El siglo de la fraternidad 7-El nacimiento de la Fraternidad – Tercera parte

Se hace necesario explicar un poco cómo llegar desde nuestras propias definiciones de fraternidad a las que nos presenta el diccionario; porque este último resume en hermanos o hermandad los significantes que devendrán en fraternidad. El camino a seguir entonces sería desgranar el significado de hermandad, pero para hacerlo sin caer en la recursividad propia de un diccionario se hace imprescindible volver al contexto original de donde partimos cuando comenzamos a interesarnos por la fraternidad. Oportunamente citamos a Juan Urrutia Elejalde en su intento por definir un núcleo comunitario que sirva de base a una comunidad de interacción directa, en su caso para establecer mercado.

Es Urrutia Elejalde quien usa el concepto de Fraternidad desarrollado en su libro “El capitalismo que viene” cuando dice que esa ligazón primaria es naturalmente propia de la red y que la solidaridad, el bien común, etc. vienen después y es desde allí que influyen. El “gusto por estar juntos” que provee la Fraternidad está dado en función del conocimiento y la confianza que los agentes puedan construir como algo común a ellos y frente a algo ajeno a ellos. Explica que la fraternidad no es ni solidaridad ni de igualdad de oportunidades; estas últimas se dan entre los agentes y parten de ellos o sea que son inherentes al agente, a su propiedad privada, y que es desde allí que influyen en el comportamiento de la red. En cambio, sostiene que la fraternidad es innata dentro del funcionamiento de la red, como un instinto de supervivencia de la red o de la autorreferencia.

 

En un texto de su libro: “Política de un rebelde”, Michel Onfray relata la tragedia de los campos de concentración en donde los seres humanos son sometidos sistemáticamente a lo más bajo que la condición humana podría soportar, encuentra que es allí donde se pone verdaderamente de manifiesto su identidad,  que podríamos resumir en esta frase:

“El campo de concentración olvidó al hombre, celebró al sujeto, tornó improbable a la persona y puso de manifiesto al individuo”

Como señala de una manera descarnada:

Devastados por los furúnculos, destruidos por el ántrax, las heridas hormigueantes de gusanos, la carne devorada por los piojos, la piel violeta, agujeros que horadan la cara, la sangre consumida por los parásitos, los miembros helados y podridos, rapados, sin pelos, forzados cada día a bailar una danza macabra hasta el agotamiento, hasta la postración, incluso hasta que la muerte invada finalmente y para siempre el cuerpo: hasta en estos extremos el cuerpo del hombre triunfa en el lugar inexpugnable de su humanidad.”.

¿Y que es el cuerpo del hombre? ¿Es su jerarquía, es su rango social, es su historia, es un nombre o una personalidad? El cuerpo es la materialización de lo que hubo primero, lo que emergió de la madre, lo parido, lo autopoietizado, lo autoorganizado, y como tal da identidad, ya que ese rasgo de nacimiento perdura hasta la muerte. El cuerpo es un holón, que, si bien es una totalidad en si misma, es una parte del humano como tal. Es el cuerpo el que mantiene la vida, no su status social, es el cuerpo el que intercambia los flujos materiales con el medio, el mismo que heredamos de los monos, el mismo que interactuará socialmente con otros cuerpos para heredar de los grandes conglomerados los comportamientos sociales.

 

Según Onfray esta afirmación por la negación del sujeto demuestra, de alguna manera, un intento de negación del individuo. Onfray analiza cada uno de estos conceptos referidos a los hombres y las mujeres y nosotros los tomamos para aclarar algunas confusiones que surgen a partir del uso político que se hace de ellos.

 Todas las políticas apuntaron a esta transmutación del individuo en sujeto: los monárquicos en nombre del Rey, imagen del derecho divino, representante del principio de unidad celestial en la Tierra; los comunistas, en virtud del cuerpo social pacificado, armónico, sin clases, guerras, ni contradicciones, resuelto, en definitiva, bajo el modo monoteísta; los fascistas, en aras de la nación homogénea, la patria militarizada y sana; los capitalistas, obsesionados por la ley del mercado, la regulación mecánica de sus flujos de dinero y de los beneficios fáciles.

En esos mundos donde triunfa el culto de los ideales, universales generadores de mitologías -totalitarias o democráticas-, el individuo resulta un dato desdeñable. Se lo tolera o se lo celebra sólo cuando pone su vida al servicio de la causa que lo supera y a la cual todos consagran un culto: el Prelado, el Ministro, el Militante, el Revolucionario, el Funcionario, el Soldado, el Capitalista brillan como auxiliares de estas divinidades celebradas por la mayoría

Esa manía de nombrar, personalizar, sujetar, categorizar, tildar de…. Referente al sujeto dice:

Del sujeto podemos decir, desgraciadamente, que ha sido exacerbado en esta época y en estos lugares. Define al ser por la relación y la exterioridad, negándole una identidad propia que se le atribuye solamente por y en la sumisión, la subsunción a un principio trascendente, superándolo: la ley, el derecho, la necesidad o cualquier otra cosa que incita a hacer la economía de sí en provecho de una entidad estructurado por su participación, su docilidad. El sujeto es siempre de algo o de alguien. De modo tal que siempre encontramos un sujeto menos sujeto que otro, en la medida en que, apoyado sobre el principio en cuestión, uno se siente incesantemente autorizado para someter a otro: el juez, el político, el docente, el prelado, el moralista, el ideólogo, todos aman tanto a los sujetos sometidos que temen o detestan al individuo, insumiso. El sujeto se define en relación con la institución que lo permite, de ahí la distinción entre los buenos y los malos sujetos, los brillantes y los mediocres, es decir: aquellos que consienten el principio de la sumisión y los otros. Con su preocupación por la conciencia que se rebela y no acepta, Antelme recuerda que un sujeto no se define por su conciencia libre sino por su entendimiento sometido, fabricado para consentir la obediencia.”

Y con respecto a la persona señala:

La persona tampoco me agrada. Aquí también la etimología, etrusca en este caso, recuerda que la palabra proviene de la máscara utilizada en la escena. (per sonare, lo que mas suena) Que el ser sea con relación a lo que se somete o por su modo de presentarse, no me convence, ni en uno ni en otro caso. La metáfora barroca del teatro, la vida como sueño o novela, la necesidad de la astucia o de la hipocresía, del juego social que presupone la persona del teatro, implican también el recurso al artificio: el ser para el otro no es el ser en su resplandor, ni en su miseria. El campo de concentración olvidó al hombre, celebró al sujeto, tornó improbable a la persona y puso de manifiesto al individuo. Las tres figuras de la sumisión funcionaron en la juridicidad, el humanismo y el personalismo. Quedan por formular las condiciones de posibilidad de un individualismo que no sea egoísmo.” Ya hablamos de esto cuando nos referíamos a la individuación por la multipertenencia en el capítulo anterior.

Lo que presupone cuando habla de que un sujeto sujeta deriva del supuesto de que hay una voluntad que actúa sobre todo pacto racional primario, ya que cree que esta condición es inherente al ser humano,  nosotros podríamos asociarla al concepto que Althusius refiere como “la política”.

 

Augusto de Franco en Alfabetización democrática cita el primer capítulo del “Politica” de Althusius (1577-1638), titulado “De las Acepciones Generales de la Política” (en su edición de 1614, traducida para el inglés por Carney).

La política – escribe Althusius – es el arte de reunir los hombres para establecer una vida social común, cultivarla y conservarla. Por eso, es tildada de “simbiótica”. El tema de la política es, por lo tanto, la asociación (consociatio), en la cual los simbióticos [siymbiotici: aquellos que viven juntos], por intermedio de un pacto explícito o tácito, se obligan entre sí a la comunicación mutua de aquello que es necesario y útil para el ejercicio armónico de la vida social.(…) Para vivir esa vida, ningún hombre es autosuficiente o lo suficientemente provisto por la naturaleza... los esfuerzos y la diligencia de muchos hombres son indispensables... Los simbióticos son co-trabajadores que, unidos por la asociación y con vínculo de pacto, se comunican entre ellos aquello que es conveniente para una vida confortable de cuerpo y alma. En otras palabras, ellos son los participantes o compañeros de una vida en común. La comunicación mutua, o contrato común, involucra (1) bienes, (2) servicios y (3) derechos comunes (juramentos) por los cuáles las numerosas y varias necesidades de cada uno y de cada simbiosis se satisfacen, la auto-suficiencia y el mutualismo de la vida y de la sociedad humana se logran y la vida social se establece y de mantiene... Claramente, por su naturaleza gregaria, el hombre nació para cultivar la sociedad con los otros hombres, no para vivir solitario... Y así nació [con] la imposición de la comunicación de lo que es necesario y útil, lo que sólo puede ocurrir en la vida social y política... [pero] las causas eficientes de la asociación política son el consentimiento y el pacto entre los ciudadanos que se comunican.... La materia prima de la política son los preceptos de la comunicación para aquellos bienes, servicios y derechos que establecemos, cada uno justa y apropiadamente de acuerdo con sus posibilidades, para la simbiosis y el beneficio común de la vida social... Se dice que ningún hombre es capaz de, por sí sólo, vivir bien y con felicidad. La necesidad, por lo tanto, induce a la asociación; y la búsqueda de las cosas necesarias a la vida, que se adquieren y se comunican con la ayuda y la asistencia de asociados, la conserva. Por tal razón, es evidente que la comunidad, o asociación civil, existe por naturaleza, y que el hombre es, también por naturaleza, un animal civil que busca ávidamente de asociación


Esa conducta sistémica que evoluciona desde el animal al ser humano, sobre la que construye toda su estructura racional, no es otra cosa que una sofisticación del afecto societatis anterior que persiste pese a todos los constructos racionales y al sujeto. Es por eso que dudamos llamar “ser humano” a alguien que tiene una taxonomía humana pero se maneja como un salvaje, o como contracara, cuando tenemos que reconocer conductas “humanas” en los “campos de concentración”.

 

Como una simplificación de esta compleja realidad es que concebimos al ser humano en relación a dos dimensiones, una primitiva y netamente materialita que se ocupa de los cuerpos, la otra es la que le corresponde a su racionalidad. Una mezcla del cuerpo agusanado de Onfrey y hombre capaz de “establecer una vida social común, cultivarla y conservarla”de Althusius. Un mismo humano que deberá interactuar con los flujos de la sustancia en su dimensión material y con los de la razón  en su dimensión política.

Y aquí se plantea el primer problema. El humano ya no podrá actuar solamente como un  cuerpo con necesidades de cuerpo, así como tampoco podrá actuar como un ser eminentemente racional con necesidades de lo político. Esta es una realidad con la que chocará cada vez que intente interactuar para relacionarse comunicativamente con otro ser humano.

Afortunadamente, cuando Althusius habla de pacto, advierte que éste podrá ser explícito o tácito ya que enrolados en estos últimos podemos ubicar a todas las interacciones comunicativas de índole emocional. Althusius es pre republicano y está despojado de todo preconcepto republicano o liberal del término contrato. Pacto para él es la simple forma de alcanzar todo “aquello que es necesario y útil para el ejercicio armónico de la vida socia”.

Necesariamente la idea de pacto se liga al de Fraternidad ya que no hay en él un preconcepto de propiedad privada. El pacto Althusiano es un pacto generoso en donde la compensación por la diferencia no se hace necesaria. Esto es fundamental ya que el la propia idea de pacto o contrato moderno lleva implícita a la compensación que se hace imprescindible para dirimir un conflicto y equilibrar la balanza. Este último contrato tiene la pretensión de extinguir de una vez y para siempre el litigio que lo precede, ya que se sustenta en la fantasía de un equilibrio duradero que las partes adquieren a partir de la compensación material o no.

Para ilustrar lo que se quiere decir vamos a citar como ejemplo el caso de los clubes del trueque surgidos en la Argentina a partir de la crisis del 2001-02. En esa oportunidad la economía argentina estaba colapsada y los actores sociales debían encontrar alguna forma alternativa de sustento económico a las que el mercado no podía resolverles, por eso inventaron los Clubes del Trueque en sustitución. Pero la mecánica implementada en esa oportunidad era un mímico del los mercados tradicionales ya que en todos los casos existía emisión de cuasi monedas que, si bien implementadas mediante diversos mecanismos de aplicación, en todos los casos conservaban intactos concepto capitalista del mercado. El trueque no se realizaba directamente entre mercancías, sino que éstas se cambiaban por bonos con los que se compensaba un valor material virtual que los agentes pretendían por sus bienes o servicios intercambiado. De esta manera el concepto de acumulación persistía intacto pese a que los bonos, para hacerlos circular, tenían una vida útil determinada.

Muy distinto hubiese sido si solo se hubiesen podido trocar mercaderías por otras mercaderías. En este caso la compensación se hubiera a partir de una comunidad que pretende sostenerse como fraternidad con el pacto althusiano, el que se podría simplificar como una “actitud solidaria”, pero que como se vio, la fraternidad es anterior a la solidaridad por lo que este reduccionismo conduciría a una concepción errónea del acto del trueque.

Como consecuencia directa de esto último resulta lo que destaca Urrutia Elejalde en “El capitalismo que viene” sobre que la fraternidad no pueden ser un concepto universal. Su destino está ligado íntimamente al de comunidad y como tal está restringido a ella. No puede haber una fraternidad universal así como tampoco podrá haber un mercado universal, dado que para que ambos existan entre sus agentes deberá haber reconocimiento y confianza, cosa que se contradice con el concepto de universalidad.

 

Justo cuando nos estábamos acostumbrando a que nuestra definición de Fraternidad estaba tomando su forma definitiva, nos dimos cuenta de algo fundamental; algo que había estado siempre ante nuestros ojos sin embargo no nos habíamos percatado de ello. Tenía que ver con lo nos había hecho notar Aulo. Nos seguíamos olvidando de la fraternidad en algún sentido y ese sentido era su carácter relacional hacia el mundo exterior. Si bien habíamos profundizado y nos habíamos preocupado por cómo y quienes conformaban una fraternidad, todavía nos estábamos olvidando del para qué.

¿Qué sentido tenía la fraternidad si no el de interactuar como un todo con el entorno? ¿Para qué era necesario conformarse como fraternidad, dado que a fraternidad la conformaban tanto los hermanos como también quienes se tratasen como tales? ¿Por qué alguien habría de estar necesitado de comportarse como hermano, con que fin?

Por otro lado el hecho de que la Fraternidad nunca se presentase sola sino en conjunto con otros conceptos como el de libertad, igualdad, unidad, rebeldía, identidad daba la pauta de que Fraternidad era un todo un sistema de interacción social y no solo una forma,  pero también advertíamos la forma en que se llevara a cabo hacía la diferencia y podía ser una justificación social de la Fraternidad. ¿Si la matriz era quién generaba internamente a la fraternidad, una vez conformada esta, de qué manera se podría relacionar con el medio?

Si la fraternidad tiene como corpus interaccional a una red social distribuida, deberían entonces ser válidas todas las premisas aplicables a las redes, en especial las que pone en evidencia Mark Grannoveter en lo referente a que la red es el único instrumento que puede explicar un comportamiento macro a partir de múltiples comportamientos micro. Por lo que los patrones de interacción intra red deberían tener influencia sobre aquellos comportamientos que la misma tenía como conjunto para interactuar con el medio.

Maturana nos ha hecho el favor de elaborar una teoría a partir de la cual se puede explicar cómo, a partir de la organización autopoiética, átomos desperdigados al azar (o no) pueden constituirse en seres vivos. Habla de un tipo organización de elementos primitivos tal que, a medida que va adquiriendo niveles de organización mas complejos, produce emergentes; así primero da a luz la célula, luego los tejidos, luego los órganos, luego los cuerpos, luego los sistemas sociales. Todo este movimiento se hace en función del mantenimiento y de la adaptación de la vida al entorno. La vida y su evolución en la ontogenia de los agentes y en la filogenia de las sociedades. Es por eso que se hace imprescindible romper con las barreras que separan al salvajismo de lo humano para poder producir un análisis eficaz sobre la evolución de la humanidad en el mismo sentido en que Maturana trata con los seres vivos y además que este nuevo modelo sea consistente con el anterior.

Niklas Luhmann avanza sobre este punto, a pesar de Maturana que no está muy de acuerdo con sus teorías, y realiza aportes desde y hacia la teoría de sistemas y la teoría de la complejidad. Si existen los sistemas sociales tanto como indican ambos desde puntos de vista distintos, tendremos el punto de partida para continuar el camino emprendido por ellos en la búsqueda de un sistema social tal que justifique el mantenimiento de la vida y agremiación comunitaria dentro y para los sistemas humanos. ¿Cómo funcionaría este sistema? Como una primera aproximación podríamos decir que se organizaría a partir de totalidades autosustentables que se van autoencapsulando en totalidades de mayor complejidad, a las que hacen dependientes de los niveles de ordenamientos adquiridos con anterioridad. Como una forma de Holón que como totalidad forma parte de una totalidad mayor. En este sentido, y a manera de ejemplo, un ser humano no podría desprenderse de la organización autopoiética por mas que quisiese, ya que de ella depende su propia vida.

 

Proponemos entonces a la fraternidad en este sentido, como una justificación de tal sistema, ya que es la que configura la plataforma y el modo para que se puedan materializar las interacciones asociativas de este tipo entre los humanos.

Maturana habla de ontogenia para describir el proceso de desarrollo de un ser vivo a lo largo de toda su vida, de la misma manera habla de la filogenia para caracterizar el desarrollo de una especie determinada y era precisamente de la filogénesis de los humanos de lo que nos estábamos olvidando cuando componíamos nuestra definición de Fraternidad.

Juan Urrutia Elejalde es uno de los primeros que se ocupa de la Fraternidad en este intento de resignificar el término cuando dice que: “Cada hermano está dispuesto a no ser el más listo para permanecer unido a su hermano”, refiriéndose a un sistema económico multilateral en donde las ganancias no pueden ser de suma cero. Urrutia parte de una plataforma a la que nombra como fraternal para articular un sistema cimentado en la suna de una sucesión de equilibrios Nash que se dan en base al reconocimiento y la confianza de los que los agentes gozan entre unos y otros, conformando de esta manera una estructura fraternal. Los participantes tienden a ese equilibrio llevados por el temor a la destrucción mutua o de la red completa. La filogénesis es justamente la que actúa para evitar la destrucción del sistema social. (Económico en el caso de Urrutia). Es este impulso el que lleva la fraternidad a replegarse sobre sí misma y pasivarse o silenciarse internamente ante alguna posible vulnerabilidad o agresión que pueda venir desde el entorno.

 

En la red distribuida, todos los agentes son semejantes o se comportan como tales más allá de sus rasgos particulares. En la red distribuida, lo que cuenta es la posición, la circulación de los flujos, la vinculación y la capacidad de mutar los vínculos. Todos formamos parte de alguna red distribuida y dentro de la red distribuida no hay jerarquías ni compensaciones, todos se aceptan como hermanos. Sólo existe el temor a la destrucción mutua, al aislamiento y a la exclusión. ¿Pero qué pasa cuando esta red se interrelaciona con el exterior?

En la introducción de este paper Between-group competition and human cooperation (Mikael Puurtinen y Tapio Mappes 2008) los autores manifiestan que:

“Una característica distintiva del comportamiento humano es la difundida práctica de la cooperación entre individuos no vinculados. Explicar el costoso mantenimiento de la cooperación dentro del grupo es un reto porque los incentivos para aprovecharse gratuitamente del esfuerzo de los otros miembros del grupo son la clave para una descomposición en la cooperación. Sin embargo, los costos de la cooperación pueden ser reducidos o superados cuando hay una mayor competencia a nivel de jerarquía organizacional. Aquí (en el paper citado) se muestra que la competencia entre los grupos resuelve el paradigmático dilema social de los "bienes comunes" (dilema del prisionerotragedia de los comunes) y aumenta la cooperación dentro del grupo y la productividad general. Más aún, la competencia entre grupos intensifica las emociones morales de ira y de culpa asociada a las violaciones de las normas cooperativas. Los resultados sugieren un importante papel de los conflictos entre grupos en la evolución de la cooperación humana y de las emociones morales.”

Tanto Puurtinen y Mappes, como Elinor Ostrom citada en el primer capítulo, son algunos de los tantos que estudian a la cooperación intra grupo como herramienta social fundamental para la sostenibilidad de los grupos sociales. Nuestra mirada original sobre el concepto de fraternidad se concebía como una estructura común absolutamente horizontal y desprovista de jerarquías cooperación entre pares autoorganizados. Pero si bien esto es cierto, como se vio en la primera parte de este capítulo, la introducción de centralizaciones a partir de la intervención en la libre circulación de flujos intra grupo, establecía necesariamente un cierto grado de jerarquízación en el sistema social sobre el convendría detenerse para analizarlo con un poco más en profundidad.

La jerarquía se hace evidente a partir de concebir lo emergido como producto de una emergencia concebida a un nivel inferior a lo engendrado, en nuestro caso la matriz generdadora y su propio sistema interelacional. Pero como la matriz genera una emergencia en donde queda embebida y de la que forma parte como una totalidad, ya no como útero aislado, yermo o infecundo sino como útero parido, productor de familia; resulta muy difícil discernir ahora cual es la matriz y cual es la emergencia. Esto se ve claramente cuando se posan los ojos sobre los sistemas naturales en donde estas jerarquías aparecen como funcionales y operativas y no como estructuras de poder, aunque a veces se las confunda. En sistemas de este tipo siempre es detectable un dominio de interacción entre los agentes, un dominio de interacción intergrupal donde los flujos son facilitados y permitidos y un dominio sistémico que, a  diferencia del anterior, las interacciones están restringidas, cuando no inhibidas.

En el caso que proponen los autores, la cooperación itra grupo humano depende en gran medida de la competencia inter grupo, o sea que la competencia intergrupal contribuiría a proveer cohesión social. Esto quiere decir que la competencia, como una interacción que se da a nivel medio entre los grupos (a los que diferenciaremos como clases), le confiere cohesión interna los agentes de interacción de la clase.

Estos resultados son coherentes con Vega redondo, Noelle Neumann y tantos otros que han estudiado este problema, lo novedoso acá es que los autores tratan a los participantes como agentes independientes que se hermanan en base a un doble mecanismo. Por un lado el impacto interno que provoca de la competencia inter grupo social, consistente con el punto de vista de Vega Redondo, por el otro la revalorización y la resignificación que adquieren las reglas de convivencia (principios morales) a partir de la cooperación intra grupo, estructurados en base a la ira que provoca la no cooperación del otro, y a la culpa propia por no haber cooperado lo suficiente cuando los otros lo necesitaban. Dos regla materialistas, propias de la convivencia humana, que sirven de base para el armado de una posterior arquitectura cultural que se resolverá hacia distintas vertientes de lo social como: la religión, la broma, el castigo, la marginación, la emigración, el ridículo, etc.

La información como uno de los flujos de intercambio, adquiere su dimensión social y política y es desde allí desde donde toma importancia. El conjunto diversidad, fraternidad y rebeldía tiene ingerencia meridiana en la acción social. Si los sistemas sociales están conformados en sus primitivas, por redes distribuidas a las que llamamos fraternales estas deberían tener límites como todo conjunto. ¿Pero cómo son esos límites, cómo actúan entre sí?

La topología que es de lo que estamos hablando cuando hablamos de materialización (analógica o digital) de las redes sociales y configura además su límite. La red social llega hasta donde llega su topología. Es aquí donde introduciremos un nuevo enfoque sobre clase social basado en el concepto de clase que se usa en informática en la programación orientada a objetos.

En sociología el concepto de clase social, está perfectamente definido a partir de Carl Marx y Max Weber. Una clase social es un conjunto de características propias que comparte un conjunto de individuos dentro de un grupo social, una estratificación de lo social basado principalmente en el nivel económico y en los medios de producción que posee cada uno (sobre todo en Marx). En Weber, al individuo se lo relaciona con su acción social en particular, no está disociado de ella, por lo que los bienes económicos nos con los únicos que establecen las clases sociales sino que también, cómo se relacionan y cómo actúan en relación a ellas.

 

En nuestro modelo, clase, es una abstracción que intenta definir una fraternidad, la clase es la matriz que genera las singularidades de nuestro grupo social, pero no en base a algo en particular como ser una posición económica, una acción social, o una acción comunicativa (Habermas), sino en base a una forma determinada de relacionamiento interno y a un modo de interaccionar con el mundo exterior que determinará finalmente su  identidad compleja.

La clase es la encargada de definir al agente de la red social y quien a su vez le heredera una determinada carga iformacional-social con la que se deberá desempeñar dentro de su sistema social durante su ontogenia. Si la clase hereda al agente se establecerá en consecuencia una relación jerárquica en donde encontramos clases-matrices e hijos-agentes. En el próximo capítulo nos detendremos a profundizar sobre sistema jerárquico de tres niveles

 

Antes de terminar este capítulo dejaremos planteada una nueva definición de Fraternidad en donde se consideran también las interacciones que ésta mantiene con el medio, que serán las que en definitiva le conferirán la identidad.

 

"fraternidad es el emergente que surge a partir de una matriz que posibilita que dos o más agentes ganen reconocimiento y confianza recíproca mediante la interacción comunicativa sustentable en el tiempo, y a partir de donde se podrán relacionar con el medio de una determinada forma, que será la que en definitiva establecerá su identidad compleja.”

 

En esta última definición establecemos el origen de la emergencia y su forma de interaccionar con el medio, ausente en las anteriores. A partir de  la misma queda claro que no hay una frontera o límite definitivo que determine la fraternidad, en esto también hay un avance ya que la fraternidad sería una interfase entre la matriz generadora y el medio, por lo que sus fronteras estarán en relación al proceso de generación y extinción de los agentes que siempre es un proceso dinámico y que solo se puede comprender en relación y no autónoma ni unitariamente.

Esta definición acabará por cerrar solo cuando terminemos de establecer el sistema relacional de la fraternidad en relación con el entorno en el próximo capítulo. Su marco referencial.

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