De los domadores del padre de Ulschmidt y de cómo huelen los Sayago


Todo viene del post de Ulschmidt en el que enlaza tras relatos donde tres observadores analizan una escena desde una perspectiva individualista. En su comentario Eva Row ametralla con muchísimas preguntas que me hacen acordar a tres post éste, éste, y éste y que resumo en este otro.
Los enlazados por Ulschmidt son tres casos donde la observación todavía se hace desde afuera de la escena y lo natural es que uno disienta tanto de papá Ulschmidt como de papá Row, es más ellos se exculpan de las observaciones de sus progenitores tratándose de ser observadores de observadores. Los enlazados por mí van mas allá, son tres relatos donde el que relata se apodera de la escena confundiendo sujeto y objeto. Uno es potencia y el otro acto la sensación que queda en el último caso no es menos amarga de los señalados por don U.
Uno pretendería que el papá de Row abrazara a los Sayago obviando su olor como afirma Ulschmidt en su devolución: “sí dejaran mal olor y por eso su padre abría las ventanas. Ud., por una cuestión solidaria e ideológica, se niega a oler a los Sayago mientras que su papá si los olfateaba. Eso también tiene su miga.” Es allí donde nos tenemos que parar para ver.
El problema es “oler o no oler” That is the question. ¿Acaso impunemente podríamos abrazar francamente y oler a los Sayagos rompiendo las cadenas culturales y clasistas en las que vivimos inmersos? ¿Acaso los Sayago no saben que jeden? ¿Deberíamos acudir a oler a los Sayagos e hipócrimante decir –Que bien huelen?
La complejidad trajo consigo la diversidad. Las categorías se empiezan a desaparecer mientras los matices comienzan a emerger. Gracias a que somos un mundo diverso podemos evolucionar. Gracias a que hay Sayagos, Ulschmidts, Rows y Boyles es que podemos mezclar las sangres. La diversidad en este caso se presenta como contrario al principio marxista de división de clase. La diversidad emerge en contraposición a la tolerancia. No tenemos que soportar ni olores, ni sudores ni literaturas que no nos gusten, solo tenemos que aceptar las diferencias. Y por suerte es así.
Me fui al carajo, pero si de elegir se trata, me quedo con el tipo (Ellis) que se besuquea con los lobos antes que con don Row que huele a los Sayago para luego taparse la naríz.

2 nos acompañaron:

Eva Row dijo...

Fíjese que yo pienso lo mismo que usted. Yo soy judía, y lo que más me pone los pelos de punta es que me digan "yo quiero mucho a los judíos". Yo no quiero que me quieran, sólo quiero que me dejen de jorobar. Así que nunca propuse que nos besemos con los malolientes, ni con los leprosos. Sólo quiero que los dejen de jorobar. Si no les gustan que no los llamen. Y si los llaman que los respeten y se guarden sus disgustos.

Charlie Boyle dijo...

muchas veces se confunde "popular" con mezcla. Es hipócrita pensar qeu la mezcla social funcione, o al menos es populista.

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