El siglo de la fraternidad 5 - La caída del paraíso 1

El feto en el vientre - Leonardo da Vinci

Matriarcado, Matriarcalismo, Matrilinialidad y Matríztico

En esta segunda parte entraremos de llenos sobre el tema que nos compete, La Fraternidad. Por eso vamos retomar el devenir evolutivo que tuvieron las redes sociales de interacción directa de los sistemas sociales proto humanos, presentado en los capítulos anteriores, esta vez en la transición temporal que va a terminar con la inauguración de lo que se da por llamar la "historia de la humanidad". En consecuencia sería necesario comenzar por hacer una distinción de lo que significan algunos términos que vamos a necesitar para plantear el problema, palabras como matriarcado, matriarcalismo, matrilinialidad y matríztico porque de ellas se heredan las tradiciones asociativas que poseemos los humanos hoy en día.

Aquellas protosociedades, como se verá en el próximo capítulo, eran matriarcales o al menos matrilineales, que en términos de red social  representan a una red social distribuida en donde todos se relacionan con todos con lo cual, en general, el comercio sexual se mantenía de esta misma forma o segmentado de acuerdo a un proceso que respondía a la selección natural y típico en las sociedades agrícolas.

Sin embargo este proceso que significó el tránsito desde esas sociedades protohumanas, desde un mundo puramente material al mundo de lo humano, como la conocemos ahora, si bien es un proceso lineal, no es parejo. Mientras el sistema patriarcal estaba totalmente desarrollado en la Europa del siglo XV, en América precolombina existían sociedades, y aún persisten hoy, centradas en redes distribuidas donde la centralización y el acopio no estaban presentes. Tales estructuras sociales se asocian con el matriarcalismo

Es curioso pero la diferencia que existe entre los términos matriarcado y patriarcado no está muy clara, máxime si consideramos que en las culturas con ascendencia grecorromana, el matriarcado casi ha desaparecido. Por ese motivo hay una tendencia a asociar al matriarcado a una suerte de opuesto del patriarcado, asignándole el mismo orden jerárquico que se establece para el caso de una cultura centrada en el hombre-padre, pero esta vez centrándola en la mujer-madre. Esta simplificación lleva a que muchos antropólogos se nieguen a afirmar que “exista” una tradición social de matriarcado, centrada en una autoridad femenina. Esa negación tiene origen en una falta de constatación fáctica que respalde este hecho.

A pesar de esto, lo que sí existió y existe todavía es la posibilidad de establecer un orden matriarcal definido mediante características propias. Ya no se habla de matriarcado como una versión femenina del patriarcado, (concentración y acopio en manos de una mujer), sino que se habla de sociedades matrialcales o de matriarcalismo para referir a un orden con características femeninas pero esencialmente creativo, la madre tierra como matriz generadora.

Afortunadamente todavía subsisten algunos sistemas matriarcales entre los muchos pueblos patriarcales del mundo actual. Uno de los ejemplos más notorios de este tipo estructura es el de los indios Wayúu que se pueden encontrar en la península de la Guajira, a lo largo de la frontera entre Colombia y Venezuela.

En un reportaje que le hace Yamid Amat a la congresista indígena colombiana, Orsinia Polanco Jusayú nos comenta que

La sociedad wayúu es el grupo étnico más importante de Colombia; es una de las pocas etnias del continente americano que resistieron con éxito a la dominación europea; es, además, la única cultura matriarcal del país”.

Por su parte Orsina aclara algunos puntos salientes de las tradiciones de su comunidad, dice:

“La mujer, además de ser la responsable de todas las actividades en la comunidad, es un ser casi sagrado. Si hay una guerra, por ejemplo, a la mujer no la pueden matar. La familia paterna también tiene unos derechos y unos deberes pero no son tan fuertes como los de la materna”.

Nos hace ruido en la cabeza leer que cosas como estas estén sucediendo en el mundo en este mismo momento, decimos esto luego de ser testigos de lucha que han llevado adelante las mujeres del mundo occidental a través de la historia para reivindicar sus derechos. Pero los Wayúu no son la única etnia que mantiene esta forma de organización social, muchos otros pueblos originarios latinoamericanos conservan vivas estas tradiciones. Sin ir más lejos, en la Bolivia de Evo Morales, comienzan a reaparecer ahora pueblos que presentan este tipo de características y que por siglos habían sido inhibidos de visibilidad política. Estos casos son ejemplos vivos, no solo de lo que ha sido históricamente lo matriarcal como organización social, sino de lo que se puede apreciar de su cultura como posibilidad real para una organización social y política moderna. El parlamento indígena es un ejemplo de esto, la participación de la mujer en sindicatos y organizaciones políticas y sociales, etc, son rasgos propios de estas sociedades matriarcales y están allí para que nosotros podamos estudiarlos y analizar sus posibilidades para la práctica social y política. No son una utopía, sino muy por el contrario, son ejemplos vivos de una organización posible.

 

Tal es el caso que abordan los filósofos Andrés Ortiz-Osés y Franz-Karl Mayres que se abocan al estudio de lo que denominan: el Matriarcalismo vasco. Desde un principio los autores se niegan a hablar de “matriarcado” ya que esa palabra denota una versión femenina de patriarcado. Mientras palabra matriarcado lleva implícita una imposición autocrática desde lo femenino, el matriarcalismo es una estructura psicosocial centrada en el símbolo de la Madre/Mujer y su proyección a la Madre Tierra/Naturaleza divinizada, la Pacha Mama. En el matriarcalismo la figura femenina no aparece como competidora del hombre sino como productora-generadora de todo lo que existe sobre la tierra y para eso necesita del hombre, por que es el hombre el que la hace producir. El hombre es su colaborador en la empresa creativa.

Aparece un primer problema y es la necesidad de explicar el concepto de “matriarcal” para que pueda diferenciarse de lo patriarcal. A tal fin los autores echan mano de un cuadro categorial muy oportuno basado en los "tipos ideales" weberianos y que extrajimos del libro Matriarcalismo vasco: Reinterpretación de la cultura vasca.

El cuadro tiene las limitaciones propias de los tipos weberianos, pero en este caso se cumple su principal virtud, que es poder establecer un marco de comparación entre una cultura y otra. Los tipos hablan por si solos y se aplican tanto a la cultura matriarcal vasca, principal objetivo de los autores, como a muchas otras culturas centradas en la mujer-madre que existieron o aún persisten sobre la tierra. Cabría una discusión más en profundidad sobre cada categoría pero creemos que el hecho de presentarlo conforma por si solo una buena base para se dispare el debate.

Matriarcal-Natura (= Vasco) Patriarcal-Racionalismo
Comunalismo (Comunidad) Individualismo (Sociedad)
Naturalismo "Culturalismo"
Fijación a Madre-Naturaleza Fijación a Padre-Ley
Fijación a la tierra-familia-clan Fijación razón-Estado
Irracionalismo (magia, mito, utopía) Racionalismo (el presente-dado)
Socialismo tribal (lo autóctona) Universalidad (igualdad formal)
Elementarismo-no verbal Abstracto-verbal
Religiosidad Secularización
Conflicto de Autoridad Autoridad paternalizada
Lo agrario retroprogresivo Lo progresivo-urbano
Lo sensible general-ilimitado (panteismo) La idea delimitadora
Material-Potencia Forma-Acto
El Destino (libertad como necesidad) La libertad formal
La familia Aislamiento
Derecho natural Derecho civil
La costumbre (fueros) La ley
El devenir (cíclico) El ser (lo lineal)
El verbo (dinámico) El nombre (estático)
El tiempo, la Madre, lo oscuro El espacio, el día, lo claro.
Confianza en la Madre Natura Desconfianza en la vida, miedo a Dios
El principio femenino de la vida: totalización de sentido Principio masculino
La existencia concreta La esencia
La oral-asuntivo (txokos...) Lo anal-agresivo
Constitución de fratrías (-homosexualidad) Represión de la homosexualidad
La mujer omnipotente/bruja (ambivalencia) La mujer como "complemento" del hombre
Igualdad de sexo (el hombre salvado por la mujer) Heroismo patriarcal (el héroe caballeresco salva a la mujer)
Cosmomorfismo Antropomorfismo
Lo auditivo-táctil Lo visual-ascensional
Sedentarismo Nomadismo
Ritualismo (folklore, simbolismo) Etica formal (principios)
Totemismo: dicotomías rígidas bueno/malo Flexibilidad (distinción)
Estructura social ligadora Desarraigo de estratos sociales
Valores transpersonales Valores personal-existenciales
Identidad grupal Inindentidad
Corporativismo (sociedad = cuerpo) Distinción yo/sociedad
Unitarismo (espíritu/materia, Dios/hombre) Separación (es/m, Dios(hom)
Catolicismo (la Iglesia-Corporación) Protestantismo (racionalización)

Como se podrá apreciar, una columna no se yergue como lo contrario de la otra, cada una tiene sus características propias que en conjunto definen identidades culturales totalmente diferentes. Podríamos seguir puntualizando algunas otras categorías pero la idea que nos dan los autores son lo suficientemente ilustrativas como para que nos quede claro que el matriarcalismo se centra en el clan, que está preocupado por la sostenibilidad de la especie y del planeta, que se encuentra inmerso en la ecología y prioriza lo grupal a las individualidades, que la tradición es a través de la madre por lo que lo inmóvil se convierte dinámico, que el ser le da paso a un continuo devenir del siempre y que el derecho civil y la ley se convierten en costumbre y derecho natural. Sin embargo dos tipos que deberían aparecer no figuran en la lista y creemos que son fundamentales, porque hacen a la circulación de los flujos dentro de la red; estas diferencias hacen a la Ley Constructal:

  • Mientras el matriarcalismo es distribuidor, el patriarcalismo es acopiador.
  • Y mientras en una sociedad matriarcal se facilita la circulación de flujos, en la patriarcal se tiende a controlarlos.

Podríamos someternos a un autotest y puntear una a una estas categorías haciendo una cruz en donde nos vemos mejor representados, seamos hombres o mujeres. Seguramente observaremos que tendremos más cruces sobre una columna que sobre la otra y lo más probable es que no nos reconozcamos como totalmente matriarcales o totalmente patriarcales. También podría ser que nuestras cruces nos estén representando de un lado y nuestras preferencias estén del otro. En esta sección pretendemos justamente eso, abrir las posibilidades de nuestro accionar social para ubicarlo más en línea con lo que preferimos, y así aportar a la realización de una vida mas coherente.

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Pero si hubo un tiempo en la evolución de lo humano en donde prevalecía una estructura originaria de tipo matriarcal. ¿Cómo es que se repliega hasta casi su extinción y por qué? ¿Por qué de tener una red social distribuida pasamos a un esquema totalmente centralizado y cómo es que se produjo ese tránsito?

En su conferencia La democracia es una Obra de Arte, organizada por el Instituto para el Desenvolvimiento de Democracia Luís Carlos Galán, en Colombia, el biólogo chileno Humberto Maturana establece una diferencia histórica y fundamental que se produce en el tránsito evolutivo desde las sociedades primitivas matriarcales hacia el patriarcado, e introduce un nuevo término a la serie: lo “matríztico”.

Nos dice:

“Cuando el patriarcado pastor llegó se produjo un encuentro violento entre la cultura patriarcal y la cultura matríztica, que eran diametralmente opuestas. Mientras que en la cultura patriarcal había apropiación en la otra no la había; mientras que en la cultura patriarcal había signos de jerarquías, en la cultura matrística no hay signo de jerarquías; mientras que la cultura patriarcal estaba centrada en la guerra, la matrística no. […] Estas categorías las podríamos agregar también al cuadro

Maturana acuña un neologismo, lo matríztico, que significa una sociedad centrada en la matriz. ¿Por qué necesita de un nuevo vocablo, si existían los otros? Creemos que una respuesta sería que necesitaba de un término genérico, originario, que tenga más que ver con creativo, con lo que engendra, con lo constitutivo, con la madre, con el molde. De todas formas, el biólogo debe haberse enfrentado con la misma realidad que Ortiz-Osés y Mayres, la necesidad de aislar el concepto de una posible exposición a preconceptos equívocos. Necesitaba de un punto de partida para explicar la evolución de los sistemas sociales, un origen común de los géneros en donde no existieran las diferencias sociales entre hombre y mujeres. Su visión es un aporte evolutivo desde la óptica de la biología.

¿Cómo es que evoluciona la tráquea, la laringe para que pudiéramos comunicarnos oralmente? Esa sería una típica pregunta maturaniana. Por ese entonces los seres humanos primitivos no se habían involucrado en cuestiones de géneros, hombres y mujeres se complementaban en pie de igualdad. Por entonces solo respondíamos a los comportamientos de los simios mayores, a las redes sociales dunbarnianas. Por eso explica que una vez impuesta la centralidad con la evolución de los cerebros y del habla, la cultura genérica de la matriz es relegada hacia el patio trasero, hasta que en el último estadio de la evolución humana es sustituida casi en su totalidad:

Cuando la cultura patriarcal englobó a la cultura matrística, mataron a los hombres [matrísticos] y los guerreros patriarcales se apropiaron de sus mujeres, quedando lo matrístico retenido en la relación materno infantil y lo patriarcal como la imagen externa pública.

Yo creo que las culturas no son ni de los hombres ni de las mujeres, hombres y mujeres en la cultura patriarcal son patriarcales; hombres y mujeres en la cultura matrística son matrísticos. De modo que las mujeres al ser apropiadas por los hombres patriarcales guardaron un núcleo matrístico que aún está presente en nuestra cultura occidental.

Lo interesante de su hipótesis es que no da por derrotada a la cultura matríztica en su totalidad, sino que restos ésta aún subyacen en el seno del hogar, especialmente durante la niñez. De allí que se puede confundir matriarcalismo y matríztico, porque mientras ambos coinciden en el domus, en el hogar con lo femenino; el matriarcalismo es un rasgo de una cultura centrada en lo femenino-madre, en cambio lo matrízitico tiene que ver con lo que engendra y crea. Es un concepto más genérico, la matríz (the matrix) como molde de lo humano. Por eso que se pueden reconocer trazas de lo matríztico dentro de la cultura patriarcal.

El mundo matríztico, en base a lo que surge del estudio de restos arqueológicos, estaría en correspondencia con pueblos agricultores y recolectores, ya que sus tareas cotidianas se desarrollaban en un espacio común, que a su vez se debían preservar para evitar su depredación: los lugares de cultivo y recolección. En el primer capítulo de este libro se hizo todo un desarrollo sobre los espacios de uso común y se arribaba a la conclusión de que para que esos espacios se preservaran como comunes debían institucionalizarse. Debían autoorganizarse de tal manera que su preservación sea sustentable en el tiempo. Por eso el mundo matríztico es el mundo de lo común.

Los pueblos pastoriles en cambio, siguiendo esta lógica serían los que dieron origen a la cultura patriarcal. A partir de una optimización en la técnica de la caza, los cazadores habrían desarrollado una destreza que les redituó en sobreabundancia y en el consecuente acopio de excedentes, inclusive habrían desarrollado técnicas de apropiación de piezas a fin de regular la disponibilidad de las mismas a otros miembros de su sistema social. A partir de ese punto la cultura patriarcal desarrolló una evolución que se podría resumir en esta secuencia: acopio, propiedad privada, competencia, rivalidad-enemistad, conformación del concepto del “otro” y del “yo”, dominación, conformación del concepto de poder, centralidad.

Se pasó de sostener flujos de disponibilidades totalmente abiertos a la comunidad, a espacios de acopio en donde la circulación de los recursos era intervenida en función de la exclusión y de la dominación del otro. Del considerar al otro como un par, a tratarlo como un enemigo o rival a vencer, a guerrear, a someter, a subordinar. Para organizarse de este modo había que hacerlo de una manera distinta, el espacio común entonces habría de convertirse en una arena para la disputa y para eso había que establecer prioridades, estrategias, órdenes jerárquicos, dominación, obediencia, en definitiva centralidad y poder. Lo común, específicamente lo procomún, desaparece y es objeto de subordinación a un control por parte del apropiador.

Pero a pesar de esto lo matríztico no desaparece totalmente, es englobado en muchos casos, y en otros se conserva:

Lo matrístico se conserva en la relación materno infantil. Fíjense ustedes que en la relación materno infantil y en el jardín infantil que es un continua invitación a la colaboración, a la participación, a resolver los conflictos en la conversación, a la no apropiación; allí el cuerpo es legítimo y los niños y niñas pueden andar desnudos.

Cuando se reclama por una convivencia en el mutuo respeto, en la colaboración y no en la competencia, se dice que es utópico, que es un deseo idílico propio de infantes.

La vida adulta es de competencia, de lucha, de defensa de los intereses, las discrepancias son conflictos, los argumentos son armas. Hacemos polémicas, la palabra polémo tiene que ver con la guerra.[…]

Pero no es un conflicto entre lo masculino y lo femenino. Solo en la cultura patriarcal original hubo un conflicto entre lo masculino y lo femenino. Lo que vivimos en el presente como un conflicto entre lo masculino y lo femenino, es un conflicto entre lo patriarcal y lo matrístico.

Esto es medular en la teoría evolutiva de Maturana ya que dibuja un puente entre la sociedad primitiva bárbara y lo que nosotros conocemos como “hombre civilizado”. Lo que describe el científico chileno es el paso desde los orígenes de una cultura protohumana hasta nuestra civilización actual, paso que se puede simbolizar como el tránsito desde la infancia hasta la adultez. Culpa de esta metáfora se suele calificar al rasgo cultural de lo matríztico como una etapa infantil, ingenua, utópica, sin un lugar en el mundo, como rasgo social de algo que no cuajó, que quedó a medio camino como en “una eterna adolescencia”, incluso como se verá mas adelante como lo "chingado". Esto se ve mucho a la hora de calificar a las culturas latinoamericanas. Maturana marca muy bien este devenir:

Nuestros niños tienen otra dificultad fundamental, que es la adolescencia. La adolescencia es el tránsito cultural de pasar de una cultura matrística a otra patriarcal. La cultura matríztica y patriarcal son completamente oponentes: se crece dentro de ciertas relaciones de colaboración, de respeto y de participación, luego de lo cual se pasa a vivir en la competencia, en la negación, en la lucha.”

Desde su punto de vista lo matríztico ha quedado como una resiliencia evolutiva en la niñez-adolescencia. Las diferencias de género allí no son tales, no se debería hablar, en consecuencia, de “lo femenino” prevaleciente sobre “lo masculino” o viceversa, sino de etapas en el desarrollo biológico-cultural en donde se tiende a asociar un rasgo femenino presente en la primer etapa y otro  masculino preponderante en la otra, cada uno en un momento distinto del desarrollo de lo humano.

El abordaje que hace Maturana sobre la adolescencia nos lleva como referencia inmediata, a la caricaturización del macho postmoderno que hace el periodista Rolando Hanglin, como señala Paz Dubarry. Para Maturana la adolescencia es la transición de una cultura a la otra, para Hanglin el macho posmo prolonga su adolescencia indefinidamente resultando un Peter Pan que decide no terminar nunca de ser niño, sin embargo Dubarry va mas allá de Hanglin cuando analiza su creación:

Este hombre hijo de la posmodernidad y bautizado por el ingenio de Hanglin, [el macho posmo], es mucho más que hombre, es... un hombre femenino. Pero no es gay, ni remotamente podría serlo. Las mujeres le gustan, tanto que, de hecho, ha tomado varias conductas y hábitos que solían ser exclusivamente de interés femenino. Con él podemos ser amigas. Porque por más que sea hombre, el macho posmo entiende lo que es un buen peluquero. Y sabe por qué morimos por los dulces, elegimos comidas light y asistimos religiosamente al gimnasio. El macho posmo entiende de vanidades y de productos de belleza. No es que se pinte las uñas o se tiña el pelo pero, esta especie de fin de siglo entiende que hay mucho más que la pura y básica higiene. No lo avergüenza llorar por desgracia o emoción. El macho posmo entiende que los ovarios son símbolo de fortaleza. Entonces... ¿por qué no dejar fluir su lado femenino?

Y podríamos agregar nosotros que las mujeres están fascinadas con esta posibilidad de un macho pasmo. No se trata de determinar hacia donde evolucionará nuestra sociedad actual en lo concerniente a lo femenino o masculino, esto no tendría sentido. Si hubiere una tendencia de vuelta hacia lo matriarcal, o hacia el afianzamiento de lo matrístico, esta daría como resultado una cultura de transición en donde el paternalismo tendría que emprender un recorrido en sentido inverso. Por lo menos parecería que Hanglin cree que algo de esto está sucediendo. Pero es interesante analizar esa posibilidad.

La cultura matriarcal tiene una importancia meridiana entre los pueblos originarios de América, como si lo matríztico hubiese atravezado los siglos indemne, sin que la evolución hacia lo patriarcal le hubiere tocado, tal es el caso de los indios Wayúu citados mas arriba. Pero lo curioso es que distintas manifestaciones de esta cultura están resurgiendo, como es el caso de lo que sucede actualmente en Bolivia, alumbradas por el gobierno de Evo Morales. Lo que sería interesante detenerse a analizar, es ver las posibilidades que tiene lo matrístico y lo matriarcal en un mundo eminentemente patriarcal de occidente actual.

3 nos acompañaron:

Unknown dijo...

el termino "matriztica", lo acuña Gimbutas, una arqueologa lituana, si no me equivoco, para caracterizar las primitivas poblaciones matriarcales del Este de Europa.

Unknown dijo...

Por qué censuras mi comentario y lo reduces para camuflar tu ignorancia?
Habla de Bachofen, él empezó todo.

Charlie Boyle dijo...

No he censurado nada. Bachofen es citado por Engels y por Morgan.
No mío no es un trabajo sobre antropología, es sobre redes sociales. No se por qué los antropólogos hacen esas distinciones, por ejemplo, entre Morgan y Engels. Si Engels contribuyó a difundir la obra de Morgan bienbenido sea, si ambos ayudaron a difundir la de Bachofen, también.
Cito este texto de Engels donde aclara el mérito de Bachofen acá: http://elsiglodelafreternidad.wordpress.com/6-la-matriz/ en este texto de Engels “Reconstituyendo retrospectivamente la historia de la familia, Morgan llega, de acuerdo con la mayor parte de sus colegas, a la conclusión de que existió un estadio primitivo en el cual imperaba, en el seno de la tribu, el comercio sexual promiscuo, de modo que cada mujer pertenecía igualmente a todos los hombres y cada hombre a todas las mujeres. […] El estadio social primitivo, aún admitiendo que haya existido realmente, pertenece a una época tan remota, que de ningún modo podemos prometernos encontrar pruebas directas de su existencia, ni siquiera en los fósiles sociales, entre los salvajes más atrasados. Corresponde precisamente a Bachofen el mérito de haber llevado a primer plano el estudio de esta cuestión”.

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