cuando se pierden 14 kilos en tres meses como declara Sergio, esas son en definitiva las emociones y sentimientos que le dan verosimilitud a un relato,  para dar testimonio no basta con ser testigo, objetos de una acción con la que no se está involucrado, sino que  se debe ser un sujeto comprometido con los universales genuinos.

Finalmente, hay dos pasajes de la película de  Longo que son memorables, el primero cuando le preguntan a Delgado si volvería a Malvinas, al principìo éste no entiende la pregunta y la niega de plano al creer que le preguntaban si volvería a combatir, luego admite la posibilidad de visitar la tumba de sus compañeros. La segunda es la más loca de todas, casi que no se puede creer lo que se escucha, pero es nuevamente el testimonio de Delgado escrito con su cuerpo el que le da su verosimilitud.

Al llegar al Palomar, devuelto a su país, un militar, “bien militar” aclara, se le acerca a la camilla y le pregunta. “¿Cómo es la guerra, como en las películas?”. Deben ver el documental para saber la respuesta.

Is the populism estupid. IV - Un mundo fractal.

0 nos acompañaron

Un fractal es un concepto matemático que se basa en dos movimiento dentro de lo que podríamos llamar un sistema complejo: un proceso de realimentación y otro de proyección que lo hace ir para adelante un poco más cada vez en cada ciclo. Una porción lleva adelante la afirmación en en tiempo y en el espacio de dicho sistema, la otra lo hace permanecer Un árbol fractal que se repete hacia el infinito dejando plasmado en el lugar y en el tiempola impronta de su follaje. Mandelbrot había establecido las herramientas para comenzar a trazar el mapa del paisaje del populismo en los setentas. Laclau se figura proyectarlos a confines inesperados.

De hecho el fractal es el emblema del populismo, algo tan simple y complejo a la vez como esa metáfora de la matemática que sirve para explicar lo imperfecto, soportar lo repetitivo y tener la desfachatez de adentrarse en las mismísimas fronteras del caos, no solo es una consigna, constituye una manera de vivir y coordinarse para la acción conjunta y eso es lo bueno de él. El populismo une ingenuamente lo real y lo virtual, el caos y el orden, el espejo y su reflejo, el bien y el mal. Es el puente que salva esa discontinuidad o mejor dicho lo imprevisible de la vida cotidiana en sus dos facetas la real y la virtual; puntos que una vez conectados se erigen y dan a luz esa quimera conocida como pueblo llano.

La teoría del caos se ha encargado de descubrir que subyacente al mismo, hay todo un orden preexistente que establece patrones que a su vez construyen sistemas complejos en donde la imprevisibilidad siempre estará a la vuelta de la esquina. El fractal como metáfora de lo evolutivo y recursivo hará que el aleteo de las alas de una mariposa en Puerto Madero puede provocar un Tsunami en Bilbao. La permanencia tracciona para adelante, la afirmación lo magnifica, bajo esta dinámica evolutiva de los sistemas complejos parece esconderse las cifras que los definen. Unir los puntos establecer y su connotación es el oficio de un criptólogo, la de un servicio de inteligencia que es algo parecido, Rodolfo Walsh sabía ambos oficios. Los puntos están allí perdidos en el caos esperando una mano experta que encuentre los patrones y les de un significado que pueda explicar lo inexplicable.
El populismo es anterior al peronismo, anteriror al irigoyenismo, al rosismo a los Mantuanos y al mismo Boves, el Urogallo. Está allí, unir los puntos y cosntituir hegemonía es la tarea de quién lo quiera liderar.

Para no repetirme recomiendo la relectura de este viejo post, copio y pego lo que hoy quiero recordar. Es el concepto constructivista que usa Humberto Maturana y Francisco Varela para definir a los sistema vivos:
Los biólogos chilenos Maturana y Varela en De máquinas y seres vivos describen las características de un sistema autopoiético a partir de tres características:
    1. Las coherencias estructurales de las uniones y correspondencias entre los agentes entre sí que los definen como sistema distinguido.
    2. Las coherencias estructurales de lo que surge como medio y en su distinción con el sistema, y
    3. las dinámicas de las relaciones entre el sistema y el medio.

image

M establece una membrana, una piel que se autoconforma como una estructura estable, es discreta y tiene su propia identidad, dado que la cápsula la distingue del medio. Al poder B traspasar esa membrana esa clase establece un intercambio con el medio
Como se aprecia aquí también se distinguen las jerarquías de tres niveles. ¿Por qué los sistemas vivos se organizan con una jerarquía de este tipo? ¿Y por qué diferencian tres niveles?

Is the populism estupid. III - Una batalla que continúa

1 nos acompañaron

por Enrique Lacolla. Escritor, periodista y docente.

Los problemas que marcaron el nacimiento de la Argentina como país independiente siguen gravitando en un presente que los repropone como una instancia que, contrariamente a lo que sucedía en 1810, los perfila por fin como superables.



Es obvio que el bicentenario es un momento propicio para ensayar un balance de lo vivido desde el momento del advenimiento a la Independencia hasta aquí. Por cierto que, aunque la Argentina constituye la base sobre la que ensayamos este análisis –pues este es el terreno donde ha sedimentado nuestra experiencia-, esa interpretación no puede en manera alguna excluir a los fenómenos generales de carácter mundial que han afectado a nuestra historia ni al hecho de que formamos parte de un precipitado social que nos vincula estrechamente a los otros países de Iberoamérica. De hecho, todas las trayectorias “nacionales” de América latina no hacen sino refractarse unas en otras, lo que viene a demostrar el carácter unitario de sus vivencias y el hecho de que, entre todos, somos aun una nación no constituida todavía, brotada de la matriz mestiza del continente, unificada por una lengua y una cultura comunes, castigada por unas tendencias centrífugas alimentadas desde el exterior y fogoneadas por el rol negativo de unos núcleos dirigentes que jamás se propusieron otros objetivos que aquellos que no fueran más allá de sus peculiares, acotados y egoístas intereses.
Estos 200 años nos han aportado más decepciones que cumplimientos. Empero, si se observa la persistencia de los movimientos populares que, confusamente, han resistido a la presión imperialista, ejercida a veces en forma directa, pero por lo general a través de sus agentes locales, y si se atiende a las manifestaciones del cambio demográfico y tecnológico, así como a una conciencia cada vez más expandida –aunque silenciada por los grandes medios de comunicación- respecto de nuestra sustancial hermandad, cabe empezar a representarse una segunda etapa independentista que cumpla con el sueño de nuestros más esclarecidos libertadores, San Martín y Bolívar, etapa que sea capaz de constituir esa gran nación iberoamericana que necesitamos para pararnos en un pie de igualdad con el resto del mundo y que es indispensable para liberar las fuerzas productivas y culturales que llevamos en nuestro seno.
El momento de la Independencia, en 1810, estuvo caracterizado por la inmadurez. Ello determinó que nuestro ingreso en la historia se verificase, más que como resultado de un acto de volición propia, como consecuencia del empellón que ella nos propinaba. Empero, uno no elige el momento de nacer. Los pueblos colonizados raras veces tienen tiempo de madurar por sí mismos. Los remolinos del acontecer mundial suelen empujarlos a destiempo a un combate para el que no están preparados y a través del cual han de abrirse trabajosamente camino. Incluso potencias de enorme envergadura, provistas de gran entidad cultural e histórica, como China, por ejemplo, se vieron arrojadas al mundo, durante el siglo XIX, en condiciones de absoluta inferioridad para enfrentarse a la codicia, la tecnología y las armas del Occidente capitalista, debiendo circular a través de terribles experiencias por más de un siglo antes de poder dotarse de las capacidades necesarias para pararse por sus propias piernas y hacer frente a sus enemigos. Y si esto le ocurrió al Imperio del Medio, que los países de Iberoamérica hayan conseguido mantener su identidad en medio del maremoto imperialista no es poco logro.
En 1810, el momento en que el terremoto provocado por la Revolución Francesa y por la expansión del imperialismo británico trastruecan las normas por las que se guiaba l’ancien régime, el virreinato del Río de la Plata era un páramo poco poblado, bien que de proyección geográfica muy amplia, con núcleos de población en el interior que subsistían por sí mismos o a través del intercambio de productos artesanales con las provincias del Alto Perú. En Buenos Aires, una importante burguesía mercantil asociada a los ganaderos de la provincia, a la exportación de cueros y a la importación de manufacturas, engendrada por el contrabando de bienes importados que eludían el monopolio comercial al que aspiraban los intermediarios españoles asentados en Cádiz –que fungían a su vez de cómo ruedas de transmisión del interés británico hacia el interior de España-, esa burguesía mercantil, digo, aspiraba a liberarse de la coerción española y a ampliar las libertades de tráfico que les habían sido concedidas por el virrey Cisneros.
Creo que es importante tener en cuenta el carácter trasgresor de la ley que tuvo la casta dirigente de la Ciudad-puerto, para comprender cierta desenvoltura administrativa (vulgo, corrupción) que inficionaría, en un grado quizá superior al de otros países, a nuestras clases dominantes. Formadas en el contrabando, fue fácil que su concepción del mundo se organizase en torno de una comprensión dependiente del rol que les tocaba desempeñar. Ese papel requerirá siempre la benevolencia de los grandes del mundo y no se concebirá fuera de su paraguas protector. Un paraguas que las protege a ellas, por supuesto, pero no a la masa a la que dicen gobernar y que de hecho someten.
En el resto de la América hispana la cuestión no difería en su esencia. Las oligarquías del cacao, el azúcar o el café que se distribuían por todo el continente, eran el sector más influyente en sus sociedades y antipatizaban cada vez más con las pretensiones de la decadente metrópoli española y sus representantes directos, interesados en conservar su superioridad social, frenar la autonomía y coartar las posibilidades de enriquecimiento de la aristocracia criolla, fundándose en el supuesto privilegio originado por su nacimiento en suelo español y en la obediencia a Madrid. Tanto una como otra, sin embargo, coincidían en explotar a la población indígena y a la muchedumbre de indios, mestizos, negros, mulatos y castas que eran la mano de obra, en parte esclava, que les suministraba sus ganancias.
La reacción en cadena

Sobre este conglomerado iba a jugar la influencia de la revolución norteamericana, primero, y de la francesa, después. Fue esta última, sin embargo, la que en realidad irradió su proyección cultural hacia Latinoamérica de manera más vigorosa. Tal vez por tratarse de una verdadera revolución, la francesa poseía un corpus ideológico propio, al que debía reforzar a este con una apelación a la lucha de clases que en Estados Unidos no se verificaba. Esto último era fruto del hecho de que la revolución norteamericana implicó en suma la liberación de unos colonos de composición económica y racial homogénea, perfectamente dueños de sí, y a los cuales lo que les importaba no era reemplazar a un amo por otro, sino deshacerse del patrocinio británico para acceder a la autogestión soberana.
La revolución francesa, en cambio, tuvo que ir mucho más allá de los límites que de sus inspiradores intelectuales le habían fijado. Para vencer la resistencias del absolutismo borbónico, coaligado con el de las otras monarquías del continente y asociado asimismo la casta dirigente británica, que vinculaba a la nobleza terrateniente con los productores de la primera revolución industrial y con los financistas de la City, el ala radical de las revolucionarios en París procedió a decapitar al rey, a la reina y a miles de aristócratas, a la vez que montaba ejércitos improvisados, animados por un enorme entusiasmo, para enfrentar y frenar a las fuerzas de la coalición contrarrevolucionaria. Y cuando Termidor cerró en Francia el ciclo salvaje de la revolución, guillotinando a los guillotinadores, fue sólo para abrir el paso a un nuevo y aun mayor desafío para Inglaterra y sus aliados: el representado por Napoleón Bonaparte, que se proponía desafiar el predominio industrial británico en Europa, a la vez que a jugar al boliche con las coronas del continente.
Fue un momento singular en la lucha por la hegemonía mundial. Gran Bretaña se aprestaba a librar la última batalla para deshacerse de su enemigo tradicional, Francia, curándose de paso, en salud, de los vientos de la fronda revolucionaria. La City y Whitehall, por otra parte, veían también la oportunidad de resarcirse de la reciente pérdida de sus colonias trasatlánticas liquidando al crujiente imperio español y haciéndose, si no con el dominio directo de sus territorios, sí con una posición absolutamente privilegiada en lo referido al intercambio comercial y a su presencia en ese nuevo mercado que se abría para verter allí los productos de la revolución industrial de que era pionera.
Se abre así un capítulo complejo que empujará a la independencia de la América hispana. Tras dos frustradas intentonas militares de hacer pie en el Río de la Plata en 1806 y 1807, la tesitura británica cambió, tanto por las evidentes dificultades que se ofrecían para una intervención en fuerza, como por el hecho de la inversión de la alianzas que se produjo a partir de 1808 en España, que de aliada de Francia pasó a convertirse en su enemiga en ocasión de la invasión napoleónica a la península. De cualquier manera la pretensión imperial española había sufrido un golpe mortal en Trafalgar, que la despojó de su flota y dejó a Inglaterra como dueña indiscutida de los mares al naufragar el potencial naval no sólo español sino también francés en esa batalla. La posterior invasión francesa a la península dio lugar en España a una conmoción popular que produjo la evanescencia de las autoridades tradicionales, generando una intentona de democratizar la sociedad a través de las Cortes de Cádiz y un conflicto militar en gran escala que combinó el accionar de los ejércitos regulares con la expansión de la guerrilla a lo largo y a lo ancho de ese país.

La revolución escindida
El mecanismo del desencadenamiento de la revolución iberoamericana fue entonces en buena medida precipitado por la crisis mundial. La insatisfacción de los grupos criollos ligados al tráfico se combinó con una declamada lealtad a la Corona que no comprometía a nada y permitía una fidelidad a ella que podía manifestarse retóricamente, cuando en realidad a lo que se aspiraba era a romper los lazos con España. Otro sector patriota tendía más bien a identificarse con la corriente liberal que recorría a España y que permitía suponer que la presencia de las colonias en las Cortes de Cádiz iba a permitir a estas acceder a una representación igualitaria respecto de los diputados de la Madre Patria. Que esto no sucediera, que España quedase otra vez bajo la férula del absolutismo fernandino, constituyó una de las tragedias de la revolución hispanoamericana, que se vio entregada de ese modo a sus propias fuerzas y desprovista de un centro que hubiera podido frenar las tendencias centrífugas que pronto la afectarían.
En este encuadre pronto se manifestarían las principales tendencias cuyos choques y evoluciones determinarían por muchos años el destino del continente. En dicho contexto podemos divisar, simplificando un poco groseramente las cosas, a cuatro factores principales que gravitarían en esa peripecia social:
a) La presencia de un puñado de hombres que estaban imbuidos de una comprensión global de los problemas y que, de alguna manera, prefiguraban la vanguardia intelectual, política y militar que podría haber llevado la revolución a buen término. En ellos anidaba la comprensión intelectual y la voluntad política de establecer lazos estrechos entre las partes del imperio americano de España a fin de impedir su desintegración. Eran hombres que habían bebido de los textos de la Ilustración o se habían comprometido en acciones militares en el viejo mundo. José de San Martín, Simón Bolívar (en este caso a pesar de unos errores de apreciación social, que generaron sus derrotas iniciales, pero que fueron luego corregidos),(1) Francisco de Miranda, Manuel Belgrano, Bernardo Monteagudo, Mariano Moreno y algunos más, se cuentan entre ellos. Estos hombres percibían la revolución americana como un todo, sea por la visión centralista que les daba el haber pasado por las filas del ejército español, recorrido por tendencias liberales; sea por su tránsito por las universidades y salones europeos, que los impregnaban de las tendencias a la moda en el núcleo bullente de su fragua; sea por ser capaces de reconocer, simplemente por su capacidad de síntesis política, la realidad mundial desde nuestra propia perspectiva. Desde Chuquisaca, por ejemplo, como Monteagudo y Moreno. Eran, como dice Arturo Jauretche, capaces de mirar al exterior desde una perspectiva Mercator invertida, que les consentía ver al mundo desde aquí, y no al aquí desde la perspectiva del mundo.
b) En contraposición a esta corriente que nos animaríamos a denominar idealista, expresión de lo mejor en cuanto a discernir, con aptitud profética, las coordenadas potenciales de una situación histórica dada, había un conglomerado de intereses fundados en un chato realismo, que apuntaba a explotar las ventajas materiales que ya poseían para buscar la expansión de estas desvinculándose de toda intentona por lograr objetivos superiores. También estos estamentos solían cubrirse con la pátina de la Ilustración y de la literatura a la moda, pero en ellos esa vivencia solía traducirse en un sentimiento de superioridad que servía de óptimo vehículo para justificar, con la veladura del progreso espiritual y moral, sus apetitos de clase respecto a los hijos de la tierra. Esta oligarquía comercial y ganadera (o del café, el cacao o el azúcar en otras partes del subcontinente), no estaba en disposición de soñar nada y reducía sus aspiraciones políticas al engrandecimiento de sus fortunas, concibiendo a estas dentro de marcos manejables y disponiéndose a aliarse con los factores de poder que mejor podían asociarse a sus intereses. En general eran costeñas y contaban con el control de las embocaduras por las que circulaba el tráfico. El imperio inglés era el compañero ideal de estos intereses, dado que buscaba justamente alentar los patriotismos de campanario, dividir en partes al imperio español, incentivar el comercio e introducirse con sus manufacturas en los mercados iberoamericanos, que estarían más indefensos cuanto más segmentados se encontrasen. Se generó así un clásico ejemplo de “burguesía compradora”, como la denominaría más tarde Carlos Marx: ávida de bienes materiales, poseída por la noción de su propia importancia, postrada ante la irradiación cultural de Europa y en condiciones de convertirse de manera voluntaria en la correa de transmisión de los intereses del capitalismo foráneo. En el caso argentino la disposición del Puerto de Buenos Aires y de las rentas de la Aduana ponía al alcance de ese sector las posibilidades económicas para darse un nivel de vida superior y, sobre todo, para imponer por la fuerza de las armas sus intereses particulares a los intereses peculiares del interior.
c) Este último era el tercer factor que gravitaba en el encuadre a la hora de independencia. Allí se movían las multitudes populares, identificables en el gauchaje provinciano, en parte de la plebe porteña y en algunos dirigentes capaces de reflejarla; en los núcleos artesanales de las provincias y en las dirigencias locales, que reposaban sobre un modelo económico vegetativo, débilmente conectado con las otras dependencias del virreinato, poco propenso al cambio y que aseguraba cierta estabilidad a un modo de vida bucólico del que participaban todos en diverso grado. Sin dejar por esto de experimentar el desafío físico que imponía la proximidad del desierto, la amenaza de los indios y un estilo de vida campestre muy rudo para el gauchaje trashumante. No era pues, este, un dominio demasiado fácil de conquistar para los “doctores de fraque y de levita” que pululaban en Buenos Aires y que manifestaban, ellos también, una fuerte propensión a reemplazarlos por las botas y espuelas del uniforme militar. Todo lo cual pronosticaba choques muy duros cuando estos decidiesen avanzar sobre el interior para reducirlo al proyecto angloporteño. La  existencia de configuraciones sociales parecidas en todo el mapa de Iberoamérica era sintomático de una problemática similar. ¿Se podía convertir esa estructura disforme en un todo coherente y más o menos organizado, orientado hacia la unidad y dentro del marco de la resistencia a una España regresiva, que reprimía a sus elementos liberales y mandaba expediciones para que acabasen con las tendencias independentistas que de alguna manera les hacían eco al otro lado del Atlántico?
d) El último factor que cabe añadir al retrato del momento independentista de América latina a principios del siglo XIX, es el geográfico. A la contraposición de sectores sociales enfrentados en los cuales no existía ningún estrato susceptible de concebir una ideología nacional concentrada, generada por la posibilidad del crecimiento autógeno de un mercado interno de dimensiones importantes, se sumaba la presencia de una geografía hostil, de topografía muy difícil, con enormes cadenas montañosas y vastedades desérticas. No hubieran constituido estas un obstáculo insalvable si en vez de la burguesía compradora hubiésemos contado con una burguesía nacional. Los cruces de los Andes por los ejércitos de San Martín y de Bolívar, y las increíbles campañas de los ejércitos patriotas en expediciones que cubrían miles de kilómetros desde sus bases demuestran que, aun en esas condiciones, las adversidades geográficas podían ser vencidas. Pero la ausencia de una base social nutrida y homogénea, sustentada en una cadena productiva importante, dejaba en el aire a los mejores esfuerzos. Las carencias de dinero y apoyos materiales de los ejércitos patriotas cuando se esforzaban para llevar a buen remate su cometido, era obra del sabotaje de esos ejércitos por los núcleos sociales que disponían de medios pero que no se sentían atraídos por proyectos que excedieran su interés de corto alcance y que se preocupaban sobre todo en dominar la reacción de las sociedades provincianas y del pueblo de la campaña. O sea, en el saqueo de sus recursos, el desmonte de sus artesanías, la fractura de su sistema de vida y la imposición de la arrogancia de sus doctores, sin entregarles nada a cambio. Estos factores eran decisivos para sabotear cualquier iniciativa progresiva.
Pero eso era lo que había. Los prohombres de la Independencia, educados en una concepción centrípeta de las sociedades americanas, debían enfrentarse a una conjunción de factores que la contradecía de manera categórica. No es extraño que Bolívar dijera, al final de sus días, “he arado en el mar”. Y que San Martín eligiera exiliarse en Europa en vez de presidir las discordias civiles. Sin embargo, aquí se plantea una pregunta incómoda, pero que merece ser tomada en cuenta. ¿Qué hubiera pasado si el Libertador, a su retorno del Perú, recogía la incitación de Facundo Quiroga y Juan Bautista Bustos y trataba de reducir a los unitarios de Buenos Aires, instaurando una especie de poder bonapartista que gobernase por encima de los doctores y los caudillos –estos últimos muy predispuestos a su favor-, disciplinando las discordias, eventualmente con mano de hierro?
El sueño integrador de la Patria Grande habría quedado al costado del camino, pero unas Provincias Unidas que hicieran honor a su nombre hubieran podido procurar una base muy importante para reasumirlo en etapas posteriores. En definitiva, esa necesidad autocrática para superar el desorden interno fue llenada poco después por Don Juan Manuel de Rosas, pero con una perspectiva mucho más estrecha, que no alteraría las relaciones de poder entre las provincias y Buenos Aires sino que las pondría, por un tiempo, entre paréntesis.
Las Provincias Unidas del Río de la Plata hubieran podido, con San Martín, haber dejado de ser un eufemismo que disimulaba su auténtico rótulo (las Provincias desunidas del Río de la Plata) para erigirse en un poder mejor balanceado, capaz de mirar hacia fuera desde una perspectiva autónoma. El país posible hubiera podido ser dirigido hacia un mejor equilibrio y desarrollo, en vez de derivar gradualmente a la quiebra de las relaciones de poder entre Buenos Aires y el interior que acaece con posterioridad a Caseros. Son hipótesis que colindan peligrosamente con la historia-ficción, lo sé, pero que deben ser formuladas, porque los desarrollos sociales no se dan sólo a partir de categorías económicas de carácter rígido, sino también a partir de la voluntad que los núcleos dirigentes tengan para interpretar lo que se incuba en ellas y la posibilidad de precipitar su desarrollo. (2)
Un escarmiento
Hubo un punto en el mapa donde una opción parecida fue puesta en práctica. Por desgracia, sobre una base social y geográfica muy reducida y enclaustrada, por voluntad propia, en un rincón del continente. El Paraguay del Dr. Francia y de los López fue una tentativa de desarrollo autónomo hasta cierto punto brillante, pero condenada por su localismo y por la desconfianza del primero de sus mandantes respecto a la posibilidad de ser arrastrado al tumulto de las guerras civiles en que se sumía el Plata. Erigido sobre la base de una estructura económica generada por los jesuitas y que estuviera en sus orígenes dirigida al autoabastecimiento y a la construcción de una Utopía evangélica en solitario, el Paraguay del Dr. Francia se basaba en una hipótesis aislacionista. No podía salir de su enclaustramiento sin ingresar a la guerra civil que consumía a las provincias del Plata y sin enfrentarse a Buenos Aires, que lo encerraba con su control de la desembocadura de los grandes ríos navegables que iban a dar a la mar. Haciendo de la necesidad virtud, Francia prefirió el encierro a la aventura de la historia. Su país habría de pagarlo muy caro después, cuando esta lo alcanzó décadas más tarde. El tardío intento de Francisco Solano López de salvar al Paraguay jugando al Bismarck del Plata, ingresando a la liza continental para intentar preservar la independencia uruguaya de la agresión brasileña, se sellaría en una catástrofe mayor, patrocinada y llevada adelante por los gobiernos de Río de Janeiro y Buenos Aires. Ya no había márgenes de maniobra: el interior argentino había sido puesto de rodillas después de Pavón y sólo podía suministrar su simpatía y algún alzamiento montonero para solidarizarse con Paraguay. Pero la suerte estaba echada. Como dice Jorge Abelardo Ramos en su Historia de la Nación Latinoamericana: “Detrás de la oligarquía porteño-brasileña actuaban los intereses mundiales del imperio británico en su pugna por la división internacional del trabajo y el control del mercado interno de América latina”. Era una conjunción demasiado fuerte para superarla.
La guerra del Paraguay terminó de cerrar una peripecia histórica cuyo destino se había determinado mucho antes. América latina era un mosaico de pseudo naciones, el interés británico había triunfado en todas partes, salvo en aquellos lugares del continente donde el imperialismo norteamericano, una vez resuelta en sentido positivo la cesura entre los estados en su propia y feroz guerra civil, y ya avanzada la conquista del Oeste, se aprestaba a prestarles una atención preferente. Era la hora del “¡pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”, frase con que Porfirio Díaz definiera lapidariamente la situación de su país y que puede calzar, por extensión, en la generalidad de los países del hemisferio occidental al sur del Río Bravo.
El tema del protagonista histórico
Desde 1810 e incluso desde 1910, sin embargo, las coordenadas han cambiado. El Brasil, hasta no hace muchos años un factor que crecía de espaldas al continente y que visualizaba a la Argentina como un obstáculo a una hegemonía fundada en la asociación con Estados Unidos, sabe que su propia supervivencia reside en su capacidad para juntarse con sus vecinos para ejercer un liderato eventual, pero no para hegemonizar nada.
Uno de los obstáculos mayores para propulsar, en la hora de la Independencia, la unidad del subcontinente, las enormes distancias geográficas, está potencialmente anulado por los medios de transporte modernos, a la vez que la comunicación electrónica garantiza un intercambio instantáneo de puntos de vista entre una muchedumbres de agentes políticos y entre el pueblo llano mismo. El trabajoso peregrinar de América latina desde la Independencia hasta acá demuestra su unidad sustancial. Al menos para esto han servido los reveses por los que hemos tenido que pasar, similares de uno a otro extremo del mapa. Nuestra unidad está determinada por la identidad cultural e idiomática –el portugués, en suma, es otra de las lenguas ibéricas, inteligible sin gran esfuerzo por todos, así como lo es el español para los brasileños-, y la evidencia de las ventajas de la complementariedad económica, cae de su peso.
Sin embargo sigue persistiendo el problema que enfatizamos un poco más arriba: el de las posibilidades latentes (que hoy son ya mucho más que latentes) que no encuentran la figura o la herramienta social capaces de movilizarlas. ¿Qué ocurre con el protagonista histórico en el cual debería encarnarse esta aspiración?
El núcleo del problema es cultural y comunicacional. No se pasa tanto tiempo a la sombra de un tutelaje imperial sin que se produzcan graves distorsiones psicológicas en los grupos intelectuales que deberían acaudillar el proceso. De hecho, este ha sido el factor que más gravitó en los sucesivos fracasos de los movimientos populistas que intentaron reflejar las necesidades del pueblo llano y en cuyas torpezas está presente la ausencia –si se perdona el oxímoron- de unos cuadros que debían ser suministrados por una vanguardia intelectual crecida al conjuro de una estructura nacional integrada. Cuba, tal vez, ha sido la excepción a esta regla de hierro, pero el cubano es un proceso muy peculiar, difícil de reeditar: Estados Unidos jamás volverá repetir el error de consentir y hasta alentar un movimiento de esas características porque, allá a finales de los ’50, parecía reducible al clásico sarampión radical de la juventud universitaria. Lo exiguo de la base geográfica y económica cubana y el fracaso en intentar exportar su revolución a escenarios más complejos, pone de relieve los límites de su generosa experiencia.
Pero no desesperemos. Cuba sigue en pie, y sobre todo la devastación neoliberal –que se valió de una previa represión implacable para actuar con impunidad-, es antagonizada por todos los sectores políticos y sociales que no se encuadran en el marco de la dependencia. A esto se suma el hecho de que se están construyendo organismos supranacionales en toda Suramérica –Mercosur, Unasur- con miras a una integración regional capaz de liberar nuestras fuerzas. La disparidad entre el momento de la Independencia y el presente no puede ser más grande. En 1810-1825, había una distancia tajante entre las aspiraciones ideológicas y las pretensiones jurídicas, y una infraestructura económica y social que se asentaba sobre una base demográfica exigua, en buena parte sometida a una explotación semi-servil, cuando no directamente esclavista. Hoy no somos menos de 400 millones y tenemos a disposición espacios y recursos inmensos, accesibles para los instrumentos de la tecnología moderna. No hay fracturas étnicas ni confesionales de bulto, por mucho que ciertos organismos internacionales y los idiotas útiles que los siguen intenten fomentarlas so capa de un pretendido humanitarismo indigenista. Los obstáculos son sobre todo ideológicos, fruto de nuestro crecimiento cojo y de la distorsión cultural que produjo, pero gradualmente, a pesar de la capacidad de desinformación que el sistema ejerce a través del cuasi monopolio de los mass media, está comenzando a ceder.
El protagonismo histórico puede ser desempeñado por las jóvenes generaciones que comprendan la dialéctica de nuestra historia. A partir de allí se podrán ir organizando fuerzas que ya están presentes, aunque carecen de una dirección clara para orientarse. Las masas van a responder a ese discurso. Hay que aprovechar la oportunidad. Esto no significa que podamos hacer que las cosas cambien de la noche a la mañana, sino que hay que rebatir la narración dependiente de nuestra historia con una batalla cultural que acompañe a las políticas de integración económica, mediática y de defensa. Las amenazas que se diseñan contra nosotros son grandes –la incombustible Gran Bretaña, por ejemplo, en estos momentos está diseñando junto a Estados Unidos una reivindicación austral que vedaría u obstaculizaría a los países del Cono Sur el acceso a los recursos de la Antártida-, pero en la medida en que un bloque conformado por Brasil, Argentina y Chile se oponga unánime y resueltamente, ese proyecto será de difícil concreción.
Las disputas de campanario (el conflicto del Beagle, el antagonismo argentino-brasileño, la actitud trasandina en ocasión de la guerra de Malvinas), son capítulos que pertenecen a la historia de la América latina balcanizada. Parafraseando a Marx, son fantasmas que pesan sobre la identidad de los iberoamericanos vivos. Exorcizarlos no debe ser tan difícil: bastará que nos movamos, desde una comprensión crítica de la naturaleza de los fracasos que nos afligieron, hacia la luz del día.
Notas 
1) El error inicial de Bolívar fue el de pretender fundar una especie de República aristocrática, apoyándose en las clases criollas privilegiadas (los “mantuanos”), descuidando a las castas de color. Ello determinó que estas se mantuvieran indiferentes a la revolución o reaccionaran violentamente contra la misma, pues veían que sus antiguos opresores reeditaban, con otros oropeles, la opresión originaria. De ahí provino el arraigo popular del español Boves, que puso a la revolución al borde del abismo. Para gozar de un relato vibrante de las luces y sombras independencia venezolana conviene leer la novela Las lanzas coloradas, de Arturo Uslar Pietri y, muy en especial, Boves, el Urogallo, de Francisco Herrera Luque.


2) En la espléndida biografía de San Martín escrita por Norberto Galasso, este realiza una aproximación muy interesante de las oscilaciones de la relación entre el Libertador y los caudillos, en el marco de la mutua repulsión que existía entre el Libertador y Rivadavia, exponente máximo del unitarismo porteño. Norberto Galasso: Seamos libres y lo demás no importa nada. Vida de San Martín. Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2000, págs. 453-463.

Is the populism estupid. II

0 nos acompañaron

Mi amigo el Suizo nos manda ésto en respuesta al post anterior, se que no es facil:


Le agradezco a Charly la invitación a su blog.
Soy Stefan Widmer y me dedico desde hace muchos años al análisis de sistemas, llegando a la conclusión que los sistemas en realidad solo existen como producto de nuestra entelequia que busca sistematizar al orden en el cual esta inmerso.
El tema es largo y estoy escribiendo un libro sobre el mismo, titulado: La consciencia es la Flor.
Se trata sobre economía, concepto que debe entenderse como el Ser del Ente.
Algo mucho más complejo que lo que nosotros reconocemos como economía a través de nuestro sistema capitalista.
(Todos los sistemas económicos humanos de actualidad son capitalistas, desde el Marxismo hasta el Neo-liberalismo).
Lo que me gustaría agregar, tal vez como sugerencia es, que el verdadero populismo es una manifestación económica, no sistémica, en sus formas más puras, de carácter no-capitalista.
Es una formulación similar como la que se presenta en el orden económico de la Naturaleza.
Con Naturaleza me refiero a todo lo que aparenta existir y permanece en Ser en cualquier sitio del universo.
El populismo en ninguna de sus expresiones es sistémico.
Es un orden que se construye constantemente sobre cinco estados simétricos que producen tres tipos básicos de reciprocidad.
Estas simetrías modifican sus nexos recíprocos en forma permanente.
Estas modificaciones surgen mediante una sexta formulación simétrica, la asimetría, que representa demandas de entropía respecto al plano del orden que las emite.
Ofertas y demandas son asimetrías por igual.
El populismo es una comunicación que se materializa permanentemente de las formas mencionadas.
(Ser del Ente = Economía).
EAS: Pág. 42
Transformación, Comunicación y Coordinación
en la Ecología Absoluta del Ser (EAS)
Todo lo existente es susceptible a transformación.
Toda transformación surge de una comunicación.
Toda comunicación depende de una coordinación.
Toda coordinación expresa una voluntad.
Toda voluntad es una creatividad.
Toda creatividad nace en una necesidad.
Toda necesidad es una disponibilidad.
Toda disponibilidad es un disparador.
Todo disparador proviene de un cuerpo.
Todo cuerpo es una necesidad.
Toda necesidad es una disponibilidad.
Toda disponibilidad es una comunicación.
Toda comunicación provoca una coordinación.
Toda coordinación genera una transformación.
Toda transformación modifica todo lo existente.
*se sustituyó la palabra “corporidad” por la palabra “cuerpo”                                       Stefan Widmer

Is the populism estupid. I

3 nos acompañaron

Nada mejor que el Political compass para visualizar cómo ve el mundo angloparlante la torta política, Europa, no escapa a esta concepción.
Veamos que dicen:
En la introducción nosotros explicamos lo inadecuada que resulta la línea izquierda –derecha.

Si tenemos que reconocer que esta es ecencialemnte una línea económica está bien , así como está. […] Eso trata con la economía, pero lo social también importa en política. Ese es el caso donde la sola escala izquierda-derecha no se adecúa por si sola. Por eso nosotros agregamos una (línea más), renqueando posiciones entre autoritarismo extremo y libertarianismo extremo. (Que entiendo como un anarquismo liberal individualista extremo).
Allí su gráfico allí su visión. Ahora miremos este gráfico de mi amigo Stefan Widmer que explica mejor esta cuestión del gráfico de arriba.
Stefan describe una pirámide partida al medio entre Izquierda y Derecha en su cima el poder central, en su interior, el gobierno como articulador entre los dos alas enfrentados. Lo que la pirámide deja claro que está es una metáfora de la pirámide capitalista. (Esta le va a gustar a RIB)
Sin embargo ninguno de estos modelos con basamento en el materialismo en su fase capitalista sirve para describir el Populismo y como una buena punta para empezar a hablar podríamos a recurrir a Ernesto Laclau para una definición, aunque todos lo putean, todos critican su trabajo por incompleto pero es lo que hay. Y habrá que reconocerle que errado o no, el tipo se jugó y en su teoría tiró una definición de lo populista que por cierto es novedosa, o al menos rescató el término de sus excretales connotaciones.
Es Abel el que inicia el debate, chicanas al margen, dice:
Mi amigo y bloguero emblemático Artemio López insiste desde hace mucho tiempo que el peronismo es un populismo. Con el bagaje cultural que le da su predilección por autores franceses y/o afrancesados, y una tendencia a bajar línea ortodoxa que, imagino, le quedó de su breve paso por Guardia, ha desarrollado ese concepto en posts antológicos como éste.
Yo estoy de acuerdo, en una primera aproximación. En una segunda… empiezo a matizar un poco el concepto. Pero explorar el asunto en profundidad es un desafío que hoy no estoy dispuesto a encarar. Lo único que quiero hacer en este post es marcar que el populismo es una categoría - estudiada, discutida, rica – política. No es económica. No sirve para clasificar políticas económicas. Aunque se use como insulto por los adversarios de algunas políticas, y los que las defienden se sienten tentados a levantarla como bandera… no sirve para eso.
Desde la óptica de Abel B la línea izquierda derecha descripta al principio de este post NO serviría para clasificar los populismos realmente existentes, mucho menos los modernos. Recomiendo seguir leyendo el post de Abel escrito es esa prosa de traje y corbata que tiene y que a mi nunca me sale, no tiene desperdicio. Solo voy a lo que interesa acá:
Mi posición es práctica: esos “relatos”- que giran sobre el enfrentamiento de dos proyectos - no son una forma útil de analizar las políticas económicas argentinas. Ojo, no digo que no haya habido proyectos en pugna – los hubo y los hay. Y acepto que, a grandes rasgos, podemos agruparlos en dos bandos. Pero los proyectos se definen por los objetivos, y el hecho fundamental de la experiencia económica argentina en el siglo XX es el fracaso relativo de todos los proyectos.
Tengo que precisar lo que acabo de decir: Hubo logros irreversibles. El radicalismo irigoyenista consiguió la incorporación de las clases medias a la vida política y al Estado, y creó una legitimidad democrática que nunca pudo ser desterrada (la patética frase de Galtieri “Las urnas están bien guardadas” desnuda claramente que, al final, siempre fueron inevitables). El peronismo consiguió la incorporación de los trabajadores, y – cuando, décadas después del primer peronismo, la economía “integrada al mundo” empezó a marginar sectores sociales - hizo que también éstos fueran sujetos políticos. Esas transformaciones cambiaron Argentina para mejor, y para siempre. Aunque el radicalismo no logró su ideal de una democracia “a la uruguaya”, ni el peronismo realizó su comunidad organizada.
El fracaso que me refiero es el de las diversas políticas económicas en su conjunto, y se miden por el único criterio válido, los resultados.  Argentina creció menos en el siglo pasado que los países con que se comparaba y que algunos con los que no. Creció mucho menos que Brasil; mucho menos que Italia y España; muchísimo menos en la segunda mitad del siglo que los países del Este de Asia… Ese crecimiento se mide en infraestructura, en potencia industrial, en educación y servicios sociales… En este último aspecto, la brecha no es tan grande, gracias a que ha sido un valor irrenunciable para nuestras fuerzas políticas populares. Pero no hemos mantenido los niveles a los que habíamos llegado. Y esos niveles dependen, en última instancia, de los recursos con que un país cuenta.
Pero si esto es así como dice Abel por qué jode tanto una visión de mundo no basada en la economía, es necesario investigar esas posibilidades, más para nosotros los que ya pasamos los cincuenta y que no nos creemos más las cuotas de Garbarino o el crucero en la Bahamas.
En este primer post queremos tomar la posta de la mojada de oreja que hizo Abel al mundo bloggero, queda planteado el debate si el populismo es una “metodología” politico-económica o simplemente, y despojándose de toda connotación económica, analizar al populismo como algo independiente de ella.

Se afirma "La Lastiri"

1 nos acompañaron

A Danielito uno le pone onda, de verdad lo quiero querer, despúes de todo uno se ha comido cada sapo, pero ¿esto? Al autor no le gustan mucho los nacionalismos, ni los populismo, ni los peronismos

Está bien darse cuenta tarde que tiene un grave problema de comunicación, pero que se fije con quién se mete, reeditarle un libro que ya tiene sus años, y que su mayor divertimento es pegarles a tipos como Danielito, Cristina: tetas que le han dado de mamar, como si en el país no hubiera tipos con tanta o más capacidad que él. Lo secundan:

Introducción necesaria al post de Manolo

0 nos acompañaron

Sobre este post de Manolo
Los Papeles de Walsh son una serie de documentos rescatados en 1979 y dados a conocer mano en mano, llevaban esta introducción

INTROOUCCION
O PI AS de los escritos que hoy publicamos han circulado de mano en mano entre la militancia
montonera este último año.
Así comenzó a quebrarse el silencio con que la OPM intentó cubrir esta manifestación de
pensamiento crítico surgido en su seno.
Esta actitud de pretender acallar las opiniones que se alzaban contra una poi (tica insensata,
ha sido una constante burocrática que se acentuó a medida queJa situación general de
la O PM empeoraba. Pero, ni aún cotocándo nos en la óptica sectaria de quienes oc u Ita ron estos
documentos se entiende porqué para los censores merecieron igual tratamiento la "Carta
a los amigos", o la nota sobre la muerte de Paco U rondo. Misteriosa lógica preside el ingreso
de un texto allndex de la OPM.
Han pasado casi tres años desde que estos apuntes fueron hechos, sin embargo las respuestas
que ofrecen conservan toda su vigencia. Se hace inevitable pensar que si las rectificaciones
sugeridas, se hubieran llevado a cabo, otra serl'a, quizás, la situación del peronismo
montonero. Na podemos, en consecuencia, ocultar la amargura, pero a pesar de ello afirmamos
que ningún resentimiento faccioso nos inspira. Por el contrario, lo que nos impulsa es la
firme convicción que el intento de detener fa fucha ideológica, aparte de reaccionario, resulta
tan inútil como tratar de barrer la marea con una escoba.
La difusión de estos escritos constituye un aporte al ampl1o debate que el peronismo revolucionario
necesita.
Ese debate junto con la lucha concreta contra la dictadura, por los medios que cada cual
tenga a su alcance, constituye la substancia misma de la práctica revolucionaria posible y ne·
cesaría hoy. O icho de otra forma : la participación en la resistenc ia, debe ir necesariamente
acompañada de la reflexión, de ta búsqueda de respuestas originales que impidan la reitera·
ción de los errores que nos llevaron a la situación actual. Pero la reflexión pura sin una acción
concreta, por modesta Que ésta sea, contra la dictadura, corre el nesgo de degenerar en la
impotencia, la apatía, el derrotismo .
El material que publicamos es lóg 1camente fragmentario . Se trata de una serie de aportes
cr iticos a los documentos de la conducc i ón de la O PM, incluyen tamb ién dos cartas, una a su
hija, Mada Victoria, otra a sus am i gos, sobre la muerte de ésta y finalmente una nota sobre la
muerte de su amigo y compañero, Franc 1sco Urondo. En conJunto const ituyen una aguda re·
flexión sobre la poi ít1ca de los Montoneros, inmediatamente anter ior al golpe y durante el
primer año de dictadura . Los ejes pr inc i pales en torno a los cuales se desgranan sus crl'ticas,
son hoy conocidos, sin embargo , el momento en que las plantea, la brillantez de sus conlusiones
, la austeridad tJel lenguaJe, la humildad QUe trasuntan , habla de la calidad polt'tica y hu mana
de Walsh, que no se contoTTna con señaJar los err o1PS sino que ofrece alternativas, propone
soluciones .
Nosotros nos hemos limitado a poner algunas referencias marg inales que ayudarán a su
comprensión, sobre todo a aquellos compañe ros que no conocen el lenguaje m terno de la OPM.
La lúcida apreciación de Walsh sobre nuestras vicisitudes y sus causas, pone una vez más
de manifiesto su consecuencia de hierro con la principal responsabilidad del revolucionario :
no renunciar' Jamás a pensar toda la revolución,
Walsh no pertenece a tal o cual fracción: su lucha, su obra , son patrimonio de todo el
pueblo peronista, en especial de su clase obrera, a cuya liberación consagró su vida .

¿En qué andan los muchachos de Otpor?

2 nos acompañaron

Se acuerdan de los chicos y chicas de Otpor
Pusieron un negocito y exportan revoluciones, ahora se llaman CANVAS



Acá otro videito interesante

Del 11M al 14M

0 nos acompañaron

A propósito del Apagón informático de Movistar es buen recordar el poder de las redes



Escribir para avanzar contra la propia estupidez

0 nos acompañaron

Revista Marcha entrevista a la compa Silvia Adoue,
Cultura
Miércoles, 28 Marzo 2012 00:00

    Escribir para avanzar contra la propia estupidez

    Por Dafne Melo. Marcha entrevistó a la profesora Silvia Adoue, quien comenta los procedimientos comunes existentes en las obras de Rodolfo Walsh, desde los primeros cuentos policiales a su obra periodística.

    “Para él, los hechos esconden e insinúan, dan pistas. Hay una verdad ocultada por el relato hegemónico y que es preciso que salga a la luz. La principal tarea de Walsh será revelarla”. Así define Silvia Beatriz Adoue parte de los procedimientos que Rodolfo Walsh usó para construir su poética.

    Adoue, argentina radicada en Brasil y profesora de literatura hispanoamericana en la Universidad Estadual Paulista (Unesp), se dedicó a estudiar la obra del periodista, escritor y militante en su doctorado, transformado posteriormente en un libro publicado por la editorial El Colectivo, en Argentina, con el título “Walsh, el criptógrafo – escritura y acción política en la obra de Rodolfo Walsh”.

    La autora rescata una historia de Walsh en Cuba, en 1961, cuando el periodista Jorge Masseti le entregó un telex, un mensaje cifrado recibido por casualidad en la agencia de noticias Prensa Latina, de la cual fue uno de los fundadores. Con la ayuda de un libro sobre comunicación cifrada, Walsh descifraría la información, descubriendo que se trataba de un mensaje de la CIA con informaciones sobre la invasión en la Bahía de los Cochinos.

    “Lo curioso es que, al descifrar el mensaje, percibe que, conociendo o no el oficio, no hará otra cosa en su vida”, escribe Adoue. Para ella, Walsh siempre buscó conectar elementos de la realidad que a él se mostraba -tanto como periodista, militante o escritor- y a partir de ahí crear una sentido, una propuesta interpretativa no solamente para ser mostrada a la sociedad, sino también para sí mismo. A continuación la entrevista con Adoue.

    -¿Por qué elegiste elegiste destacar la idea de Walsh como "criptógrafo"?

    - Uno siempre indaga al pasado para buscar alguna respuesta a los desafíos del presente. Creo que es lo que más podemos aprender con Walsh, a desentrañar los indicios presentes en la realidad. Walsh leía la realidad como quien observa un océano opaco con algunos puntos de transparencia. Esos puntos de transparencia revelaban verdades de profundidad. La cuestión era saber identificarlos y, después, saber leer, con lentitud y paciencia. Es lo que hizo Walsh en su trabajo de periodista investigativo y militante, en su labor de inteligencia, en su reflexión.

    -¿Qué se puede encontrar de común entre las producciones periodísticas y literarias de Walsh?

    -Walsh ensayaba formas, las más adecuadas para comunicar. Pero, antes de ser las más adecuadas para comunicar, eran las más adecuadas para entender. Cuando escribía, estaba aprendiendo. El texto y su forma le permitían interpretar. Una metáfora, por ejemplo, producto de un momento de inspiración, es siempre una síntesis que permite una economía de sentidos. Esa escritura era, por lo tanto, un método de conocimiento. Algo parecido al método de la "escritura automática" de los surrealistas, basada en presupuestos psicoanalíticos. Walsh se interesó en el psicoanálisis. La escritura es, muchas veces, anterior a la comprensión. El resultado es que el acto de escribir transforma al escritor y se torna entonces en una experiencia de conocimiento. Walsh decía: "Operación Masacre cambió mi vida. Haciéndola comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior". Esta actitud ante el acto de escribir era tanto para las producciones periodísticas y como para las literarias. Pero impregnaba también sus cartas y sus diarios personales. Algunas de esas formas empleadas en los textos literarios aparecen también en los periodísticos y en los militantes. Esas continuidades van constituyendo una poética de su obra. Inclusive el abandono de una forma, como la de los relatos policiales, corresponde a una nueva perspectiva, más amplia, y, por eso, más política, sobre la realidad y sus determinaciones. No sobre las fatalidades, sobre las determinaciones. Cuando su visión de mundo se estremece, pierde las certezas, eso aparece en la forma de sus textos. Entonces, se deja traspasar por su propia escritura. Por eso él decía: "pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez“.

    -Vos también estudiaste la literatura policial de Walsh, hecha en una época en que todavía no era militante. ¿Esas obras ya contienen algunas de las características que él desarrolla después como escritor y periodista?

    -Walsh comenzó trabajando como traductor y editor de relatos policiales. Se interesó por ellos y ensayó algunos cuentos. El esfuerzo era el de "acriollar" el subgénero. Quería ver si la forma del relato policial permitía narrativas verosímiles en Argentina. La cosa parecía funcionar, pues el Estado argentino se funda sobre el crimen y su escamoteo. La literatura policial se figura la vida como un misterio que precisa ser revelado. Hay una verdad oculta y es preciso desentrañarla. La verdad está oculta porque se trata de un crimen. Entonces, el misterio es un doble crimen: el propio crimen y su ocultamiento. Walsh se aproxima a la vida con la mirada del detective y el exégeta. Uno de los recursos para llegar al descubrimiento de la verdad escamoteada es el testimonio de sobrevivientes y testigos. Pero ése que Giorgio Agambem llama de "testigo integral" no puede testimoniar, o no puede hacerlo integralmente.

    -¿Por qué las víctimas no pueden reconstituir por completo los hechos?

    -La violencia que sufrió, lo destruyó en su capacidad de construir un conocimiento sobre sí mismo, sobre el otro y sobre el episodio traumático. Establecer relaciones causales sobre todo eso es un trabajo que le permite recomponer (a veces, componer por primera vez) su condición de sujeto. El autor se depara con todas estas cuestiones. Investiga y reflexiona. Llegado un momento, cuando Walsh tiene en manos un crimen de Estado, comienza a dudar de las formas del relato policial, que suponen que el bien y el mal residen en posiciones bien claras, bien definidas. Primero pasa del policial de enigma, como el de Conan Doyle, al policial hard-boiled, como el de Raymond Chandler. En éste último tipo de relatos policiales, la cuestión no es descubrir al asesino, sino dónde está el bien y dónde está el mal. Las investigaciones periodísticas, sin embargo, demandan a Walsh que tome partido frente a conflictos que no pueden resolverse con conciliación. Entonces, él toma el partido, de las víctimas primero, y entonces hace algo así como "literatura testimonial". Pero, cuando esas víctimas testimonian, narran, organizan su propia historia en un relato, dejan de ser víctimas y se convierten en sujetos históricos. Walsh ya había tomado partido junto a ellos. Entonces, ya es algo más que "literatura testimonial", ya es "literatura militante". El pasaje de Walsh por la literatura policial se da de esa manera.

    -Muchas veces se refiere a la obra de Walsh como "militante"¿Cómo logra él hacer periodismo y literatura militante sin ser panfletario?

    -Primero, no toda obra militante es panfletaria. Después, hay buenos y malos panfletos. Pero es verdad, la mayor parte de la obra de Walsh no era panfletaria. El panfleto no se detiene mucho en la argumentación, el panfleto es un texto generalmente breve, de carácter propagandístico. Su eficiencia se basa en la claridad, en la brevedad, y en las condiciones de movilización del público lector. Para que un panfleto, aun un buen panfleto, que consigue tocar en la cuerda sensible, tenga buen eco, es necesaria una cierta predisposición activa de los lectores. Escribir buenos panfletos es un arte. Pero Walsh no se dedicaba sólo a eso.

    Sus textos eran militantes porque proponían una reflexión, no llegaba simplemente con una línea ya acabada, el texto crecía con la lectura y demandaba al lector un retorno que no era sólo acción en el sentido mecánico de la palabra. Demandaba un diálogo, una actitud activa también para completar la reflexión del autor, para aportar una perspectiva frente a los acontecimientos. Ponerse en movimiento, no permanecer pasivo, permitía modificar también la perspectiva, tanto del autor como de los lectores. La resistencia peronista fue eso. Un crecimiento de la acción y también de la perspectiva. De la denuncia, la resistencia, a la audacia programática, organizativa y política. El texto militante de Walsh acompañó ese crecimiento.

    -Vos mencionaste una vez que "Nota al pie" es el mejor cuento de la literatura argentina. ¿Por qué?

    -David Viñas decía lo mismo. Un poco para desafiar. Inclusive porque "Esa mujer", también de Walsh, es apuntado por muchos como el mejor cuento de la literatura argentina. Yo creo que la literatura argentina se constituye como un campo de batalla de narrativas sobre la nación. Tanto "Esa mujer" como "Nota al pie" intervienen en ese campo de fuerzas tensionando el conflicto sin resolverlo. Me parecen muy eficientes, del punto de vista estético, literario, pero también del punto de vista político, esas dos características: que tensionen el conflicto y que no lo resuelvan. La forma del cuento se beneficia con la tensión. El cuento es un relato breve con desenlace sorprendente y rápido. Pero para que esto ocurra es necesario que contenga elementos causales del desenlace sin que su presencia induzca a sospechar tal desenlace. La tensión del conflicto, en el caso de los dos cuentos de Walsh, es una tensión de carácter político. Los protagonistas de ambos tienen una posición, pero la tensión no es externa a ellos, los dilacera, no son autómatas. Eso impide que el desenlace ya esté cantado desde el principio.

    -Además bien logrados del punto de vista literario, sus cuentos tienen mucha eficiencia política. ¿Cómo logra eso?

    -La eficiencia política está en la no resolución del conflicto. Si el conflicto se resuelve en el papel, el efecto sobre el lector es tranquilizante y no movilizador, inquietante. Los dos son grandes cuentos. Y los dos tratan, entre otros temas, de la posición intermediaria del intelectual, del escritor, del traductor de oficio. De su deseo de protagonismo que no se consigue. "Nota al pie" introduce un recurso formal de una gran originalidad. Pero esa forma no es simplemente un abuso experimental, una vanidad de escritor, una terquedad vanguardista. El propio recurso y su uso están cargados de sentido dentro del enredo. Habla, sin explicitar en ningún momento, de la posición social del escritor y el del trabajador manual, de la división del trabajo y la explotación. De ese conocimiento no participan ni el protagonista/narrador que escribe la carta reproducida en la nota al pie, ni los personajes secundarios, ni el narrador del texto principal. Sin embargo, la forma permite que el autor y los lectores compartan ese conocimiento. Y ese conocimiento es nada menos que la verdad escamoteada de la explotación, del trabajo alienado. Esa verdad tiene representación material en la división del espacio gráfico y en las formas nobles y subalternas que adquieren los textos de ambos narradores. La tensión entre un texto que reconocemos como una carta, un papel, algo bien concreto, guardado en el bolsillo del protagonista del texto "noble", es la verdad del trabajo humano no reconocido como productor de valor. El recurso es genial y único. Como forma de conto es una singularidad. En ese sentido es difícil compararlo con otros, inclusive con un texto más convencional en su forma, como "Esa mujer".

    El apagón de Movistar

    6 nos acompañaron

    La telefonía celular como su nombre lo dice es una manera de intercomunicación inalámbrica en donde los usuarios se conectan vía radio con una antena que tiene un ámbito de influencia determinado al que se le llama célula. La célula está a su vez interconectada con otra célula con una antena vía microonda o fibra óptica y así hasta llegar a las autopistas de datos que las empresas de comunicaciones tienen.

    clip_image002

    El trasfondo de todo  es que toda esta infraestructura es carísima y propietaria de las compañías que alguna vez invirtieron es ella, caso de CTI en todo el interior (Claro), Telecom en el norte de país con Personal y Telefónica en el sur con Unifón. Movicón era una empresa de los Macris que abarcaba el área metropolitana. Hoy Movicón y unifón se unificaron en Movistar y comparten antenas con Personal cubriendo así todo el país.

    El lector de este blog ya debería saber la diferencia entre una red centralizada ( que tiene uno o mas centros de donde se unen los diferentes nodos como los sistemas Mainframe de antaño) y otra red distribuida con múltiples conexiones como la que se muestra mas arriba. La diferencia de una y otra es que la segunda posee una mayor resistencia a fallo ya que al trabajar en células es mucho mas difícil que toda la red colapse. Tiene esa arquitectura justamente por esa razón NO COLAPSAR.

    Que significa un colapso en la red de Movistar, entonces. Lejos está el perro que volteó la olla y provocó que cayera la palanca. Estos son sistemas informáticos que se operan con SCadas, que son sistema (mímicos) que simulan la red en un soft que a su vez controla los verdaderos interruptores de la red. Lo que sugiere que si hubo un apagón total deben al menos haber sucedido algunos de estos pasos

    1. Apagón de todos los nodos principales distribuidos a lo largo de todo el país, esta operación lleva su tiempo dado el  enclavamiento y la corroboración para que esto justamente NO PASE
    2. Simultaneidad de la orden para que se coordine el apagón.
    3. Planificación de la restitución del sistema, tal vez el proceso mas complejo, ya que debe chequear redundancias y que todo marcha bien.

    Por lo tanto es imposible echarle la culpa a:

    1. Corte de energía,
    2. Falla del sistema (Total)
    3. Impericia en el manejo
    4. Gratuidad de la operación, una maniobra como esta es costosísima, incluso tiene consecuencias impredecibles en lo jurídico-económico. Por ese es un efecto NO DESEADO por la empresa en todas sus formas.

    Conclusiones:

    • La empresa Movistar tiene capitales españoles que hoy se sienten resentidos por el avance sobre YPF
    • EL apagón fue un día feriado, si hubiese sido uno laborable hubiese sido sideralmente mas caro.
    • Toda la operación tardó un mínimo de 3 horas y un máximo de 7 por lo que el proceso de fuera de servicio tardó un mínimo de 3 horas donde 16,7 millones de usuarios quedamos sin servicio.
    • Un tipo de prueba de estas, apagar todo, nunca se lleva a la práctica sino que se modeliza y se ensayan escenarios de colapso para ver cómo reacciona el sistema (solo) contra la falla.
    • Ya hablamos del costo económico y el técnico, para una operación de estas se necesita de la totalidad de la planta humana de Movistar para ir verificando la puesta en servicio. Alguien garpó todo eso y no fue Movistar.
    • Se puede hacer. La prueba fue un éxito, si quieren nos bajan la palanca.
    • Solo sin mensajes de texto la autoorganización que tuvo la sociedad madrileña ante el atentado de Atocha no hubiese podido suceder. Tal vez Aznar seguía diciendo que era la ETA y ganaba la elección.
    • Estamos en manos de no se quién que un buen día, si quiere, nos baja la palanca y minga.
    • Cuando una red social está mediada pro la tecnología, depende de ella, si su accionar es sensible a la sociedad civil, esta corre peligro de estallar en caso de crisis.
    • Ante la crisis, la telefonía celular es la única que garantiza la comunicación mas allá de inundación, terremoto, tsunami, sabotaje, atentado. Solo la mano invisible del que le baja la palanca la puede hacer colapsar.

    La novedad es que el lunes aprendimos que esto podía suceder

    Posts relacionados