El siglo de la fraternidad 7-El nacimiento de la Fraternidad -primera parte

La familia iroquesa ha sido el principal objeto de estudio de Lewis Morgan en su libro “La sociedad antigua”. Con este ejemplo de familia sindiásmica Morgan y Engels tratan de marcar un límite entre la barbarie y nuestra civilización en donde la selección natural opera a través del tabú del incesto como única soberana.

Si la interacción sexual entre padres e hijas o entre madres e hijos ya estaba prohibida en la familia cosanguinea y, como se vio en el capítulo anterior; también prohibida en la familia panalúa entre hermanos y hermanas uterinos, sería interesante intentar interpretar qué significaba el término "hermano" para la familia sindiásmica iroquesa. Recordemos que durante el largo reinado de la familia consanguínea se identificaba como hermano a aquel par, semejante a mí con quién se me estaba habilitado para interaccionar de cualquier manera, incluso sexualmente. Hermano, en su principal acepción, había sido hasta entonces aquel compañero con quién se compartía se el pan, el sexo, el afecto, el acicalamiento y cuya función social principal era colaborar en la empresa de la vida.

Con las restricciones de las interacciones sexuales en la familia se alteró el orden de parentesco y “hermano” excluyó de dentro de su colección de significantes, al sexo; tarea que se cumplió a medias ya que hermandad había significado durante miles de años un espacio a partir del cual la interacción con los otros y con las cosas era posible. Sin embargo no fue fácil desprenderse de este concepto luego de que se modificara la estructura de parentesco. Pese a contar un dominio mas restringido el sentido de “lo fraterno” conservara aún casi intacto su potencial social.

Mientras todo el flujo material, dentro y fuera de la comunidad, había sido suscitado históricamente por la fraternidad, es justamente a partir de la limitación sexual que sufre su primer embate centralizador. Es justamente esa restricción, impuesta por la selección natural y convertida socialmente en tabú, la responsable de que las comunidades primitivas salgan en la búsqueda de una compensación a esa pérdida, un sustituto que reemplace la angustia de haber perdido el paraíso de la verdadera fraternidad.

Solo la habrán de encontrar en otra dimensión, alternativa a la material vedada e intervenida; por fin la encontrarán cuando logren hacerse de una idea sustituta, una fantasía que venga a suplir la carencia de ese flujo material perdido, esa idea será lo común.

La familia sindiásmica inaugura así la multidimensionalidad cuando llega a completar de configurar el concepto de lo común como una extrapolación de la complitud fraternal en una dimensión virtual. Esa fantasía con el tiempo también será la que posibilitará la descontrucción de mundo en porciones manejables para un cerebro humano cada vez mas entrenado e inteligente.

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Dice Engels en su obra refiriéndose a las investigaciones de Morgan sobre los indios iroqueses:

"Morgan, que pasó la mayor parte de su vida entre los iroqueses - establecidos aún actualmente en el Estado de Nueva York- y fue adoptado por una de sus tribus (la de los senekas), encontró vigente entre ellos un sistema de parentesco en contradicción con sus verdaderos vínculos de familia. (pleno siglo XIX). Reinaba allí esa especie de matrimonio, fácilmente disoluble por ambas partes, llamado por Morgan "familia sindiásmica". La descendencia de una pareja conyugal de esta especie era patente y reconocida por todo el mundo; ninguna duda podía quedar acerca de a quién debían aplicarse los apelativos de padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana. Pero el empleo de estas expresiones estaba en completa contradicción con lo antecedente. El iroqués no sólo llama hijos a hijas a los suyos propios, sino también a los de sus hermanos, que, a su vez, también le llaman a él padre. Por el contrario, llama sobrinos y sobrinas a los hijos de sus hermanas, los cuales le llaman tío. Inversamente, la iroquesa, a la vez que a los propios, llama hijos e hijas a los de sus hermanas, quienes le dan el nombre de madre. Pero llama sobrinos y sobrinas a los hijos de sus hermanos, que la llaman tía. Del mismo modo, los hijos de hermanos se llaman entre sí hermanos y hermanas, y lo mismo hacen los hijos de hermanas. Los hijos de una mujer y los del hermano de ésta se llaman mutuamente primos y primas. Y no son simples nombres, sino expresión de las ideas que se tiene de lo próximo o lo lejano, de lo igual o lo desigual en el parentesco consanguíneo; ideas que sirven de base a un parentesco completamente elaborado y capaz de expresar muchos centenares de diferentes relaciones de parentesco de un sólo individuo[…] las relaciones de parentesco resultantes de la vigente forma de la familia están en contradicción con el sistema de parentesco."

Para aclarar estos términos podríamos decir que hermanos era todos aquellos nacidos de una misma madre y de un mismo padre, del mismo modo que entendemos nosotros ese concepto, pero a su vez también eran hermanas todos las nacidas de las hermanas de la madre, o sea los que tenían una abuela común como así también eran hermanos todos los nacidos de la otra abuela común, la abuela del padre, las mujeres y varones nacidos de los tíos y tías (hermanos entre sí) solo eran primos. Entonces de los que nosotros llamamos primos, eran también considerados hermanos los primos hermanos hijos de los hermanos del mismo sexo: varón-varón o mujer-mujer, pero no los primos hijos de los hermanos varón-mujer; estos últimos sí eran considerados simplemente primos.


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Como se podrá apreciar, del apareamiento amarillo, siguiendo la línea de los conectores rojos se marca la ascendencia y descendencia de la madre, de igual manera que por los conectores violetas se resalta la matrilinialidad de la familia del padre. Se puede apreciar que los hermanos amarillos son hermanos de los hermanos verdes y por el otro lado que las hermanas amarillas son hermanas de las hermanas naranjas, por el tronco común en la abuela roja. Todos los hermanos y hermanas amarillos son hermanos entre sí pese a no ser hermanos de todos sus (los que nosotros llamaríamos ahora) primos hermanos

La "hermandad iroquesa", de esta manera compleja, es mucho mas amplia que nuestra hermandad, ya que incluye a un gran sector de los que nosotros llamamos primos dentro esta categoría. La matriz generadora del salvajismo queda reducida a la mínima expresión en el espacio donde la selección natural podría actuar acotándola, ahora es uterina, matrilineal y establece matriarcado.

Si la fraternidad estaba definida de antemano por descendencia uterina, no tendrá importancia en realidad que varón sea el que la fecunde, ya que de todas formas él no será el que determine la filiación. Esos hijos e hijas se comparten con todo un bagaje de otros hijos e hijas con ascendencia materna común y son los que constituirán la hermandad iroquesa. No hay manera de determinar, por más que se quisiera, quién es el padre. Recordemos nuestro concepto sobre la mujer primitiva como lugar común a donde recurren uno o más hombres, en donde ni la fidelidad conyugal ni el adulterio están penados por ninguna ley moral ni religiosa. De esta manera no se puede pretender ninguna jerarquía paternal ni ningún patronazgo del varón sobre los hijos o las hijas nacidas, porque sencillamente es imposible determinar en este contexto quién es el verdadero padre, no existe una voluntad individual que se pueda imponer sobre la matriz uterina sino que es corpus social en su conjunto el que lo determina. Tampoco podrá existir la apropiación ni el sometimiento de un Padre padrone

Con la familia iroquesa queda claro que el término hermandad está indisolublemente ligado, a la vez que restringido, por su matriz generadora que se podría sintetizar en la abuela común. La matriz generadora que determinará la fraternidad es el útero de la abuela. Como en el hormiguero: “Las hormigas no hacen más hormigas, las colonias hacen más colonias,” como sentencia la doctora Deborah Gordon, nosotros podríamos afirmar que entre los iroqueses no hacen mas iroqueses sino que: las gens iroquesas conforman nuevas gens iroquesas mediante esta compleja estructura de parentesco.

La fraternidad siempre viene definida por una matriz. Recordemos que en la familia consanguínea la hermandad quedaba definida por grupos generacionales, en la panalúa esto se mantenía pese a que los hermanados por madre uterina eran excluidos de algunas funciones. En la familia sindiásmica iroquesa esto se afianza; el útero de la madre y un complejo tramado de parentescos son los que determinarán quienes son hermanos y quienes no, apropiándose y transfiriéndose para sí la herencia de lo que alguna vez fue colectivo. Se es hermano aún antes de nacer, se es hermano si se es concebido por la matriz. Es el útero, el vientre materno, la matriz, la que define al hermano; lo ubica en un espacio y un tiempo y de esta forma lo identifica. La hermandad confiere el sentido de pertenencia y la identidad del sistema social.

La familia iroquesa parece confirmar esta teoría ya que es la matriz uterina la que conforma su topología fraternal. La Fraternidad concebida por la matriz esta inmersa dentro de una red distribuida que es intrínseca a su constitución y que permanece indisolublemente unida a ella mientras esta se sostenga.

La familia sindiásmica de la Confederación Iroquesa nos lega una enseñanza fundamental que quedará instituida a partir de ese momento: "Sin patrón de red distribuida no podrá haber fraternidad"

Pero retomemos por un instante el proceso evolutivo que veníamos tratando mas arriba, en donde la familia consanguínea en un principio se conformaba dentro de una red totalmente distribuida; al operar la selección natural como elemento restrictor de la libre circulación de lo flujos de las interacciones sexuales, se suceden los primeros atisbos de centralización y por ende de jerarquización dentro de la red social distribuida.

¿Cómo es que ocurre esta centralización? Es un proceso, si se quiere, en reacción a las restricciones impuestas por la selección natural. Alrededor de las interacciones sexuales antes permitidas y ahora vedadas entre hermanos, se van conformando la idea de “lo prohibido”, para luego constituirse en tabú. De esta forma la madre uterina se constituye a su vez en ordenadora natural de las restricciones. Las interacciones sexuales entre hermanos y hermanas uterinos de esta forma son sustituidas por el deseo y el amor fraterno, un afecto ahora asexuado que está controlado por la vigilancia de las madres. De esta forma, hijos e hijas descubren su propio sexo, tienen conciencia de que son diferentes.

Veamos como cuenta el Génesis esta secuencia “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos” (Gen 3:7).

En el Génesis Dios es el que instrumenta las restricciones entre necesidades y disponibilidades de los flujos mediante la prohibición:

“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: «De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás»”. (Gen 2:16-17).

No se restringen todos los flujos, es más no se restringe ninguno de los flujos del Jardín del Edén, solo hay una única restricción: el “árbol del conocimiento del bien y del mal”

Le corresponde a Dios el controlar que se cumpla la restricción, su misión es vigilar y castigar al que no cumpla la regla:

“Pero Jehová Dios llamó al hombre, y le preguntó:

--¿Dónde estás?

Él respondió:

--Oí tu voz en el huerto y tuve miedo, porque estaba desnudo; por eso me escondí.

Entonces Dios le preguntó:

--¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del cual yo te mandé que no comieras?” (Gen 3:9-11)

Dios reprende y castiga a la mujer por haber desoído su mandato:

“A la mujer dijo:

--Multiplicaré en gran manera los dolores en tus embarazos, con dolor darás a luz los hijos, tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti.” (Gen 3:16)

De esta forma se inserta el deseo entre ambos y va mas allá, instituye la autoridad del hombre sobre la mujer.

Así se relata en el Génesis el primer pecado del hombre y la mujer, el pecado originario. El pecado original abre toda una nueva dimensión: establece el bien y el mal, devela los sexos, instaura el deseo y condena a ambos a esa condición para todo tiempo futuro.

La secuencia sería la siguiente. En una red totalmente distribuida se interviene la libre circulación de los flujos esenciales para la vida, al prohibirse alguno de éstos se produce una centralidad restrictota de la libre circulación originaria. Se rompe el equilibrio de paridad original, estableciéndose diferentes categorías que sectorizarán la estructura de red, incluso inhibirán al acceso a determinados recursos y provocarán de esta manera una carencia, falta y la condena a incomplitud eterna. Esta es la primera fase de la secuencia que se instaura a partir del pecado original.

La segunda fase se inicia cuando hijos e hijas sustituyen la carencia que esta restricción produce por un simbolismo que habilitará la fantasía de una unión virtual en lo común la matriz generadora. La madre uterina, la que posibilita la vida al dar a luz, se convierte de esta manera en el lugar de origen común generador y facilitador de la vida humana. Hermano y hermana no podrán permanecer unidos en la interacción carnal común pero si en la comunión virtual al lograr concebir a la madre como una deidad proveedora de gozo y comunión, sustituyendo de esta manera lo material por lo virtual y mitigando de alguna manera el deseo. Esto tiene que ver con el amor. Como dice el biólogo Humberto Maturana en la “Democracia es una obra de arte”: “Los seres humanos somos animales dependientes del amor.”

Relata Maturana:

“Estos pueblos a todas luces eran gentes que vivían de la recolección y la agricultura, sin signos de apropiación de la tierra. Los lugares de culto se teñían figuras femeninas. No había fortificaciones, ni expresiones arqueológicas de estructuras jerárquicas, porque no había diferencia en las tumbas, entre hombres y mujeres.

Ustedes saben que la llamada Virgen Viens es un objeto del arte paleolítico, datada en veinticuatro mil años antes de Cristo, que es la figura de una mujer con grandes pechos, grandes caderas. Si ustedes miran en detalle esta pequeña escultura, descubren que la persona que la hizo, era capaz de tallar cualquier cosa, la forma de las nalgas, los genitales, de los pechos, del abdomen...en suma: es perfecta. Puede que no guste al hombre actual por lo voluminosa, pero es perfecta, es bellísima... pero no tiene rostro y las manos son apenas unas líneas sobre los pechos. La persona que hizo esta pequeña figura era capaz de hacerle perfectamente manos y rostro, pero no se los hizo.” Nota: creemos que Maturama hace referencia a la Venus de Willendorf cuando se refiere a Virgen Viens

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Venus de Willendorf
Arte paleolítico. H. 20.000 a.C. Otras venus

Ubicación: Naturhistorisches Museum, en Viena .Dimensiones: 11 c. de altura. Materiales: Piedra caliza oolítica Foto

Como describe la congresista indígena colombiana de la etnia matrialcalista de los indios Wayúu Orsinia Polanco Jusayú “La mujer, además de ser la responsable de todas las actividades en la comunidad, es un ser casi sagrado.” Esta es una creencia actual, contemporánea a nuestros tiempos. El componente sagrado en la imagen de la Venus, como en la de la mujer wayúu, se inscribe en la mistificación de la procreación, útero generador de vida, facilitador de la comunidad. A ese lugar místico es a donde concurren los miembros de la hermandad por ella parida para recrear el espacio originario de lo común y de lo gozoso.

La mujer originaria había sido proveedora común de satisfacción a la solicitud material de interacción sexual demandas por el varón, como citábamos al principio de este capítulo, ahora se ha virtualizado y se ha ubicada en el plano de la fantasía, en el plano del deseo desvinculado de lo material. Esta imagen es pre edípica porque todavía el hombre no ha consumado la apropiación de la madre como de una propiedad privada para su propio beneficio.. Todavía no se ha concebido la idea de poder. De esta manera tanto de hijos como hijas sin discriminación intentan satisfacer su impulso erótico y a partir de esa sublimación del deseo se establece dependencia de la deidad. Se instaura la jerarquía.

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El blogger José Castinneira (Aulo) hace una interpretación mas profunda de este proceso, aporta su visión de la fraternidad desde la filosofía cuando la concibe como una habitud que se da en una red que emerge.

En un principio pensaba yo que la fraternidad era la suscitación de defensa, os aclaro, una suscitación es según Zubiri.

"Este momento por el que las cosas modifican el estado vital y mueven a una acción es lo que llamo suscitación. Lo propio de las cosas para los efectos de la vida es suscitar un acto vital. Empleo este vocablo porque el concepto por él designado es mucho mas amplio y comprensivo que otros, tal como el de excitación: la excitación tiene, en efecto, un sentido sumamente preciso en fisiología, por ejemplo, cuando se contrapone la excitación eléctrica del nervio a su período refractario" (de aquí)

Toda suscitación avoca a una respuesta, y esa respuesta sería en primer lugar de recuperación del equilibrio y en un segundo momento de respuesta creadora y enriquecedora; para mi la fraternidad daría lugar a una respuesta de defensa, aunque no importa que esa respuesta se realice luego efectivamente, lo que importa es que suscita defensa. Bueno, pero aquí había un error porque en realidad la fraternidad es una habitud, lo cual no quita nada de lo que acabo de decir, pero qué pasa, pues que todos los seres tienen suscitaciónes, pero el modo concreto en que esa suscitación se produce para unos seres y no para otros y lo que les distingue, es la habitud. Habitud es según Zubiri:

Todo viviente tiene un modo primario de habérselas con las cosas y consigo mismo, anterior a sus posibles situaciones y respuestas. A este modo de habérselas con las cosas y consigo mismo es a lo que llamo habitud. Aparece aquí este concepto que como categoría ocupó muy poco lugar en la filosofía de Aristóteles, la Ÿxij, el habitus. La habitud es el fundamento de la posibilidad de toda suscitación y de toda respuesta. Mientras la respuesta a una suscitación en una situación es siempre un problema vital, la habitud no es ni puede ser problema: se tiene o no se tiene.

Desde su óptica nos queda la mirada sobre fraternidad como un modo de habérnosla con las cosas, con los otros y con nosotros mismos. Así de ese modo suscita todo lo que tiene que ver con nosotros, por lo que es el modo que tenemos de interaccionar entre nosotros dentro de nuestro sistema y con el exterior. Ese modo estará indisolublemente ligado a la ley de la morada, la moral y una topología determinada para un tiempo también determinado. De esta forma la fraternidad se configura como una plataforma desede la que interaccionamos entre nosotros y con el entorno.

Si existe una matriz generadora capaz de engendrar una red distribuida tendremos la posibilidad de co-instituir una fraternidad que nos posibilite relacionarnos con las cosas y con nosotros mismos. Caso contrario si esa matriz pretendiere apropiarse de los flujos jerarquizándolos e interveniéndolos, ya no tendríamos como resultado una red distribuida, sino que existirá algún grado de centralización por lo que las formas de relacionarnos con el mundo y con nosotros también estarían intervenidas por la centralidad y nosotros habríamos de haber perdido la fraternidad.

En uno de sus últimos trabajos Augusto de Franco acuña una frase que bien podría sintetizar este proceso dice así:

Así como la democratrización es un movimiento de desconstitución de la autocracia, las redes son un movimiento de desconstitución de la jerarquía. Eso es más que un paralelo evocativo. Se trata, en rigor, del mismo movimiento, si entendamos por redes a las redes distribuidas (quiere decir, más distribuidas que centralizadas).

4 nos acompañaron:

Lolamento dijo...

leo en tu artículo "la angustia de haber perdido el paraíso de la verdadera fraternidad y me pregunto

¿como saben que se sentía angustia?
¿como saben que era un paraiso?
¿como saben que esa fraternidad era verdadera y -por oposicion- las demas falsas?

Charlie Boyle dijo...

La angustia se siente ante cualquier pérdida.
Creo que esto hay que pensarlo como algo materialista, cuanto mas mejor. De esa idea porviene la del paraiso, como un lugar abundante, sin restricciones, generoso, no empoderado, de libre disponibilidad.
La última habria que verla desde el último párrafo donde se cita a Augusto de Franco, LA fraternidad como lugar utópico, como democracia.
Siempre se puede tener un mayor grado de freternidad al igual que un mayor grado de democracia. En realidad iba arrancar la segunda parte ampliando este concepto puramente materialista-relativista.
Está bién todo esto pensado con una cabeza del siglo XXI.
Tampoco queda claro que la hermandad hubiese sido una hermandad, pero podemos atribuir los dignificante que asignamos a hermadad para designar ese espacio común que poseía esas características.
Gracias por el commnet. Tal vez reformule

Charlie Boyle dijo...

Ahh, me olvidada, los iroqueses sí llamaban hermano a aquellos parentescos que ellos llamaban hermanos, o por lo menos que Morgan traduce con el vocablo hermano

Aulo dijo...

Saludos amigo Carlos, la verdad es que te debo un par de artículos sobre la habitud; pero sinceramente, no sé si me veo con fuerzas; aún así y sin ánimo de complicarme mucho la vida, escribiré algo respecto de estos temas tan relevantes.

Un abrazo.

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