Del círculo de baba a la pirámide IV

Luego de recuperar este post de una notebook malograda aquí va esta nueva entrega de la zaga que comenzábamos aquí, aquí y aquí

La puerta de entrada

Hablemos ahora un poco de formas, envolturas y contenidos. Si el círculo era el génesis de lo social, el semicírculo es su primera evolución. Sin embargo nada hemos dicho sobre las capacidades y las limitaciones de estas formas.

El círculo es una forma primitiva autogenerada a la que nada le importa el mundo exterior. Al abrirse hacia él a través del semicírculo, capitaliza su primera evolución: la capacidad de establecer una relación con el entorno, una economía que le permita sostenerse en el tiempo y evolucionar. Cuando internaliza todo esto aprende que existe un afuera que provee y satisface las necesidades internas, y que así como provee, entiende que esas capacidades de disponibilidad son siempre finitas y como tales deben ser administradas para dentro de la comunidad, con la misma lógica de siempre, esto es que se repartan universalmente a todos para satisfacer sus necesidades internas; y también para fuera, para mantener una ecología con el entorno.

Esto tiene dos problemas intrínsecos, el manejo de la distribución interna (difusión), en línea con la necesidad de que se cumpla con la propiedad de ergodicidad en tiempo y forma; y el intercambio con el medio, a través del cual ingresa y se excreta lo que se introduce y se procesa dentro del seno de lo social.

Si el círculo tenía una única operación: la de Pull, (atraer hacia sí los recursos necesarios), el semicírculo además se diseña en función de la operación del Push, (todo lo que debe expulsar una vez procesado), y no solo eso sino que internamente deberá cumplir con la difusión de lo incorporado. Si en el círculo solo había Pull, en el semicírculo hay Push - Pull y difusión.

Entonces el problema esta vez es alotrópico, se debe conservar una relación entre superficie y volumen tal que permita el intercambio con el exterior (a través de la superficie) y que sea capaz de asistir ergódicamente a su interior (su volumen). Se deberá cumplir entonces con la ley constructal, como lo analizábamos en El siglo de la fraternidad. Por lo que el punto de ingreso, la puerta, pasa a tener un lugar preponderante porque es el que media entre lo exterior y lo interior. Es el punto de a partir del cual se difunde hasta ocupar todo el volumen, la interfase de comunicación entre el adentro y el afuera, y como se verá, lo que determina lo que llamaremos “la clase”.

Pero antes debemos hacer una salvedad sobre ese punto de impacto al que Marck Grannoveter caracterizaba como la fortaleza de los vínculos débiles”. En realidad no hay un solo punto de mediación entre el interior y el medio, hay o mejor, debería haber varios, muchos, tantos como sea necesario para llevar a cabo esa operación, incluso cada miembro de la red social puede ser un punto de ingreso. Esto en general no ocurre ya que cada punto se especializa en algún tipo de interfase de intermediación con el exterior determinada y en consecuencia la mediación se canaliza por el punto especializado, o si se quiere individualizado. Si así no ocurriese y toda la relación con el exterior es mediada por una única puerta o interfase, estaríamos ante una estructura de semicírculo cristalizada en donde el punto de ingreso es siempre el mismo y también en dónde el último en recibir siempre será el mismo, lo que dará como resultado una estratificación social que viola la propiedad de ergodicidad, esto es que todos tengan la misma probabilidad de recibir en tiempo y forma.

Una sociedad fraternal es aquella que tiene correctamente diseñados sus canales de distribución interna, que media de una manera dinámica con el exterior, pero que aún no ha tomado conciencia de que el entorno tiene peso como entidad finita. Para la sociedad fraternal el medio es una gran teta proveedora, una fuente inagotable, por lo que esta vez la asimetría no se establece internamente sino con el exterior.

A poco de andar la fraternidad se da cuenta que no puede seguir creciendo indefinidamente por los motivos ya expuestos, dado que de hacerlo podría dejar de ser ergódica debido a una inadecuada relación alotrópica entre su tamaño y su interfase con el exterior. Entonces en ese momento se convierte en clase cuando a partir de un crecimiento dado se divide en familias, en otros grupos sociales (otras clases), constituidos de forma muy similar a las originarias, que son prolongaciones o continuaciones autónomas de las primitivas.

De esta forma la clase toma conciencia de sí, discrimina entre familias, establece un anterior y un posterior, con lo que se configura una historia y con la historia otro tipo de simetría, la simetría fractal de la que ya hemos hablado.

Por lo que ahora tenemos un grupo social fraternal conciente de sí que se vincula con el medio de una forma económica y que es capaz de relacionarse no solo internamente (fraternalmente) sino con clases similares, en donde si bien los intercambios son menos frecuentes que con los internos, en muchos casos son obligatorios, ej. Una agente para contraer nupcias debe elegir otro de otra clase por motivos de hibridización de sangre y por qué no también de tabú en el género humano.

Es en este punto donde nos distanciamos de nuestros primos los primates. Las familias de los simios se reducen a la cantidad prevista por el Numero de Dunbar, si bien la familia humana respondería también a este principio, es sabido que ante determinadas circunstancias donde lo que se intercambia no es solo material o meramente afectivo sino que es de otra índole como del tipo emocional o informacional, los grupos humanos se asemejan mucho más al los conglomerados como el de los insectos, lo que nos aleja del comportamiento familiar gregario de los primates y nos asemeja con las hormigas.

La clase social, así definida, no establece una estratificación social a partir de jerarquías económicas que vienen impuestas desde afuera, como lo definen Marx o Weber, sino que deviene de la economía interna de cada clase, ésta es la que decide cuándo y cómo dividirse, como se divide un fractal en un nuevo fractus estableciendo una nueva rama, una nueva familia. Incluso las clases sociales pueden, ante determinadas circunstancia actuar como si fuesen una sola. Al conjunto de clases lo llamaremos sistema social.

Resumiendo, el semicírculo que ha aprendido a interaccionar con el medio y a distribuir internamente, también ha aprendido las capacidades y las posibilidades de ese intercambio de flujos con el exterior, para lo que deberá optar por una estrategia de relación económica con el medio. Cuanto mayor sean las posibilidades de que ese intercambio sea un proceso ecológico mayor serán sus probabilidades de sobrevivencia.

La potencialidad y la resiliencia serán las dos variables que deberá manejar para volverse sustentable. La potencialidad se establece automáticamente cada vez que se crea una clase, hay un potencial máximo que emerge del diseño de la misma, este surge de la eficiencia en el aprovechamiento interno de los recursos disponibles en el medio. La resiliencia, en cambio, es la posibilidad de cohabitación y de intercambio entre clases y sistemas diferentes en un mismo espacio-tiempo. Por ejemplo cuando una clase (sistema), para aumentar su potencialidad le resta recursos a las clases (sistemas)  vecinos, lo que está haciendo es quitarle posibilidades de sobrevivencia a la otra clase (sistema) por lo que a su vez restringe sus propias posibilidades resilientes al disminuir la diversidad. Ante condiciones de entorno muy extremas para las cuales una clase (sistema) no esté altamente especializada, al no contar con la posibilidad de asociación o de intercambio con otras clases (sistemas), debido a la especialización necesaria para aumentar el potencial, el riesgo de colapso se hace más devastador. Por ejemplo el caso de la dependencia económica a causa de la sojización en la Argentina, ante el fracaso de una cosecha, el daño económico sería muy profundo, o el otro ejemplo es la gran hambruna de Irlanda debido a la invasión de la roya en el monocultivo de la papa en ese país en el siglo XIX.

El círculo deformado y deformante en sucesivos y alternativos semicírculos busca aparearse y asociarse con otros círculos deformados deformantes y en otros tantos semicírculos, en conjunto forman una tela viva y ecológica, la tela de la vida, un sistema social que pretende sostenerse en el tiempo.

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